Una capilla funeraria es una capilla que sirve, principalmente, como lugar de enterramiento para personas o familias notables.
Puede referirse a un mausoleo, edificio exento o auxiliar, bien formando parte o adosado a un templo, iglesia o monasterio para recordar o presentar ofrendas a los difuntos.
En particular, las iglesias o capillas donde están enterrados los santos o personalidades políticamente importantes, a veces también culturalmente, se llegan a conocer como iglesias funerarias.
Ya desde el Antiguo Egipto, se construían este tipo de capillas para este fin que se convertían en santuarios funerarios de un noble, rey o dios.
En la arquitectura paleocristiana existían los martyrium, aislados, que acogía los sepulcros de los mártires cristianos y durante la Edad Media, se generalizó que formaran parte de un edificio mayor para permitir oficiar simultáneamente el culto a los santos.[1]
Más adelante, en las iglesias cristianas, estas capillas auxiliares cultuales se desarrollarán primero en los ábsides y posteriormente en los laterales de los edificios para poder facilitar el culto privado, sobre todo a partir del barroco.[1] La función principal de la capilla era rezar por la salvación de los difuntos, por lo que las familias nobles o la burguesía adinerada, encargaba a un sacerdote que oficiara aquí las misas por sus almas.[2]
Muchas veces, se construía una bóveda funeraria en el subsuelo de las capillas para depositar, ya sea directamente en el suelo o bien expuestos sobre soportes o en cavidades habilitadas en las paredes, los ataúdes o sarcófagos.