La Familia Jara Saguier es una familia paraguaya oriunda del barrio asunceno de Santísima Trinidad que ocupa un lugar destacado en el deporte internacional a causa de la estirpe de siete hermanos futbolistas, nacidos del matrimonio entre Críspulo Jara Román y Lidia Saguier, que han sido un parteaguas desde su incursión en el fútbol paraguayo por su calidad, entrega y éxitos deportivos.[1]
Familia Jara Saguier | ||
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Lugar de origen | Santísima Trinidad, Asunción, Paraguay | |
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Fundación | 21 de enero de 1928, con el matrimonio entre Críspulo Jara Román y Lidia Saguier | |
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Carlos es el más reconocido de la dinastía,[2] obteniendo, entre otros logros, la medalla de plata en fútbol en las Olimpíadas de 2004, la primera presea de Paraguay en los Juegos Olímpicos.[3]
La participación deportiva de los Jara Saguier ha girado en torno al equipo de Cerro Porteño, con seis de los hermanos jugando en Primera División para la entidad azulgrana. Sin embargo, el apellido ha estado vinculado a la disciplina desde 1913 con la fundación de Rubio Ñu, de la cual fue partícipe Críspulo Jara, quien también sería futbolista del club.
De los siete hermanos, Darío, Enrique, Ángel, Alberto y Carlos fueron internacionales con la selección paraguaya, con el mayor disputando la Copa Mundial de 1950, celebrada en Brasil. Enrique y Ángel participaron en la clasificación para Suecia 1958, y Alberto hizo lo propio de cara a Inglaterra 1966. Carlos, por su parte, fue el que mayor tiempo estuvo con el combinado, entre los años de 1970 y 1981.
La Confederación Sudamericana de Fútbol los reconoció en septiembre de 2012 como «la más grande dinastía de hermanos futbolistas de todos los tiempos»[4] por encima de los hermanos Brown de Argentina, que fueron seis hermanos, y los Nunweiller de Rumania, también con seis integrantes.
José Críspulo fue el quinto de 13 hijos del matrimonio entre José del Pilar Jara Insfrán y María Raimunda Román González. Cuando nació, sus padres tenían 37 y 34 años respectivamente. Contrajo matrimonio el 21 de enero de 1928 con Lidia Concepción, hija de Enrique Saguier y Etelvina Rosas, en San Roque, Asunción. En el momento de su casamiento, tenían 33 y 17 años respectivamente y ambos profesaban el catolicismo.[5]
Los Jara Saguier son una familia tradicional del barrio Santísima Trinidad. Críspulo Jara Román y Lidia Saguier tuvieron un total de 13 hijos: 6 mujeres y 7 varones. Los 7 varones siguieron la huella de su padre (fundador y jugador del club Rubio Ñu).[4] La relevancia del apellido Jara Saguier se consolidó a finales de la década de los cuarenta, cuando Darío y Toribio realizaron la transición de Rubio Ñu a Cerro Porteño.[4] Pocos años después, se unieron Enrique y Ángel, que llegaron a Cerro en 1950 y 1953 respectivamente.
De los siete hermanos, cinco lograron vestir la camiseta de la albirroja con éxito notorio. Darío participó en la Copa Mundial de 1950, mientras que Enrique y Ángel desempeñaron roles cruciales en la clasificación para el Mundial de Suecia.[6] Sin embargo, un conflicto con la dirigencia de Cerro hizo que ambos fueran suspendidos por 18 meses y esto imposibilitó que fueran al mundial de 1958, para el cual habían habían ayudado a clasificar.[6] Alberto tuvo una única convocatoria para un amistoso en México en 1966, y Carlos ostentó la mayor permanencia en la selección paraguaya (1970-1981).[6]
Tres de ellos (Enrique, Darío y Ángel) compartieron el campo como compañeros en la Primera División de Cerro Porteño entre 1953 y 1960. A lo largo de sus carreras, enfrentamientos y reuniones entre los hermanos fueron eventos destacados, evidenciando su estrecha conexión futbolística. Entre 1952 y 1954 jugó también en Cerro Porteño Toribio, lateral derecho, quien apenas tuvo oportunidades. Siguió su carrera en el Rubio Ñu, donde sí jugaría algunos años.[6] Allí compartió vestuario con otro miembro de la dinastía: Alberto, cerebral volante derecho, quien después pasó al fútbol europeo y regresó a jugar con Olimpia, Libertad y River Plate. Y mientras los hermanos recogían aplausos con la casaca azulgrana, dos niños ya corrían detrás de la pelota: eran los pequeños Carlos y Críspulo, los últimos dos varones. Ambos llegaron jovencitos a Cerro mediante el pago de un millón quinientos mil guaraníes en 1963.[6]
El terceto cerrista se disolvió: Darío se retiró y Ángel fue contratado en 1962 por el Toulouse de Francia. Luego pasaría al Red Star y Besançon. Más tarde desempeñó una larga carrera como entrenador y finalmente, después de veinte años en Francia, regresó al país en 1982.[6] Enrique firmó con el Rubio Ñu en 1965 y allí también coincidiría con Alberto. Tiempo después, Alberto se enfrentó en cancha con el emergente Carlos, cuando este llegó al primer equipo de Cerro.[7]
Carlos continuó su carrera en el Cruz Azul, donde permaneció ocho años y resaltó de gran manera hasta 1983, cuando regresó al país. Críspulo, por su parte, no encontró mucha cabida en Cerro, y continuó su carrera en Rubio Ñu, Galicia de Aragua y Deportivo Pereira.[6][7] Luego de dejar el terreno de juego, Carlos incursionó exitosamente como director técnico, llevando a Paraguay a la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2004, acompañado por su hermano Críspulo como ayudante de campo.[7]
Las décadas siguientes los hijos de Carlos de los Santos (Carlos y Johan) y Enrique (Adolfo y Luis) incursionaron de manera profesional en el fútbol. Adolfo Jara Heyn destacó de sobremanera en su carrera con el Club Olimpia, obteniendo 12 títulos con el equipo entre los años 1983 y 2002.[8]