Un burdel (del catalán bordell o del occitano bordel)[1] (también prostíbulo, lupanar, mancebía, casa de lenocinio, casa de sexoservicio o puticlub, entre otros sinónimos)[2] es un lugar en el que se practica la prostitución. Por razones legales o culturales, en diferentes países y regiones los establecimientos pueden a menudo describirse como salones de masajes, bares, clubes de striptease, estudios o con alguna otra descripción. El trabajo sexual en un burdel se considera más seguro que la prostitución callejera.[3] En grandes ciudades, es común que los burdeles se concentren en los llamados barrios rojos.
El marco legal dentro del cual la prostitución, y por ende los burdeles, puede ofrecerse y operar legalmente varía no solo entre países, sino que a veces también está sujeto a regulaciones regionales. La prostitución y la operación de burdeles son ilegales en muchos países, aunque algunos burdeles ilegales conocidos pueden ser tolerados o que las leyes no se apliquen estrictamente. Cuando los burdeles son ilegales, pueden operar bajo la apariencia de un negocio legítimo, tales como salones de masajes, saunas o spas. En otros países, la prostitución y la operación de burdeles son legales y están reguladas. El grado de regulación varía considerablemente según el país. La mayoría de estos países permiten los burdeles, al menos en teoría, ya que se consideran menos problemáticos que la prostitución callejera.
A pesar de que hay muchas diferencias entre países e incluso localmente, los burdeles «clásicos» tienen dos elementos comunes: un bar en el que los clientes esperan y se relajan y un conjunto de habitaciones en las que las prostitutas mantienen relaciones sexuales con los clientes.
Suele estar regentado por una persona, generalmente una mujer denominada matrona o madame. Esta es la encargada de mostrar a las chicas en ropas diminutas (tanga, bikini, etc.) al cliente, que es quien decide quién será la elegida para proporcionar los servicios sexuales.
Desde la aparición de Internet los burdeles han ido a menos, ya que la red facilita más la comunicación entre proxeneta y cliente, y la proliferación de hostales o alojamientos donde se ejerce la prostitución, muchas veces de manera clandestina, localizados en lugares céntricos de las ciudades. Una opción al problema de la prostitución clandestina sería la creación de alojamientos de alterne, donde las meretrices son agrupadas y controladas por las entidades municipales de salud.
De acuerdo con el DRAE, la palabra proviene del catalán bordell, o del occitano bordel,[4] que significa «cabaña pequeña, cabaña, burdel», diminutivo de borde «cabaña de tablones», del franco *bord, «tabla de madera» o alguna otra fuente germánica relacionada con la tabla.[5] Según el diccionario de la Enciclopèdia Catalana, el origen del término bordell[6] probablemente esté relacionado con el de la palabra bord[7] (literalmente: borde) en su acepción de bastado, «nacido de un padre y de una madre que no están casados» o «nacido de padres desconocidos, expósito», por el hecho de ser un lugar de eventual engendramiento de gente «burda» (del lat. tardío burdus' ', bastardo').
Según una etimología popular, la palabra proviene de la Edad Media, cuando Luis IX confinó a las «mujeres de fácil virtud» (llamadas les bordelières) a orillas del Sena en casas llamadas bordeaux (lit., al borde del agua).[8] De acuerdo con Joaquín Escriche, antiguamente se decía bardeau y significa a flor de agua, o en la ribera del mar, por alusión al epíteto de Venus llamada aphrodites, esto es, nacida de la espuma del mar.[9]
El 2 de diciembre de 1949, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena.[10] El Convenio entró en vigor el 25 de julio de 1951 y para diciembre de 2013 había sido ratificado por 82 Estados.[11] El Convenio pretende combatir la prostitución, que considera «incompatible con la dignidad y el valor de la persona humana». Las partes del Convenio acordaron abolir la regulación sobre prostitutas individuales y prohibir los burdeles y el proxenetismo. Algunos países que no son parte del convenio también prohíben la prostitución o el funcionamiento de burdeles. Sin embargo, diversas comisiones de las Naciones Unidas tienen posturas divergentes sobre la cuestión. Por ejemplo, en 2012, una comisión del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA) convocada por Ban Ki-moon y respaldada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y ONUSIDA, recomendó la despenalización de los burdeles y el proxenetismo.[12][13][14]
En la Unión Europea no hay una política uniforme ni consenso sobre el tema, y las leyes varían mucho de un país a otro. Alemania y los Países Bajos tienen las políticas más liberales; en Suecia (y en Noruega e Islandia, fuera de la UE) es ilegal «comprar» sexo, pero no venderlo. En la mayoría de los antiguos países comunistas las leyes se centran en las prostitutas, mientras que en países como el Reino Unido (excepto Irlanda del Norte), Italia y España el acto de la prostitución no es ilegal en sí mismo, pero sí lo son el ofrecer prostitución, el proxenetismo y los burdeles, por lo que es difícil ejercer la prostitución sin infringir ninguna ley. El Lobby Europeo de Mujeres condena la prostitución como «una forma intolerable de violencia machista» y apoya el «modelo sueco».[15]
En febrero de 2014, los miembros del Parlamento Europeo votaron en una resolución no vinculante, (aprobada por 343 votos a favor, 139 en contra y 105 abstenciones), a favor del «modelo sueco» de penalizar la compra, pero no la venta, de sexo (o «castigar al cliente y no a la prostituta»).[16]
La prostitución y el funcionamiento de burdeles son ilegales en muchos países, aunque es posible que se toleren burdeles ilegales conocidos o que las leyes no se apliquen estrictamente. Estas situaciones se dan en muchas partes del mundo, pero la región que más a menudo se asocia con estas políticas es Asia. Cuando los burdeles son ilegales pueden, no obstante, funcionar bajo la apariencia de un negocio legítimo, como salones de masaje, saunas o spas.
En algunos países, la prostitución y el funcionamiento de burdeles son legales y están regulados. El grado de regulación varía mucho de un país a otro. La mayoría de estos países permiten los burdeles, al menos en teoría, ya que se consideran menos problemáticos que la prostitución callejera. En algunas partes de Australia, los burdeles son legales y están regulados. La regulación incluye controles urbanísticos y requisitos de licencia y registro, y puede haber otras restricciones. Sin embargo, la existencia de burdeles con licencia no impide el funcionamiento de burdeles ilegales. Según un informe del Daily Telegraph de Australia, en 2009 los burdeles ilegales de Sídney superaban en número a los autorizados en una proporción de cuatro a uno,[17][18] mientras que en Queensland apenas el 10% de la prostitución se ejerce en burdeles autorizados, y el resto lo constituyen profesionales del sexo independientes (lo cual es legal) u operaciones ilegales.[19] La introducción de burdeles legales en Queensland tuvo por objeto contribuir a mejorar la seguridad de las trabajadoras sexuales, los clientes y la comunidad en general, así como a reducir la delincuencia.[20]
Los Países Bajos tienen una de las políticas de prostitución más liberales del mundo, y atraen a turistas sexuales de muchos otros países.[21] Ámsterdam es muy conocida por su barrio rojo y es un destino para el turismo sexual. Alemania también tiene leyes muy liberales sobre la prostitución.[22] El mayor burdel de Europa es el Pascha de Colonia. Aunque el Hotel Dumas en Butte, Montana, funcionó legalmente desde 1890 hasta 1982, actualmente los burdeles son ilegales en todo Estados Unidos, excepto en zonas rurales de Nevada; la prostitución fuera de estos burdeles con licencia es ilegal en todo el estado. Todas las formas de prostitución son ilegales en el condado de Clark, en donde se encuentra el área metropolitana de Las Vegas-Paradise.
La mención más antigua de la que existe registro de la prostitución como una ocupación aparece en registros sumerios de c. 2400 d.C. y describe un templo-burdel operado por sacerdotes sumerios en la ciudad de Uruk. El 'kakum' o templo estaba dedicado a la diosa Ishtar y albergaba tres clases de mujeres. El primer grupo solo participaba en los ritos sexuales del templo, el segundo grupo tenía libertad para moverse por los terrenos del templo y también atendía a los visitantes, y el tercer grupo, la clase más baja, vivía en los terrenos del templo, pero era libre de buscar clientes en las calles. En años posteriores, la prostitución sagrada y clasificaciones similares de mujeres existieron en Grecia, Roma, India, China y Japón.
En la antigua Atenas existían burdeles estatales con precios regulados, creados por el legendario legislador Solón. Estos burdeles atendían a una clientela predominantemente masculina, y los servicios sexuales eran ofrecidos por mujeres de todas las edades y hombres jóvenes (véase Prostitución en la antigua Grecia). En la antigua Roma, esclavas eran obligadas a prestar servicios sexuales a los soldados, y los burdeles se ubicaban cerca de los cuarteles y las murallas de la ciudad. Los burdeles existían por todas partes. La costumbre era exhibir velas encendidas para indicar que estaban abiertos.
Antes de la aparición de métodos anticonceptivos eficaces, el infanticidio era común en los burdeles. A diferencia del infanticidio habitual, donde las niñas tienen más probabilidades de ser asesinadas al nacer, el descubrimiento de un burdel romano en Ascalón, Israel, reveló que casi todos los cuerpos de bebés encontrados eran niños varones.[23]
Las ciudades comenzaron a establecer burdeles municipales entre 1350 y 1450 d. C.[24] Los municipios solían ser propietarios, operadores y reguladores de los burdeles legales, y los gobiernos designaban ciertas calles donde un dueño podía abrir un burdel.[25] Estas zonas de las ciudades fueron precursoras de los llamados «barrios rojos». Los municipios no solo restringían dónde un dueño podía abrir un burdel, sino que también imponían restricciones sobre su horario. Por ejemplo, la mayoría de burdeles tenían prohibido abrir los domingos y festivos religiosos. Algunos académicos creen que estas restricciones se aplicaban para que las prostitutas asistieran a la iglesia, pero otros argumentan que era para mantener a los feligreses dentro de la iglesia y alejados de los burdeles. En cualquier caso, era un día que no generaba ingresos para el dueño.
Aunque los burdeles se establecieron como un escape sexual para los hombres, no todos tenían la posibilidad de entrar. Durante la edad media, los clérigos, hombres casados y los judíos tenían prohibida la entrada.[26] A menudo, los foráneos, como marineros o comerciantes, eran la principal fuente de ingresos. Los hombres locales que frecuentaban los burdeles eran principalmente solteros, si bien las leyes que restringían a los clientes no siempre se aplicaban. Los funcionarios gubernamentales o la policía registraban periódicamente los burdeles para reducir el número de clientes prohibidos. Sin embargo, dado que los gobiernos tenían una estrecha relación con la Iglesia, los castigos comunes eran menores. Estas restricciones se implementaron generalmente para proteger de infecciones de transmisión sexual a las esposas de los hombres casados.
Se imponían múltiples restricciones a las residentes de los burdeles. Por ejemplo, una limitación prohibía a las prostitutas pedir dinero prestado a los dueños de los burdeles. Las prostitutas pagaban altos precios a los dueños de los burdeles por las necesidades básicas de alojamiento, comida, ropa o artículos de aseo. El precio del alojamiento y la comida solía ser fijado por los gobiernos locales, pero el precio de todo lo demás podía ascender a los ingresos totales de una mujer común. A las prostitutas a veces se les prohibía tener un amante especial. Algunas regulaciones impuestas a las prostitutas se crearon para proteger a sus clientes. Una mujer era expulsada si se descubría que tenía una enfermedad de transmisión sexual. En la Inglaterra medieval, las prostitutas no podían atraer a los hombres al burdel jalándolos de su ropa, acosarlos en la calle ni detenerlos por deudas impagas.[27] La ropa que usaban las prostitutas estaba regulada y tenía que ser distinguible de la de las mujeres respetables. En algunos lugares, una prostituta tenía que tener una franja amarilla en su ropa, mientras que en otros el rojo era el color diferenciador. Otras ciudades exigían a las prostitutas que usaran tocados especiales o restringían el vestuario de las mujeres decentes. Las restricciones impuestas a las prostitutas se implementaron no solo para protegerlas, sino también a los ciudadanos de la zona.
Debido a una epidemia de sífilis que azotó Europa, muchos burdeles cerraron a finales de la Edad Media.[28] Esta epidemia fue provocada por saqueos militares españoles y franceses tras el regreso de Cristóbal Colón de la recién descubierta América. Tanto la Iglesia como los ciudadanos temían que los hombres que frecuentaban burdeles trajeran la enfermedad a sus casas e infectaran a personas de buena conducta.
A partir del siglo XII, los burdeles de Londres se ubicaban en un distrito conocido como Liberty of the Clink. Esta zona estaba tradicionalmente bajo la autoridad del obispo de Winchester, no de las autoridades civiles. A partir de 1161, se le otorgó al obispo la facultad de otorgar licencias a las prostitutas y burdeles del distrito. Esto dio origen al término coloquial en inglées Winchester Goose (lit., «gansa de Winchester») para referirse a las prostitutas. A las mujeres que trabajaban en estos burdeles se les negaba el entierro cristiano y eran enterradas en el cementerio no consagrado conocido como Cross Bones. Para el siglo XVI, la zona también albergaba numerosos teatros (incluido el Globe Theatre, asociado con William Shakespeare), pero los burdeles seguían prosperando. Un famoso burdel londinense de la época era el Holland's Leaguer. Entre sus clientes se encontraban supuestamente Jacobo I de Inglaterra y su favorito, George Villiers, primer duque de Buckingham. Estaba ubicado en una calle que aún conserva su nombre[29] y que también inspiró la obra de teatro de 1631, Holland's Leaguer de Shackerley Marmion. Carlos I de Inglaterra autorizó varios burdeles, incluyendo la Silver Cross Tavern de Londres, que conserva su licencia hasta nuestros días porque nunca fue revocada.
Las autoridades del París medieval siguieron el mismo camino que las de Londres e intentaron confinar la prostitución a un distrito específico. Luis IX (1226-1270) designó nueve calles del barrio Beaubourg donde estaría permitida. A comienzos del siglo XIX, comenzaron a surgir en varias ciudades francesas burdeles legales controlados por el Estado (entonces conocidos como «maisons de tolérance» o «maisons closes»). Por ley, debían estar regentados por una mujer (normalmente una antigua prostituta) y su apariencia externa debía ser discreta. Las maisons debían encender una lámpara roja cuando estaban abiertas (de ahí el término «barrio rojo») y las prostitutas solo podían salir de las maisons en ciertos días y solo si iban acompañadas por su directora. Para 1810, solo en París había 180 burdeles oficialmente autorizados. Durante la primera mitad del siglo XX, algunos burdeles parisinos, como Le Chabanais o Le Sphinx, fueron conocidos internacionalmente por el lujo que ofrecían. El gobierno francés a veces incluía una visita al Chabanais como parte del programa para invitados de estado extranjeros, disfrazándola como una visita al presidente del Senado en el programa oficial.[30] El Hotel Marigny, fundado en 1917 en el segundo distrito de París, era uno de varios conocidos por atender a clientes homosexuales.[31] Sin embargo, los locales sospechosos de ser burdeles gays, incluido el Hotel Marigny, eran objeto de frecuentes redadas policiales,[32] lo que quizás indicaba una menor tolerancia por parte de las autoridades.
En la mayoría de los países europeos, los burdeles se volvieron ilegales después de la Segunda Guerra Mundial. Francia los prohibió en 1946, tras una campaña de Marthe Richard. La reacción negativa contra ellos se debió en parte a su colaboración con los alemanes durante la guerra durante la ocupación francesa. Veintidós burdeles parisinos habían sido confiscados por los alemanes para su uso exclusivo, y algunos habían amasado grandes fortunas abasteciendo a oficiales y soldados alemanes.[33] Un burdel en el barrio de Montmartre de la capital francesa formaba parte de una red de escape para prisioneros de guerra y aviadores caídos.[34]
Italia ilegalizó los burdeles en 1959. En la década de 2010 se ha presentado la introducción de muñecas sexuales o robots sexuales en las instalaciones de algunos burdeles.[35]