El Campo de refugiados de Mesa Grande fue uno de los campamentos de refugiados salvadoreños asentados en San Marcos Ocotepeque, Honduras, en la década de 1980.[1] El campo acogió a unas 11 mil personas.[1][2]
Campo de refugiados de Mesa Grande | ||
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Ubicación | ||
País |
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Historia | ||
Tipo | Campamento de refugiados | |
Construcción | noviembre de 1981 | |
Mesa Grande fue uno de los tres campos de refugiados más masivos junto a Colomoncagua y San Antonio.[3]
Según ACNUR, en septiembre de 1980 había 9.000 personas salvadoreñas exiliadas en Honduras y en los primeros meses de 1981 aumentaron a 15 mil, de los que 9 mil se asentaron en la zona de La Virtud-Guarita y 6 mil en Colomoncagua, departamento de lntibucá.[4] Esta agencia de Naciones Unidas calcula que entre 1980 y 1992 unas 25 mil personas que huían del conflicto armado de El Salvador se exiliaron en Honduras.[1][5]
Mientras que las personas que se habían asentado en Colomoncagua y San Antonio fueron distribuidas en varios campos más pequeños, cercanos a municipios, en La Virtud-Guarita se estableció un único campamento en las afueras, con unas 3 mil personas refugiadas, la mayoría de ellas distribuidas por diferentes pueblos y aldeas.[4] Estas diferencias afectaron tanto a la capacidad organizativa de las personas refugiadas como a su seguridad, que en el caso del campo de Virtud-Guarita estaba mucho más expuesta a ataques de grupos militares.[4]
Cuando los refugiados salvadoreños empezaron a llegar a Honduras, el gobierno de ese país apostó por dejar que se quedaran cerca de la frontera.[4] Sin embargo, al aumentar el número priorizó la reubicación.[4] Según el investigador Demetrio Paredes, esta decisión se debió a los intereses del gobierno hondureño, pero también del salvadoreño y el estadounidense, que mientras denunciaban que los campamentos eran refugios de la guerrilla, llevaban a cabo operativos militares en la frontera.[4] ACNUR aseguró que nunca recibió pruebas que sostuvieran los discursos que acusaban a los refugiados de guerrilleros.[4]
Finalmente, el gobierno hondureño y ACNUR decidieron reubicar a los refugiados a pesar de la resistencia de estos y de organizaciones como Cáritas y del Comité Evangélico de Desarrollo y Emergencia Nacional (CEDEN).[4] Entre noviembre de 1981 y abril de 1982 los refugiados del campamento La Virtud-Guarita fueron reubicados en Mesa Grande.[4] Varios miembros de Cáritas fueron asesinados por militares en este proceso, entre ellos, Elpidio Cruz y Lucio Aguirre Monge.[4] Además, los cuerpos armados asesinaron y desaparecieron al menos a 34 refugiados para forzar su salida.[4] Estas acciones se dieron de forma coordinada entre los ejércitos hondureño y salvadoreño.[4]
A pesar de denominarse como campamento de refugiados, muchos de los testimonios de supervivientes hablan de condiciones carcelarias.[6][7][8][9] Un cerco limitaba el perímetro que, además, estaba vigilado por patrullas del ejercito hondureño.[6] Quienes lo cruzaban corrían el riesgo de sufrir violencia de todo tipo, incluida la sexual, también corrían el riesgo de ser asesinados o desaparecidos.[6][8][9]
Al llegar, a Mesa Grande, ACNUR les repartía mantas, comida y las carpas para guarecerse.[8][10][11] Posteriormente, las carpas pasaron a ser casas de madera.[8]
En el campamento había talleres de costura y bordado, zapatería, sastrería, carpintería y de cuidado animales, entre otros.[10][12][8] En esos talleres se cosía la ropa de las personas refugiadas, que según los testimonios se repartía dos veces al año y se confeccionaba toda del mismo color, a veces amarilla, a veces azul, según el color de la tela que les hubieran dado.[12]
En 1987, con los acuerdos de Esquipulas, inició el retorno de las personas refugiadas en Mesa Grande a El Salvador.[1][5] En octubre de ese año, se dio el primer retorno masivo, en el que unos 4500 salvadoreños iniciaron la repoblación de las comunidades de Chalatenango, Cuscatlán y Santa Marta del departamento de Cabañas del otro lado de la frontera.[3][13] Si bien se ha sugerido que estas repatriaciones fueron dirigidas y lideradas por el FMLN, fue un retorno organizado de forma colectiva por los propios refugiados, que eran campesinos acostumbrados al abandono del Estado.[3][14]
Las comunidades repobladas celebran anualmente un encuentro en Mesa Grande.[6] En 2024 se celebró el 14 Encuentro Internacional de Comunidades de exrefugiados en Mesa Grande, en el que participaron más de 3 mil personas que viajaron desde Cabañas, Chalatenango, Cuscatlán y La Libertad, cruzando las fronteras de El Poy, en Chalatenango, y el puente de La Integración, en Cabañas.[1]