Se llama clavo halladizo a la herida de la palma o de la ranilla del pie del caballo determinada por cuerpos agudos o cortantes. La forma de estos cuerpos, la dirección que toman, la fuerza con que penetran, la naturaleza de los tejidos que interesan determinan lesiones diferentes tanto más graves cuanto más antiguas sean.
Lo ideal es leche en la planta del pie.
El cuerpo vulnerante es variable. Unas veces se trata de clavos de diferentes formas, otras, de pedazos de cristal o vidrio, trozos de madera puntiagudos, etc. Intervienen con alguna frecuencia ciertas cusas predisponentes. Se observa por ejemplo, el clavo halladizo en los caballos que trabajan en las casas en construcción o en derribo, en los caballos de transporte, en los caballos de caza que galopan por las landas cubiertas de espinos, etc.
El cuerpo vulnerante no penetra con igual facilidad en todos los puntos de la superficie plantar. Por razón de su inclinación y espesor y dureza de la tapa, esta es raramente atacada porque el clavo a menos que no se fije verticalmente, se dobla, resbala por su superficie y va a chocar contra la ranilla donde penetra oblicuamente. En general, se introduce a nivel de la ranilla o de los candados.
Los síntomas funcionales consisten en:
Si se examina el pie pueden apreciarse síntomas locales. A veces puede también hallarse el cuerpo extraño implantado en los tejidos. De ordinario, se sale y cae o bien se halla tan oculto en los tejidos que no se le ve. Pero otros signos ponen en camino de encontrar la lesión. Si el accidente cuenta ya muchos días de antigüedad, el pie está caliente, sensible. Rebajando ligeramente la tapa se encuentra con facilidad el trayecto por el cual fluye un líquido purulento grisáceo de mal olor. El sondeo de la herida hecho con cuidado indica la dirección y profundidad del trayecto.
Los datos anatómicos pueden dar cuenta de la diferente gravedad de las lesiones según el punto en el que el clavo haya penetrado. La herida puede ser:
El pronóstico varía según: