Berta Perelstein (Gobernador Sola, Entre Ríos, 19 de junio de 1913-Buenos Aires, 9 de septiembre de 2008)[1][2] fue una pedagoga argentina y consultora internacional en enseñanza, considerada por muchos como «la maestra de los maestros». Fue la madre de Cecilia Braslavsky (1952-2005), otra destacada educadora argentina.
Berta Perelstein | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
19 de junio de 1913 Gobernador Sola, Argentina | |
Fallecimiento |
9 de septiembre de 2008 (95 años) Buenos Aires, Argentina | |
Nacionalidad | Argentina | |
Religión | Judía | |
Familia | ||
Cónyuge | Lázaro Braslavsky | |
Hijos | Silvia Elsa y Cecilia Paulina | |
Educación | ||
Educada en | Universidad de Buenos Aires | |
Información profesional | ||
Ocupación | Educadora | |
Miembro de | Academia Nacional de Educación | |
Distinciones |
Premio Konex en 1986 Premio Andrés Bello en 1993 Premio Golda Meir en 2004 | |
Obtuvo el título de Maestra Normal Nacional con la medalla de honor en la Escuela Normal N.º 7 en 1932[3] y recibió el diploma de honor de la Universidad de Buenos Aires, UBA, en 1946, al recibir el título de Profesora en Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras.
Realizó un posgrado y una actualización profesional con Henri Wallon[4] en el Instituto de Psicobiología del Niño de la Universidad de París.[5]
Fue expulsada del profesorado en 1936 por militar en la Juventud Comunista. Recién en 1963 pudo volver a trabajar en una institución oficial, al ingresar como profesora de la Universidad de La Plata (UNLP).[2] Pero durante ese período trabajó intensamente en la actividad intelectual, académica y profesional. Por ejemplo, en 1948 formó parte del Instituto de Psicobiología del Niño de la Universidad de París, donde estudió las técnicas más avanzadas de la educación especial y los debates y análisis en torno a la niñez y adolescencia.
En 1943 fundó el Instituto Argentino de Reeducación (IAR), dedicado a trabajar con niños que necesitaban una planificación personalizada.[3]
En 1948, en Budapest, participó del Primer Congreso Internacional de Mujeres por la Paz como delegada de la Unión de Mujeres Argentinas.[6]
En la década de 1970 sostuvo una histórica polémica por carta con el educador brasileño Paulo Freire, autor de Pedagogía del oprimido, quien sostenía que el proceso de alfabetización de los marginados debía realizarse en sus propias comunidades, mientras de Berta insistía en la importancia del aula escolar y la interacción del maestro con sus alumnos.[7]
Tras el golpe militar de 1976, se exilió en Venezuela donde asesoró al ministerio local, y a los de México y Cuba.
Ha sido consultora de la Unesco en educación especial en los países de América Latina (1970-1976).[5]
Restablecida la democracia en Argentina el 10 de diciembre de 1983 retornó al país y comenzó a desempeñarse como profesora de la UBA. Al mismo tiempo fue la creadora del sistema de lectoescritura utilizado en las escuelas públicas de la ciudad de Buenos Aires.[7]
En 1986 recibió el Premio Konex en Teoría de la Educación y la Investigación y en 1993 recibió el Premio Interamericano Andrés Bello de la Organización de Estados Americanos (OEA). En 1999 fue declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por Ley 266.[8]
En 2001 recibió el Premio a la Trayectoria otorgado por la Secretaría de Educación del GCBA, y el Premio Juntos Educar de la Vicaría de Educación del Arzobispado de Buenos Aires. En 2003 fue homenajeada en la edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.[4]
En 2004 recibió el Premio Golda Meir de la Universidad Hebrea de Jerusalén y el mismo año fue designada miembro de número de la Academia Nacional de Educación.[6]
En 2007 fue homenajeada por la Cámara de Diputados de la Nación por haber sido incluida entre los Mayores Notables Argentinos.
Dirigió diversas investigaciones sobre educación especial y alfabetización inicial y fue permanentemente convocada para dictar cursos y conferencias tanto en la Argentina como en el extranjero.[5]
La provincia de Entre Ríos la homenajeó poniéndole su nombre a una de las aulas de la Escuela Normal José María Torres, de Paraná, primera escuela de maestros del país, fundada por Domingo Faustino Sarmiento.
Al día siguiente de su fallecimiento todas las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires hicieron un minuto de silencio en su honor.
Tuvo dos hijas, Silvia Elsa y Cecilia Paulina (1952-2005). Quedó viuda a los 40 años.
El rol del maestro es, desde luego, un rol esencial, muy complejo y muy gratificante. Ante todo, debe ser él mismo un lector apasionado para transmitirle al alumno el entusiasmo por la lectura y estar interesado en todos los géneros literarios.
Pero, al mismo tiempo, debe tener una excelente formación profesional para conocer a los alumnos en su nivel evolutivo y las experiencias culturales en el medio social y cultural de cada uno según cual fuere la lengua o el nivel educacional de la familia en que se desarrolló.
Debe tener conocimientos sobre la lengua escrita y saber enseñarla, con habilidades para aplicar estrategias grupales, individuales y contextuales estableciendo, además, relaciones fluidas con la familia y la comunidad. Debe confiar en la aptitud de sus alumnos y en sí mismo para influir en su desarrollo.
El maestro necesita armonizar sus acciones en un contexto escolar propicio, discutiendo y planificando sus acciones en un proyecto compartido, en colaboración con sus colegas, a su vez coordinados por una dirección comprometida en un plan de colaboración entre pares que le dé sustento a cada uno y continuidad en el trabajo de todos.Berta Perelstein de Braslavsky[9]
Algunas de sus obras fueron: