De oratore o Dialogi tres de Oratore (Tres diálogos sobre el orador) es un tratado de Cicerón publicado en el 55 a. C. sobre la retórica y su práctica, escrito en latín en tres libros.
De oratore | ||
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de Cicerón | ||
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Género | Ensayo y diálogo | |
Tema(s) | Retórica y política | |
Idioma | Latín clásico | |
Título original | De oratore | |
El texto, que forma parte de la llamada 'trilogía retórica' junto a Brutus y el Orator, está estructurado en forma de diálogo platónico y tiene como participantes a Lucio Licinio Craso, Marco Antonio, Cayo Aurelio Cota, Publio Sulpicio Rufo, Mucio Escévola, Quinto Lutacio Cátulo y Cayo Julio César Estrabón Vopisco.
El primer libro está dirigido a su hermano Quinto Tulio Cicerón. A pesar de la importancia que Cicerón le dio a su De oratore como teoría definitiva del arte de la oratoria, su tratado tuvo poca influencia y la enseñanza de la retórica se basó en obras pedagógicas menos exigentes.[1]
El escenario está datado en el año 91 a. C. en la villa de campo de Craso en Tusculum. En el diálogo, Cicerón analiza en profundidad los aspectos de la retórica y la oratoria: inventio (invención de un discurso), dispositio (disposición de argumentos), elocutio (lenguaje enriquecido), memoria (capacidad de recordar) y actio (pronunciación del discurso). Sobre todo para el político o el abogado, la actio era la parte más importante de la oratoria porque todas las habilidades del orador perfecto se ponían de manifiesto ante el Senado o en los tribunales.
Esta obra nos ha sido transmitida a través de los siglos mediante manuscritos, entre los más antiguos:
Estas tres últimas transcripciones corresponden a una versión del De oratore diferente a la reconstituida a partir de los manuscritos Abrincensis, Harleianus y Erlangensis. Tiene un tratamiento más libre y probablemente fue utilizado por maestros y retóricos medievales. El conjunto permite la restitución actual del texto.[2]
En este tratado, Cicerón busca definir la elocuencia política y reflexionar sobre el orador ideal. Explica que quiere escribir algo más maduro y refinado que el De inventione que escribió en su juventud. Le dijo a su hermano que, en base a conversaciones previas, diferían sobre la importancia de la elocuencia: ¿es una habilidad natural o hay que aprenderla con ejercicios o profundizando en la teoría? Ninguno de estos factores le parecía suficiente, era imprescindible una formación enciclopédica general, que abarcara el derecho, la historia, la geografía y, sobre todo, la filosofía y la dialéctica.[3]