El cerdo del Concejo (denominado también rey de los cochinos) fue una tradición popular del mundo rural, mediante la cual se cuidaba colectivamente un cerdo que se ponía a disposición del concejo.[1] La celebración pronto se asoció a San Antonio Abad (protector de las bestias útiles al hombre). La celebración coincidía con la fiesta de los locos y de los asnos de la Edad Media.
En Madrid, durante el siglo XVI, se realizaban estas congregaciones populares en el denominado campo de Atocha, junto a la ermita de San Blas.[2] Los porqueros de la villa traían un cerdo y se premiaba al más engalanado. Escogiendo uno entre ellos, de los pertenecientes a las diversas piaras, nombrándolo: rey de los cochinos. Se organizaba una carrera de cerdos, y el primero en llegar a un abrevadero repleto de comida era proclamado rey de los cerdos. Se elegía un porquero por sorteo, y se le disfrazaba de san Antonio. Se montaba en un burro adornado con cabezas de ajo y nabos y se dirigía a la ermita de San Antonio. Le seguía la piara de cerdos, con el rey de los cerdos a la cabeza. Los monjes antonianos daban entonces su bendición a lo que sería pienso para la manada (paja y cebada), así como al pan destinado a la compañía. Dibujaban la cruz del santo (en forma de tau) en los panes antes de devolverlos al rey y a los demás.[3]
Esta costumbre devino en la capital en las fiestas denominadas vueltas de San Antón. La fiesta fue desapareciendo paulatinamenta hasta dejarse de celebrar en el siglo XIX.