La corregencia es la forma de gobernar en la que un monarca ejerce sus funciones conjuntamente con otra persona: el corregente.[1] Normalmente se establecía entre el rey y su hijo heredero, aunque podía ser con otras personas de la familia real, la nobleza o más raramente con altos dignatarios del Estado.
Durante el Imperio Romano, era común que el emperador principal designase a su sucesor como César, en algunas ocasiones incluso adoptándolos como sus hijos. Aunque este título solía tener un carácter simbólico, esto se volvió un procedimiento estándar durante la Tetrarquía. Un ejemplo es cuando el emperador Justino I designó a su sobrino Justiniano como coemperador poco antes de morir. Este sistema se mantuvo prácticamente sin cambios hasta el período Paleólogo del Imperio, cuando Andrónico II le otorgó a su hijo Miguel el título de coemperador con unas capacidades y autoridad equivalentes a la del emperador principal.[2]
Hubo momentos en los que hubo más de un coemperador a la vez, como es el caso de Romano I con sus hijos[n. 1] y Constantino VII, o el de Juan I Tzimisces, que tuvo como corregentes a los menores Basilio II y Constantino VIII.
Una corregencia existe hoy en día en Andorra, donde dos coprincipes ejercen de jefes de Estado, siendo estos el obispo de Urgel y el presidente de Francia[3]
La corregencia fue una práctica habitual en el Antiguo Egipto, posiblemente porque cumplía dos importantes funciones: el aprendizaje del futuro soberano y un modo de confirmar la decisión del faraón sobre quien sería su heredero.
En el Antiguo Egipto, algunos de los gobernantes que ejercieron su reinado en corregencia son los siguientes: