El Pejesapo,[1] escrita y dirigida por José Luis Sepúlveda y producida por Carolina Adriazola, es una película chilena de 2007, que se caracteriza por la particularidad de su lenguaje cinematográfico donde explora con un bajo presupuesto, posicionando el film dentro de la categoría de cine experimental.
El Pejesapo | ||
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Ficha técnica | ||
Dirección |
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Producción | Carolina Adriazola | |
Guion | José Luis Sepúlveda | |
Fotografía | Rodolfo Castro | |
Protagonistas | Héctor Silva, Jessica Calderón, Yannett Escobar, José Melo, Alicia Astaburuaga, Barbarella Foster, Juan Caroca | |
Ver todos los créditos (IMDb) | ||
Datos y cifras | ||
País | Chile | |
Año | 2007 | |
Género | Drama | |
Duración | 98 minutos | |
Clasificación | +18 | |
Idioma(s) | Español | |
Ficha en IMDb Ficha en FilmAffinity | ||
El guion aborda la marginación existente en una sociedad dotada por el neoliberalismo en Chile durante los años 2000. La película está basada en la vida del protagonista bajo circunstancias que lo condicionan a enraizarse en lo que para él se reconoce como familiar, recurriendo las zonas periféricas en las que vivencia su cotidianeidad, zonas donde además se manifiestan a lo largo de la trama otros personajes que las habitan.
La particular narrativa del largometraje mezcla diferentes elementos que distinguen los recursos utilizados para la creación de un nuevo lenguaje poético, creando así nuevas imágenes y sentidos. Esto puede reflejarse, por ejemplo, en el uso manual, análogo y la poca pulcritud de los planos más la peculiaridad del universo sonoro, generando una estética política que carga con una austeridad que oscila entre la violencia gráfica de un universo marginal y la sinceridad de los recursos cinematográficos.
La película es considerada la ópera prima del director, quien desarrolla su obra en concordancia a un discurso y compromiso personal con la sociedad, que visibiliza aquellos sectores que retrata en sus obras, manteniendo su labor en territorios periféricos de la capital.
El Pejesapo comienza con Daniel SS, quien es un adulto que habita en la región metropolitana. La primera escena muestra el cuerpo de éste reposado sobre una piedra en el río Maipo, lo cual se traduce a la representación del intento de suicidio del protagonista. Sin embargo, el río parece rechazar a todo aquel que intente arrojar las miserias en su caudal y lo arrastra hasta la orilla impidiendo lograr su objetivo. Es a partir del rechazo, que éste continua su camino por diversos sectores que conforma el margen de la sociedad, buscando el sentido de su existencia.
La creación cinematográfica de Sepúlveda se concentra en formas características de un cine social y político, donde, a pesar de abordar la marginalidad de un sector evidentemente precarizados por una organización social estructural, no exhibe la miseria como relato principal, sino más bien, como una manera de abordar lo político en el presente y visibilizar algunos territorios que cargan con conflictos y condiciones propios del margen social.
La particularidad de la creación de este film de carácter experimental es que este está dirigido -como en la mayoría de la obra artística de Sepúlveda- hacia un público objetivo que al parecer guarda poca o nula relación con el cine, haciendo que se encienda en los/las espectadores la identificación a través del reflejo de personajes y formas poco convencionales y poco detallistas, dando paso a una familiaridad con las imágenes y la forma poco pretensiosa en que estas resultan, representando a un Chile contemporáneo que plasma la vulnerabilidad del abandono estatal.
"Para eso, tensan la estructura del filme, le tienden trampas, las hacen desviarse de si misma sin avisarnos nunca, utilizando ciertas estrategias relacionadas al registro directo, a la apertura del azar en los rodajes –que se manifiesta tanto en la visualidad, en el subrayado de los “errores” para cuestionar el dispositivo de lo real que se despliega acá en un modo tenso de hacer sentido–."[2]
Es relevante mencionar el territorio de donde es oriundo el director, ya que el rol social ha tomado partido en las diferentes artes, no quedando ajeno a la historia local continental y las influencias que han contribuido a la creación del rubro.
"Nos distanciamos, entonces, de algunos textos escritos durante los años sesenta y setenta en distintos países latinoamericanos (ensayos de directores tales como Glauber Rocha, Octavio Getino o Julio García Espinosa, por nombrar a algunos). Si bien en ellos hay ciertos elementos en común, el contexto es muy distinto. Lo que los une, a grandes rasgos, es el tema que generalmente abre los respectivos debates de estos realizadores militantes e intelectuales de los sesenta. Textos, en general, que comienzan con la división de un cine como objeto de consumo (Getino y Solanas), o de un cine perfecto “como un cine –técnica y artísticamente logrado–, reaccionario” (García Espinosa) versus un cine miserabilísimo (como denomina Glauber Rocha al Cinema Novo, “que describe, poetiza, discursa y analiza los temas del hambre”) o imperfecto (al que “no le interesa más la calidad ni la técnica). Lo mismo se puede hacer en estudio que con una guerrilla en medio de la selva. Al cine imperfecto no le interesa más un gusto determinado y mucho menos el buen gusto” (García Espinosa s/p)."[2]
Conforme avanza el largometraje, Daniel SS transita por diversos lugares que conforman la identidad territorial (RM) en búsqueda de oportunidades para lograr un futuro estable. Los espacios en que se desenvuelve el audiovisual son habitados por personajes que guardan concordancia con los territorios, cargando la película de un valor identitario nacional como decisión política por parte del director.