Las cremas antiarrugas son productos cosméticos hidratantes para el cuidado de la piel que se venden con la promesa de hacer que su usuario parezca más joven o de prevenir señales del envejecimiento de la piel. Estas señales son: laxitud (flaccidez), ritidosis (arrugas) y fotoenvejecimiento, el cual incluye eritema (enrojecimiento), despigmentación (decoloraciones marrones), elastosis solar (coloración amarilla), queratosis (crecimientos anormales) y cambios en la textura.[1]
A pesar de su gran demanda, no se ha demostrado, en el caso de muchos de estos productos y tratamientos antiedad, que logren dar los resultados esperados. Un estudio indicó que el mejor resultado fue la reducción de arrugas en un 10 % tras 12 semanas, lo cual no se percibe a simple vista.[2] Otro estudio concluyó que los hidratantes baratos eran igual de eficaces que las cremas antiarrugas más caras.[3] Un estudio de 2009 de la Universidad de Mánchester, financiado por el fabricante de la crema, mostró que una mezcla de los ingredientes de la misma tuvo un efecto positivo tras seis meses de aplicación diaria, con base en una extrapolación comparativa de 12 meses,[4][5] pero los métodos estadísticos de dicho estudio recibieron críticas.[6]
Tradicionalmente, los anuncios de las cremas antiarrugas van dirigidos a las mujeres, pero cada vez hay más productos de este tipo también para los varones.[7]
Las cremas antiarrugas suelen incluir entre sus ingredientes hidratantes convencionales. También contienen otros ingredientes que se supone que tienen propiedades antienvejecimiento, como: