La calle del Salitre es una vía pública de la ciudad española de Madrid, situada en el barrio de Embajadores, distrito Centro, que cruzando el barrio de Lavapiés,[1] desciende en sentido norte-sur desde la calle de Santa Isabel hasta la calle de Valencia en su confluencia con la calle de la Sombrerería. Debe su nombre a la La Real Fábrica de Salitres de Madrid, abierta en 1785.[2]
Calle del Salitre | ||
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Madrid y Embajadores, España | ||
Cruces | calle de Santa Isabel, calle de la Fe, calle de Argumosa, calle de la Sombrerería y calle del Doctor Piga | |
Ubicación | 40°24′33″N 3°41′56″O / 40.409236111111, -3.6988055555556 | |
Mediado el siglo xvii, aunque no urbanizada en su totalidad, la calle que descendía desde la de Santa Isabel al postigo de Valencia,[a] aparece rotulada como calle de San Bernardo en el plano de Texeira de 1656;[3] si bien en el plano de Espinosa de 1769 está rotulada sin embargo como calle de San Bernabé.[4][5] Fue conocida popularmente sin embargo como “calle del Salitre”, denominación que el consistorio municipal madrileño hizo oficial el 11 de enero de 1835.[2][b] Aún hubo un periodo, ya en el siglo xx en que cambió su nombre por el de calle de Baltasar Bachero,[c] nombre que mantuvo entre 1929 y 1967, año en que recuperó el de calle del Salitre.[6][2][7]
El gran crecimiento de la población controlada por la primitiva parroquia de San Sebastián en tiempos de Felipe III,[8] hizo que este rey mandara erigir un templo auxiliar dedicado a San Lorenzo, levantado en la esquina con «la calle del Doctor Piga -antigua Travesía de San Lorenzo- frente a la calle de la Fe»,[2] donde según algunos cronistas hubo antes una sinagoga.[9] La iglesia, concluida en 1669,[d][8][10] sufrió varios incendios, el más destructor en 1936 que la dejó en ruinas. Entre 1942 y 1950 se levantó un nuevo y modesto templo según traza de los hermanos Sixto y Antonio Cámara Niño.[e]
Dentro de los proyectos de inspiración ilustrada, entre 1778 y 1785 se construyó, entre la manzana 36, junto al portillo de Valencia y la entonces calle de San Bernardo, la Real Fábrica de Salitres de Madrid, siguiendo los planos del arquitecto José de la Ballina y su hijo Manuel (que llegaría a ser Arquitecto de Rentas Reales).[2] Ha quedado noticia de que en esta industria «llegaron a trabajar más de mil quinientos operarios»; concentración obrera que provocó la creación y expansión del llamado «gran Barrio del Salitre».[2] En el plano de Madrid de Tomás López, publicado en 1835, las fábricas aparecen representadas con dos grandes espacios triangulares con depósitos de sal y albercas, en una zona que abarcaba desde el ‘barranco de Embajadores’ (luego calle de Miguel Servet) hasta el Hospital General ocupado luego por el Museo Reina Sofía, y delimitados por la Ronda de Atocha y el paseo de Santa María de la Cabeza. Aunque declarado Bien Nacional, en 1869 el Estado vendió a diversos particulares terrenos e instalaciones.[11]
Los cronistas Peñasco y Cambronero anotan que «se conservan antecedentes de construcciones particulares» desde 1696.[10] Nada se conserva de aquel periodo pero sí muchos de los edificios construidos entre finales del siglo xix y comienzos del xx, cuando se urbanizó la demolida fábrica de salitres y los terrenos colindantes, con manzanas de viviendas y calles nuevas como la del Doctor Fourquet.[2]
Además de la gran cantidad de puertas de madera que se han conservado, pueden mencionarse singulares edificios como el del número 22, con una colorista mezcla de fábrica de cerámica y ladrillo rojo.[2][12] Otro local interesante –muestra del apogeo que la azulejería urbana tuvo en el Madrid del último cuarto del siglo xix y primer tercio del siglo xx,[13] impulsada por la ideología pedagógica de la Institución Libre de Enseñanza[14]– es el que decora la fachada de la antigua taberna que hubo en el nº 2, publicitando la antigua Casa Lara, que en 1987 pasó a llamarse Taberna Encantada.[2]