Crisis de la conciencia europea fue la expresión acuñada por Paul Hazard para definir la crisis ideológica que detecta en el ambiente intelectual de la secularizada Europa posterior a las guerras de religión, y después del periodo de equilibrio intelectual que supuso el clasicismo, desde 1650 aproximadamente, en Europa: corresponde a 1680-1715, y fue un tramo decisivo para el Siglo de las Luces.
Pensadores como Spinoza, Leibniz, Locke o Newton comparten aproximadamente una época común, que puede hasta fecharse astronómicamente con el famoso cometa Halley de 1680 que permitió a Pierre Bayle redactar su Carta, para burlarse de las supersticiones y afirmar que el conocimiento debe ser constantemente comprobado.
Hazard incluye estos factores en el ambiente intelectual crítico: el paso de lo antiguo a lo moderno en la Querella de los antiguos y los modernos, la heterodoxia de Pierre Bayle, Bossuet y sus combates, Leibniz y su intento de unir iglesias, el poderoso empirismo de Locke, el desarrollo de la moral natural, la idea de una religión natural, y las ideas de progreso a partir de la ciencia.
Como crisis ideológica, sería un aspecto que se añade a un cambio general o crisis del siglo XVII, aunque en este aspecto se precipita a finales de la centuria y queda a caballo de los siglos XVII y XVIII. El racionalismo y el empirismo serían sus dos pares filosóficos opuestos. Se superan muchas de las ataduras escolásticas, lo que abrió el camino a la ciencia moderna y a la Ilustración. Las corrientes racionalista y sentimental arrancan de ese dinamismo, emprendido desde 1715, con los antecedentes citados.
En España, el movimiento conocido como los novatores puede asociarse a ese momento crítico. Resulta destacable que Baltasar Gracián fuese por entonces autor de moda: de 1685 a 1716 hubo quince traducciones al francés; Alemania se encaprichó con el escritor; Inglaterra e Italia también. Les gustó, acota Hazard, "pero por un momento. No podían tomarlo como guía": su hombre ideal (El discreto, El político) ya es otro.[1]
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