Charity Navigator es una organización sin ánimo de lucro estadounidense que califica a entidades benéficas registradas en los Estados Unidos. Sus evaluaciones, de acceso gratuito, analizan aspectos financieros, de gobernanza y, progresivamente, los resultados e impacto reportados por las propias organizaciones.[1]
Charity Navigator | ||
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Tipo | Organización sin ánimo de lucro | |
Forma legal | organización 501(c)(3) | |
Objetivos | Evaluación y calificación de organizaciones benéficas | |
Fundación | 2001 | |
Sede central | Saddle Brook, Nueva Jersey (Estados Unidos) | |
Área de operación | Estados Unidos | |
Ingresos | 4 105 726 dólares estadounidenses | |
Activos | 11 779 343 dólares estadounidenses y 6 212 155 dólares estadounidenses | |
Miembro de | Independent Sector | |
Sitio web | www.charitynavigator.org | |
A junio de 2023 la plataforma ofrecía valoraciones para más de 200 000 organizaciones, lo que la convierte en el evaluador de ONG más consultado del país.[2]
La organización fue fundada en 2001 por el empresario John P. Dugan con el fin de «ayudar a los donantes a tomar decisiones informadas y reconocer a las entidades mejor gestionadas».[1] En 2020 introdujo el sistema de calificación Encompass, que amplió su cobertura de unas 9 000 a más de 160 000 entidades e incorporó nuevos indicadores sobre impacto y gobernanza.[3] Desde noviembre de 2022 unifica su tradicional escala de 0-4 estrellas con la metodología Encompass en un único sistema.[4]
Las entidades se valoran a través de hasta cinco «balizas» (beacons): Finanzas y responsabilidad, Impacto y resultados, Liderazgo y adaptabilidad, Cultura y comunidad y Equidad. Cada baliza se puntúa sobre 100 y su ponderación agrega un resultado global expresado en 0-4 estrellas.[5]
Diversos estudios y medios han señalado que las puntuaciones de Charity Navigator influyen en el comportamiento de los donantes, que tienden a favorecer a las entidades mejor calificadas.[6]
La organización ha sido criticada por otorgar un peso excesivo a los ratios de «gastos generales», lo que podría penalizar a ONG que invierten en desarrollo institucional.[6] En 2013 firmó la carta abierta «Overhead Myth», donde advertía de las limitaciones de ese indicador y animaba a medir el impacto efectivo de los programas.[7] La incorporación de métricas de impacto y cultura organizacional en la metodología unificada se interpreta como respuesta a estas críticas.[3]