Federico Guillermo (en alemán: Friedrich Wilhelm; Berlín, 16 de febrero de 1620-Potsdam, 29 de abril de 1688) fue Margrave elector de Brandeburgo y duque de Prusia desde 1640. Miembro de la Casa de Hohenzollern, conocido popularmente como el Gran Elector debido a su capacidad militar y política, Federico Guillermo era un pilar firme del Calvinismo, asociado al aumento de la clase comercial. Vio la importancia del comercio y lo promovió vigorosamente. Sus astutas reformas internas en Prusia fortalecieron su posición en el orden político posterior al Tratado de Westfalia vigente en la Europa Central y septentrional, contribuyendo a que Prusia pasara de ser un Ducado a Reino, logrado para su hijo y sucesor Federico I de Prusia.
Federico Guillermo I de Brandeburgo | ||
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Margrave Elector de Brandeburgo y Duque de Prusia | ||
Federico Guillermo, el Gran elector | ||
Ejercicio | ||
1 de diciembre de 1640-29 de abril de 1688 | ||
Predecesor | Jorge Guillermo I de Brandeburgo | |
Sucesor | Federico I de Prusia | |
Información personal | ||
Nacimiento |
16 de febrero de 1620 Berlín, Brandeburgo | |
Fallecimiento |
29 de abril de 1688 Potsdam, Brandeburgo | |
Sepultura | Catedral de Berlín | |
Religión | Calvinismo | |
Familia | ||
Casa real | Casa de Hohenzollern | |
Padre | Jorge Guillermo I de Brandeburgo | |
Madre | Isabel Carlota del Palatinado | |
Consorte |
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Federico Guillermo nació en Berlín, hijo de Jorge Guillermo I de Brandeburgo y su esposa Isabel Carlota del Palatinado. Su herencia consistió en el Margraviato de Brandeburgo, el Ducado de Cléveris, el Condado de Marck y el Ducado de Prusia.
En noviembre de 1670 Eusebio von Brandt recibía la visita del coronel Cristían Luis de Kalckstein. Este era uno de los jefes de la nobleza prusiana en lucha contra su nuevo monarca; defendía abiertamente la unión de Prusia Oriental con Polonia, ilusión fundamental de los polacos. Von Brandt tenía la misión de detener al coronel y conducirlo fuera de Polonia y cuando vio a Kalckstein meterse en la boca del lobo, el embajador no daba crédito a sus ojos:la suerte le ofrecía la mejor oportunidad.[1]
En septiembre de 1654 llegaba a Berlín un enviado sueco el conde Schlippenbach. Su misión consistía en anunciar al príncipe-elector Federico Guillermo que Carlos X Gustavo había ascendido al trono de Suecia. Pero, terminada la audiencia, el embajador le solicitó un entrevista privada. Según algunas informaciones, el sueco sugirió que su señor pensaba atacar Polonia y que el príncipe-elector obtendría buena parte de botín de guerra solo con poner los puertos del Báltico a disposición del cuerpo expedicionario sueco. En nuestros días -dijo el enviado del rey de Suecia, al parecer con cinismo- los dioses ya no hablan por boca de videntes e iluminados, pero sí se presenta la buena ocasión de atacar a una nación vecina podemos ver en ello un estimulo del Todopoderoso».
Luisa Enriqueta se opuso con vehemencia al proyecto de agresión contra Polonia. La mayoría de lo consejeros del príncipe-elector compartieron la opinión de Luisa Enriqueta; sólo Von Waldeck mostró cierto entusiasmo por la alianza sueca.[1]
Los éxitos de Carlos Gustavo liquidaron las vacilaciones de Federico Guillermo. Obtuvo la promesa de plena soberanía sobre Posen y territorios vecinos, pero no sobre Prusia Oriental.
Fue entonces cuando apareció la idea de un «reparto de Polonia». Se trató también de la cuestión que más tarde llevaría a la creación de un «corredor polaco» entre Pomerania y Prusia pero Carlos Gustavo debido a que proyectaba conservar para sí parte de Prusia.
En verano de 1656 el elector se puso en marcha hacia Varsovia para unirse a las tropas aliadas. Federico Guillermo tenía razón en sentirse nervioso: había logrado en organizar un ejército considerable, pero la tropa no conocía la disciplina y los oficiales desconfiaban de su jefe. Afortunadamente, logro triunfar.
Muy poco tiempo después, Federico Guillermo se enemistaba con Suecia. Bien o mal Polonia hubo de reconocer su plena soberanía sobre la Prusia Oriental; pronto el elector sería también dueño de la Pomerania sueca. En el momento de pactar alianza con Carlos Gustavo, trató de justificarse ante la opinión pública arguyendo que los polacos habían cometido el crimen de aliarse con los infieles tártaros y que él debía pagar su deuda de gratitud hacia los suecos, «salvadores del protestantismo y de las libertades alemanas». Cuando le convino, el príncipe-elector pintó a los suecos como enemigos de estas mismas libertades y a Polonia como «el baluarte cristiano».[1]
Durante la guerra de los Treinta Años, Jorge Guillermo I se esforzó por mantener, con un ejército mínimo, un delicado equilibrio entre el Protestantismo y las fuerzas católicas que luchaban en todo el Sacro Imperio Romano. Fuera de estos principios magros Federico Guillermo I logró reconstruir sus territorios devastados por la guerra.[2] A diferencia de las disputas religiosas que destruían los asuntos internos de otros Estados europeos, Brandeburgo-Prusia se benefició de la política de tolerancia religiosa adoptada por Federico Guillermo. Con la ayuda de los subsidios franceses, construyó un ejército para defender el país. En la segunda guerra nórdica, se vio obligado a aceptar el vasallaje sueco para el Ducado de Prusia de acuerdo con los términos de la Tratado de Königsberg (1656), pero a medida que avanzaba la guerra logró obtener la plena soberanía del ducado de Prusia en los tratados de Labiau, Acuerdo de Wehleau, Bromberg y Oliva, debiendo lealtad solamente al emperador del Sacro Imperio Romano por sus tenencias imperiales.
En 1675, la victoria que consiguió Federico Guillermo I de Brandeburgo frente a los suecos, aliados de Francia, en la batalla de Fehrbellin ha sido interpretada como el inicio de la tradición militar de Prusia y le permitió obtener la Pomerania Sueca, a la que tuvo que renunciar en la Paz de Saint-Germain.
Federico Guillermo sentó las bases del futuro poder de Brandeburgo-Prusia gracias a una política exterior hábil, fundando un poderoso ejército permanente, introduciendo el funcionariado que permitió contar con una administración centralizada para los diversos territorios que logró reunir y que gobernó de forma absolutista.
Desde 1661, los hugonotes, calvinistas franceses, habían empezado a emigrar de Francia debido al cúmulo de interdicciones y limitaciones del Edicto de Nantes impuestas por el gobierno de Luis XIV. Entre 1686 y 1689 se produjo un éxodo masivo que continuó hasta las primeras décadas del siglo XVIII. Entre 1685 y 1715, se calcula que emigraron de Francia unos 200.000 hugonotes.[3]
Estando Prusia arruinada tras la Guerra de los Treinta Años[3] Federico Guillermo tuvo un especial interés en atraer a los hugonotes para poder aprovechar su reconocida reputación como expertos negociantes. Más de 100.000 hugonotes acudieron a Brandeburgo-Prusia y contribuyeron enormemente a su modernización. En su mayoría se establecieron en Berlín y en 1701 llegaron a constituir el 25% de la población.
La influencia hugonota durante el gobierno de Federico Guillermo fue tanto económica como cultural. La industria creció paralelamente con el ejército. La producción textil se desarrolló por la necesidad de uniformes militares. La metalurgia creció por la fabricación de cañones de artillería y armas para la infantería. Pero también planificó el elector algunos factores del crecimiento industrial, como cuando prohibió el uso del calzado de madera para fomentar el desarrollo de las labores del cuero. Posteriormente, en 1701 comenzaron a construir su catedral hoy conocida como Catedral francesa.
El 7 de diciembre de 1646 Federico Guillermo se casó en La Haya con Luisa Enriqueta de Nassau-Orange (1627-1667), hija de Federico Enrique de Orange-Nassau y Amalia de Solms-Braunfels y su prima a través de Guillermo el Taciturno.[4] Sus hijos fueron:
El 13 de junio de 1668, Federico Guillermo se casó en Gröningen con Sofía Dorotea de Holstein, hija de Felipe de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg y Sofía Eduviges de Sajonia-Lauenburg. Sus hijos fueron los siguientes:
Predecesor: Jorge Guillermo I |
Margrave Elector de Brandeburgo y Duque de Prusia 1640-1688 |
Sucesor: Federico I |