Calificador del Santo Oficio era el teólogo nombrado por el tribunal del Santo Oficio destinado a censurar libros y proposiciones o afirmaciones dogmáticas y, en algunas ocasiones, dictaminar sobre cuestiones dudosas del mismo tribunal.[1]
Los calificadores del Santo Oficio eran especialistas en teología y doctrina los que tenían como tarea principal la de detectar y delatar a los textos sospechosos de contener ideas contrarias a la doctrina religiosa y política, y evaluar los contenidos y servicios de los escritos confiscados y las declaraciones de los procesados. La acción del calificador era, pues, esencial Dentro del sistema de censura del Santo Oficio.[2]
En general, en un primer momento, los calificadores del Santo Oficio tenían una formación académica alta, y era abundante el grado de doctor en teología y maestro en artes. Muchos eran catedráticos en teología y artes en la universidad o lectores de sus conventos. A menudo pertenecían al clero regular, pero también al clero secular. Durante el siglo XVIII disminuyó el número de calificadores titulados, a pesar de que entonces hubo muchos más graduados que en los siglos anteriores y aumentó el número de calificadores en España debido a las crecientes actividades de censura de libros y de proposiciones. Parece verosímil que el Santo Oficio se viera obligado a reclutar a sus miembros entre personas que no tenían formación universitaria y que solo habían estudiado en su orden religiosa. A los catedráticos de teología y de filosofía del siglo XVIII aquel cargo inquisitorial ya no les atraía tanto como antes.[3] Jovellanos se quejaba del bajo nivel de los calificadores de su época, los cuales solían ser frailes que no conocían idiomas extranjeros y solo sabían algo de teología escolástica y moral casuística.[4]