En la antigua construcción naval, un cable de arriostrado era una cuerda gruesa que formaba parte de un sistema indispensable para el refuerzo estructural del casco. Según la solución adoptada había dos o cuatro cables longitudinales. Estaban atados a la proa y popa y se extendían a través de la parte superior de la nave desde la parte delantera hasta la trasera.
El casco de un barco funciona como una viga cuando está sometido a flexión. En una viga doblada, la parte convexa de la deformación se somete a tracción. En algunos diseños de vigas el elemento resistente a este esfuerzo de tracción es un cable o una varilla delgada.
Las primeras representaciones de buques con cables de arriostrado son del antiguo Egipto y se llaman tortores en documentos modernos. Además, los trirremes griegos tenían un sistema similar llamado hypozoma (en singular, hypozomata en plural). Los trirremes romanos y los grandes buques de carga (naves onerariae) también adoptaron los cables de arriostrado.[1]
En los Hechos de los Apóstoles se puede leer el naufragio de San Pablo, que viajaba en una nave mercante romana cargada de trigo.[2] El viaje comenzó mal. La nave zarpó de Laloino limenes (‘Bellos Puertos’), cerca de Lasea, en una época del año peligrosa (pasado el Ayuno, el día de la expiación judía o Yom Kippur, entre septiembre y octubre) en contra el consejo de Pablo, ya que el centurión que mandaba hizo más caso del piloto y del patrón. Pronto los sorprendió un viento, el llamado euroaquilón. Pudieron apenas lanzar al agua el bote que llevaban a remolque «un barco con cable de arriostrado». Al cabo de catorce noches de ir a la deriva, la embarcación embarrancó en un bajo de arena y con muchas dificultades llegaron a la playa. Era la isla de Malta.[3]
Al cabo de tres meses Pablo zarpó hacia Siracusa a bordo de un barco alejandrino, confiado a los Dioscuros (Cástor y Pollux) .[4]
Isidoro de Sevilla, en las Etymologiae, escribió sobre los cables de arriostrado:
Tormentum funis in navibus longus, qui a prora ad puppim extenditur quo magis constringantur. Tormenta autem a tortu dicta, restes funesque. Scaphon funis in prora positus.
(Traducción) En los barcos el tormentum es un cable grueso y largo que va de proa a popa y que refuerza la estructura. Los cabos y cables también se llaman tormenta porque están retorcidos [de tortus]. El scaphon es un cable que se pone en la proa.Isidoro de Sevilla. Etimologías XIX.4.6.