El desembarco chileno en Ilo y Pacocha tuvo como objetivo asegurar un punto estratégico para el avance hacia Moquegua, tras la ocupación de Tacna y Arica. Realizado entre el 18 y el 26 de febrero de 1880, facilitó la movilización de tropas chilenas hacia el interior, sin resistencia significativa, y permitió el uso de recursos clave como el ferrocarril y el abastecimiento desde el puerto.
Tras la finalización de la campaña de Tarapacá, Chile consolidó el control sobre los territorios del sur del Perú, lo que le permitió avanzar hacia el interior del país. Con el objetivo de continuar su ofensiva, el ejército chileno decidió no atravesar el desierto de Atacama, ya que era una tarea prácticamente imposible. En cambio, se eligió el puerto de Ilo como punto de desembarco. Este puerto, debido a su ubicación estratégica y su infraestructura intacta, era ideal para abastecer a las fuerzas chilenas y facilitar el movimiento de tropas hacia Moquegua. La elección de Ilo también se debía a la escasa presencia de fuerzas peruanas en la región, lo que permitiría un avance sin grandes obstáculos. El desembarco en Ilo y Pacocha marcó un paso crucial en la campaña chilena, acercando aún más a las fuerzas invasoras a la ciudad de Moquegua y continuando con su estrategia de avance hacia el norte.
El 31 de diciembre de 1879, el ejército chileno comenzó su desembarco en el puerto de Ilo, con el objetivo de avanzar hacia Moquegua y enfrentarse a las fuerzas peruanas que se encontraban concentradas en Tacna y Arica. Debido a la dificultad de cruzar el desierto de Atacama, el comando chileno optó por esta ruta más accesible, que les permitiría avanzar hacia el sur del Perú por mar.
Para esta misión, se destinó a la I División del ejército chileno, con el Batallón Lautaro, compuesto por 500 hombres, y un piquete adicional de 12 Granaderos a Caballo. Todo el grupo estuvo bajo el mando del teniente coronel Arístides Martínez. La expedición partió hacia Ilo y Pacocha para establecer una base y asegurar el terreno antes de continuar con su avance hacia el interior.
El 1 de enero de 1880, las fuerzas chilenas desembarcaron sin encontrar resistencia alguna, ya que los residentes extranjeros del pueblo de Ilo entregaron la ciudad pacíficamente a las tropas chilenas. El desembarco se llevó a cabo con eficacia, y las tropas chilenas ocuparon la ciudad y el puerto sin enfrentamientos. Los buques chilenos, entre los que se destacaron los acorazados "Blanco" y "Magallanes", se encargaron de apoyar la operación y de asegurar la zona de desembarco.
El 2 de enero de 1880, la expedición regresó a Ilo tras avanzar un poco hacia el interior, y se preparó para zarpar nuevamente hacia Pisagua. Durante los siguientes días, el ejército chileno comenzó a organizarse para continuar con su estrategia en la región de Moquegua.
En el mes de febrero, se llevó a cabo el embarque de más de 9.500 soldados en Ilo, organizados en tres divisiones. Este proceso de embarque se extendió entre el 18 y el 25 de febrero, con las fuerzas chilenas embarcando sin mayores problemas, ya que la oposición peruana en la zona era mínima. El convoy que partió desde Ilo, que incluía una variedad de transportes, fue escoltado por varios buques de guerra chilenos. Al llegar a su destino el 26 de febrero, los soldados comenzaron a desembarcar: el primer día se desembarcaron 5.000 efectivos, y los 4.500 restantes al día siguiente, sin encontrar resistencia.
Entre los buques presentes en el convoy se encontraban el escampavía "Toro", el blindado "Blanco", las torpederas "Guacolda" y "Janequeo", y la cañonera "Magallanes". Estos barcos brindaron apoyo durante todo el proceso de desembarco, garantizando la seguridad y eficiencia de la operación.
Este desembarco fue un paso importante para los chilenos, ya que les permitió establecer una base operativa en el sur del Perú y continuar con su campaña en Moquegua, donde las fuerzas peruanas ya estaban concentradas para enfrentar el avance chileno.