La Ermita de San Atilano fue un lugar de peregrinación en las denominadas fiestas de San Atilano de Zamora (patrón de la ciudad). La fiesta y su romería era documentada ampliamente en el siglo XVII por los villancicos que creaba el poeta y músico Luis de Sandoval y Mallas.[1] La ermita desaparece en el siglo XVIII y se integra en el recién construido cementerio homónimo.
La ermita surge de la actuación del obispo de Zamora, San Atilano antes de una peregrinación a Jerusalén en la que al abandonar la ciudad y pasar por el puente de Olivares arroja su anillo al río Duero. Al regresar a la ciudad, tras varios años de viajes de peregrinación, estando extramuros y muy cerca de la ciudad, decide alojarse en una hospedería San Vicente de Cornú y preparar un pescado para comer. Cuando lo preparan se encuentran el anillo arrojado años antes. Este suceso forma parte de uno de los milagros del Santo.[2] Con el tiempo la hospedería se convirtió en una ermita en honor al Santo.