La democracia de la tierra es un concepto introducido por la activista ecologista hindú Vandana Shiva como propuesta política de una sociedad basada en la justicia social, la democracia descentralizada y la sustentabilidad ambiental.[1][2][3]
La autora en su libro Manifiesto por una democracia de la tierra: Justicia, sostenibilidad y paz describe un proceso continuo desde los albores del capitalismo, cuando la tierra compartida por los campesinos de subsistencia para el pastoreo y otras actividades comunitarias fue progresivamente expropiada por el naciente capitalismo agrario crecientemente industrializado. Así la lógica privatizadora del capital, al tiempo que según los críticos empobrecia a algunos de los campesinos, comenzaba a destruir parte del medio ambiente por medio de la industrialización que se enfoca en la satisfacción del beneficio privado por encima de las necesidades de las personas o de la sostenibilidad ambiental. La lógica privatizadora llegaría a su máxima cúspide en la pretensión actual del capitalismo de patentar semillas o conocimientos ancestrales desarrollados por las culturas locales que resisten hoy en día al capitalismo.[1][2]
En Latinoamérica el proyecto Co.Madre,[4] desarrollado por el Laboratorio Iberoamericano de Innovación Ciudadana en Cartagena (Colombia), pretende reafirmar a la mujer como protagonista de toda una historia de vida y de lucha que necesita ser recontada. Las mujeres ocupan un lugar principal en muchos de los pueblos de Latinoamérica, son las guardianas de los saberes ancestrales y tradicionales: herbología, plantas comestibles, remedios naturales, medicina natural, partería, sabiduría oral, agricultura, generalmente conocimientos que se trasmiten oralmente.[5]
Según Shiva esta misma lógica de privatización es la que desarrolla una tendencia hacia el considerar a las personas y al medio ambiente como posibles desechos debido a que no encajan en la lógica de la ganancia. Así por un lado se restringe el acceso a la tierra y a condiciones básicas de subsistencia como el agua o la salubridad a millones de personas alrededor del mundo. Por otro lado se usan los recursos naturales desde una perspectiva meramente extractiva y no sustentable y se expolian estos recursos para satisfacer la lógica de ganancia. En este proceso conjunto se destruyen vidas y pueblos forzando a los pueblos hacia las guerras y la violencia por el control de unos recursos que fueron hechos escasos por el capitalismo. La lógica de competencia así se impone y en tanto impone la conflictividad social al mismo tiempo que destruye culturas locales y la diversidad del mundo dentro de un esquema de homogeneización diseñado para el dominio del mundo por parte de las corporaciones multinacionales.[1]Aunque los opositores aseguran que muchos de los países más desarrollados gracias al capitalismo cuidan mejor el medio ambiente.[6][7]
Como alternativa a este orden de cosas impuesto hasta hoy Vandana Shiva propone:[8]