Se llama extispicina a la inspección de las entrañas o vísceras de las víctimas. Para ello, era necesario cierto conocimiento de anatomía[1].
Vitrubio[2] da el siguiente origen a este arte supersticioso:
Las reglas de este arte quimérico eran muy inciertas. Todos los compiladores aseguran que un hígado doble no presagiaba nada bueno; por lo tanto se dice en el Edipo de Séneca que era una señal funesta para los estados monárquicos.