Un cayo es una pequeña isla de baja altitud y relieve, formada sobre la superficie de un arrecife de coral o sobre depósitos de arena y sedimentos marinos.
Los cayos se localizan principalmente en regiones tropicales de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, incluyendo zonas como el mar Caribe, la Gran Barrera de Coral y el arrecife de barrera de Belice. En algunos casos, estos territorios proporcionan tierra habitable y agrícola para miles de personas. Los ecosistemas de arrecifes que los rodean ofrecen recursos alimenticios y materiales de construcción a las comunidades locales. Uno de los principales inconvenientes de los cayos es la escasez de fuentes de agua potable.
El conjunto de cayos recibe el nombre de cayería. Algunos pueden alcanzar una extensión considerable, como el cayo Coco, con aproximadamente 370 km², situado al norte de la isla de Cuba. Este constituye la cuarta isla en tamaño del archipiélago cubano, después de la isla de Cuba, la isla de la Juventud (antigua isla de Pinos) y el cayo Romano, ubicado junto a cayo Coco.
Un cayo se forma cuando las corrientes oceánicas transportan sedimento suelto a través de la superficie de un arrecife hacia un nodo de depósitos, lugar donde la corriente disminuye o converge con otra corriente, liberando su carga de sedimentos. Poco a poco, las capas de la acumulación de sedimentos son depositadas en la superficie del arrecife.
Estos nodos se producen en áreas de superficies de arrecifes en barlovento o sotavento, aunque a veces surgen alrededor de un afloramiento de un antiguo arrecife emergente o en una playa rocosa.
La isla que resulta de la acumulación de sedimentos se compone casi enteramente de sedimento biogénico –restos de esqueletos de plantas y animales– de los ecosistemas de arrecifes circundantes. Si los sedimentos acumulados son predominantemente arena, la isla se llama "cayo", y si son predominantemente de grava, la isla se llama "islote".
Los sedimentos de un cayo están compuestos principalmente de carbonato de calcio (CaCO3), aragonito, calcita y calcita magnésica. Estos son producidos por diversas plantas (por ejemplo, algas coralinas y especies del alga verde Halimeda) y animales (por ejemplo, el coral, moluscos o foraminíferos). Suelen encontrarse pequeñas cantidades de silicato de sedimento también aportado por esponjas de mar y otros animales similares. Con el tiempo, el suelo y la vegetación se pueden desarrollar en la superficie de un cayo, asistidos por el depósito del guano de las aves marinas.
Una gama de influencias físicas, biológicas y químicas determinan el desarrollo en curso o la erosión del entorno de los cayos. Estas influencias son: la extensión de acumulaciones de arrecifes de arena superficiales, los cambios en las olas del mar, las corrientes, las mareas, los niveles del mar y las condiciones meteorológicas, la forma del arrecife subyacente, los tipos y abundancia de la biota carbonato de producción y otros organismos, tales como aglutinantes, bioerosionadores y bioturbadores (criaturas que se unen, erosionan y mezclan sedimentos) que viven en los alrededores de los ecosistemas de arrecifes.
Los cambios significativos en los cayos y sus ecosistemas circundantes pueden ser resultado de fenómenos naturales como el Fenómeno del Niño o los severos ciclos del Fenómeno del Enos. Además, los ciclones tropicales pueden ayudar a construir o destruir estas islas.
Hay un gran debate y preocupación por la estabilidad futura de los cayos frente a las crecientes poblaciones humanas y las presiones sobre los ecosistemas de los arrecifes que las componen, así como las predicciones de cambios climáticos y el aumento del nivel del mar. A esto se suma que se desconoce con certeza cuántos años poseen los cayos en cuanto a su formación actual para tomar decisiones conservacionistas al respecto.
Para ello, es necesario entender el potencial de cambio en las fuentes de sedimentos para la creación de playas en los cayos, con vistas a determinar si el cambio del medio ambiente es un factor importante para predecir su estabilidad presente y futura. A pesar de ello, hay consenso en que estos ambientes insulares son muy complejos y algo frágiles a los elementos externos.
Los cayos suelen tener mayor variedad de insectos y reptiles que las islas normales.
La preservación del ambiente de los cayos se ve comprometida por el avance de los proyectos turísticos, que aprovechan la belleza de las playas, la riqueza de la vegetación y los excelentes sitios de buceo. Los cayos son reductos frágiles de flora y fauna, que deben ser respetados y cuidados. Así, en muchos proyectos se incentiva una interacción respetuosa con el ambiente, como son el buceo contemplativo y las excursiones ecológicas.