De nuestras pampas es una película sin sonido de Argentina dirigida por Julio Irigoyen sobre guion de Leopoldo Torres Ríos que se estrenó en 1923.[1][2][3][4]
De nuestras pampas | ||
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Ficha técnica | ||
Dirección | Julio Irigoyen | |
Producción |
Julio Irigoyen Roberto Irigoyen | |
Fotografía | Roberto irigoyen | |
Protagonistas |
Totón Podestá Blanca Avilés Rodolfo Vismara Matías A. de Torres | |
Ver todos los créditos (IMDb) | ||
Datos y cifras | ||
País | Argentina | |
Año | 1923 | |
Género | Drama | |
Idioma(s) | Español | |
Compañías | ||
Productora | Buenos Aires Film | |
Ficha en IMDb | ||
El filme fue producido por Buenos Aires Film, una empresa dirigida por Julio Irigoyen que se caracterizaba por producir filmes clase “C” de muy bajo presupuesto y poca calidad artística, que en general eran historias con los personajes característicos de la ciudad: guapos prostitutas, cantores de tango, jugadores en oscuros cafetines, hipódromos y salones aristocráticos. La mayoría eran películas de gauchos o típicamente porteñas, con tango o con canciones de tierra adentro. Es dificultoso acceder a información sobre esas películas, en primer lugar porque una parte no se estrenó en Buenos Aires sino en las provincias del interior de Argentina y también en otros países de América Latina, en segundo término porque Irigoyen no conservaba los negativos y en tercer lugar por el escaso interés que tenía por ellas la prensa especializada.[2] Jorge Finkielman dice que:
"La deficiente actuación, dirección, producción y fotografía estaban al mismo nivel que se encuentran en otras películas estrenadas en la época tanto por este como por otros productores"[1]
Actuaron en la película los siguientes intérpretes:[1]
Jorge Miguel Couselo dice que::
”Tanto El guapo del arrabal como De nuestras pampas se inscriben en la temática sentimental que Ferreyra consagró como la gran vertiente popular del cine nacional. Los conceptos de virtud y pecado se dramatizan en oposiciones tajantes e inapelables. En De nuestras pampas una mujer (Susana, mariposa del vicio) simboliza el áurea ciudadano pecaminoso contra la vida recoleta de la campaña e insinúa la posibilidad, finalmente inconcretada, de separar a un hombre (Horacio, El Quijote de todos los tiempos adaptado a este siglo, un sensitivo, un descontento de la tierra paterna.”[4]