Una costa, también llamada litoral, línea de costa o orilla del mar, es la tierra próxima al mar o la línea que forma el límite entre la tierra y el océano o un lago. [1][2] Las costas están influenciadas por la topografía del paisaje circundante, así como por la erosión inducida por el agua o las olas. La composición geológica de roca y suelo determina el tipo de costa que se forma. La Tierra contiene aproximadamente 620 000 km de costa.
Las costas son zonas importantes de los ecosistemas naturales, que suelen albergar una gran variedad de biodiversidad. En tierra albergan importantes ecosistemas como humedales de agua dulce o estuarios, que son importantes para las poblaciones de aves y otros animales terrestres. En las zonas protegidas de las olas, albergan marismas, manglares o pastos marinos, que pueden proporcionar hábitats de cría para peces, mariscos y otros animales acuáticos. [3] [4] Los litorales rocosos suelen encontrarse a lo largo de costas expuestas y proporcionan hábitat para una amplia gama de organismos sésiles, como mejillones, estrellas de mar o percebes, y diversos tipos de algas.
En oceanografía física una orilla es la franja más amplia modificada geológicamente por la acción de la masa de agua pasada y presente, mientras que la playa se encuentra en el borde de la orilla, representando la zona intermareal cuando la hay. [5] A lo largo de las costas tropicales con aguas claras y pobres en nutrientes, los arrecifes de coral pueden encontrarse a menudo en profundidades de 1 a 50 metros.
Según un atlas elaborado por las Naciones Unidas, cerca del 44% de la población humana vivía a menos de 150 km del mar en 2013.[6] Debido a su importancia en la sociedad y a sus altas concentraciones de población, las costas son importantes para grandes partes del sistema alimentario y económico mundial, y proporcionan muchos servicios ecosistémicos a la humanidad. Por ejemplo, en las ciudades portuarias se desarrollan importantes actividades humanas. La pesca costera (comercial, recreativa y de subsistencia) y la acuicultura son actividades económicas importantes y crean puestos de trabajo, medios de subsistencia y proteínas para la mayoría de las poblaciones humanas costeras. Otros espacios costeros como las playas y los balnearios generan grandes ingresos a través del turismo.
Los ecosistemas costeros marinos también pueden proporcionar protección contra la subida del nivel del mar y los tsunamis. En muchos países los manglares son la principal fuente de madera para combustible (por ejemplo, carbón vegetal) y material de construcción. Los ecosistemas costeros como los manglares y las praderas marinas tienen una capacidad de secuestro de carbono mucho mayor que muchos ecosistemas terrestres y por lo tanto pueden desempeñar un papel fundamental en un futuro próximo para ayudar a mitigar los efectos del cambio climático mediante la absorción de dióxido de carbono antropogénico atmosférico.
Sin embargo, la importancia económica de las costas hace que muchas de estas comunidades sean vulnerables al cambio climático, que provoca aumentos de los fenómenos meteorológicos extremos y el aumento del nivel del mar, así como problemas relacionados como la erosión costera, la intrusión de agua salada y las inundaciones costeras.[7] Otros problemas costeros, como la contaminación marina, los desechos marinos, el desarrollo costero y la destrucción del ecosistema marino, complican aún más los usos humanos de la costa y amenazan a los ecosistemas costeros.[7]
Los efectos interactivos del cambio climático, la destrucción de hábitats, la sobrepesca y la contaminación del agua (especialmente la eutrofización) han provocado la desaparición de ecosistemas costeros en todo el mundo. El resultado ha sido el colapso de las poblaciones de peces, la pérdida de biodiversidad, el incremento de invasiones de especies exóticas y la pérdida de hábitats saludables. La atención internacional a estos problemas se ha plasmado en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14, «La vida bajo el agua», que establece metas para la política internacional centradas en la preservación de los ecosistemas costeros marinos y el apoyo a más prácticas económicas sostenibles para las comunidades costeras.[8] Asimismo, las Naciones Unidas han declarado el período 2021-2030 como el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas, pero la restauración de los ecosistemas costeros ha recibido una atención insuficiente.[9]
Dado que las costas cambian constantemente, no se puede determinar el perímetro exacto de una línea costera; este problema de medición se denomina paradoja de la línea de costa. El término zona costera se utiliza para referirse a una región donde se producen interacciones de procesos marinos y terrestres.[10] Los términos costa o riviera se utilizan a menudo para describir un lugar geográfico o una región situada en una línea costera, por ejemplo, la Costa del Sol o la Costa Brava en España, o la Riviera Maya en México, la Riviera francesa o la la Riviera italiana. Las costas con una plataforma continental estrecha que están cerca del océano abierto se denominan pelágicas, mientras que otras están más resguardadas en un golfo o bahía. Una costa, por su parte, puede referirse a partes de tierra colindantes con cualquier gran masa de agua, incluidos océanos (costa marina) y lagos (costa lacustre). Definición editar
Se denomina «costa» a la franja de unión de las tierras emergidas con las sumergidas, ya sea de un continente o de una isla. Generalmente se emplea el término al hablar de bordes marinos, aunque se usa también para designar costas lacustres o fluviales,[11] aunque las orillas de los ríos se denominan riberas, y solo en ríos de gran anchura se podría hablar de verdaderas costas, por ejemplo en el Río de la Plata.
Por extensión, también se emplea la expresión para referirse a los sectores, tanto terrestres como acuáticos, próximos a la verdadera costa. Es por ello que se habla de «ciudades costeras», diferenciándolas de este modo de las situadas lejos de las costas, o de «peces costeros» como contraposición a los peces de hábitos pelágicos. En estos casos también se emplea el sinónimo de «litoral».
Las mareas y corrientes aportan a la zona costera parte de la energía del mar, pero las olas son el principal factor en la formación de las costas, al entregar la mayor parte de la energía que erosiona, transporta y deposita los sedimentos. Las olas que recorrieron largas distancias tienen una energía considerable como modeladoras de las costas.
En zonas donde predominan los vientos y las olas en un solo sentido, la capacidad del mar para transportar materiales a lo largo de la costa, en un sentido determinado, produce un proceso llamado "corriente de deriva costera" (no confundir con la corriente de deriva litoral).
El problema que se va a resolver, es el de encontrar la forma que adopta la superficie libre de una capa de agua que cubre toda la Tierra, cuando consideramos las fuerzas de atracción que ejercen el Sol y principalmente, la Luna.
Son el resultado de los depósitos de olas constructivas, en general en zonas costeras de escasa energía, dependiendo en gran medida de la posición relativa de la línea de costa. Las playas pueden ser de sedimentos finos, como limo y arena, o de materiales más gruesos, como cantos rodados o también como combinación de estos tres elementos. El tipo de zona de rompiente, el tipo de sedimento, la energía de las olas, la amplitud de la marea y el efecto del viento determinará la forma de la playa.
La erosión se produce en las costas que están expuestas a olas que han recorrido una gran distancia, o con vientos marinos que traen mucha energía. Estas costas están dominadas por acantilados, en cuya base se produce una plataforma erosionada por las olas. Sin embargo cuando la dinámica de una zona de rompiente en una playa cambia temporalmente hacia tipos en que predomina la acción erosiva se pueden observar en el paisaje, microacantilados de playa.
La erosión costera es producida a través de la acción hidráulica (la presión de las olas que rompen a los pies del acantilado) y del proceso por el cual los sedimentos del agua son arrojados contra la superficie rocosa.
Término que indica un valle fluvial invadido por el mar. Costa accidentada, resultado de la inmersión de una masa de tierra mucho más erosionada por la acción de los ríos (las desembocaduras se inundan). Generalmente sobre rocas metamórficas y cristalinas. Su localización depende de la red de fallas o la existencia local de rocas menos resistentes. El tipo clásico es el de ría abierta, con forma de embudo orientado hacia el mar. También el de la ría en botella, cuya salida está cerrada por un paso más estrecho. Ante la salida de las rías suele haber islas, restos de rocas resistentes.
Entre los accidentes geográficos que alteran la continuidad de la costa y determinan su paisaje, los hay salientes: cabo, promontorio, punta, delta, etc., o entrantes: golfo, estuario, fiordo, ría, bahía, ensenada, etc.
Además de depender de los procesos de sedimentación y de la erosión, los paisajes costeros dependen también de la posición relativa de la línea de costa.
Los seres humanos también afectan el paisaje. Entre las acciones más importantes está la construcción de defensas costeras, tanto para reducir el peligro de inundaciones en las zonas bajas y también para controlar la erosión. Las tierras ganadas al mar como en el caso de los Países Bajos (pólders), constituyen 2227 km².
Los paisajes costeros y la dinámica natural que las afecta son el objeto de estudio de la geografía litoral.