La frase latina bellum se ipsum alet o bellum se ipsum alit[1] (español: La guerra se alimenta a sí misma, francés: La guerre doit se nourrir elle-même)[2] y su traducción alemana Der Krieg ernährt den Krieg[3] describen la estrategia militar de alimentación y financiación de ejércitos con los recursos primarios de los territorios ocupados. La frase, acuñada por el político romano Catón el Viejo, se asocia principalmente a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
La frase bellum se ipsum alit fue mencionada por primera vez en el Ab Urbe condita libri (XXXIV,9,12), escrito por el historiador romano Tito Livio (59 a. C.-17), quien la atribuyó al estadista Marco Porcio Catón ("el Viejo", 234–149 a. C.).[4][5] Según Tito Livio, Catón utilizó la frase en 195 a. C., durante la conquista de Hispania, cuando rechazó comprar suministros adicionales para su ejército en la península ibérica.[2]
El lema llegó a ser prominente en lo referente a la Guerra de los Treinta Años. Friedrich Schiller, en su drama histórico Wallenstein (I/2, Los Piccolomini),[3] pone en boca de Johann Ludwig Hektor von Isolani, general del ejército de Albrecht von Wallenstein, las siguientes palabras en una conversación con otros comandantes:[6]
Illo: Ei was! Es war ein gutes Jahr, der Bauer kann / Schon wieder geben! ¡Y qué! ¡Fue un buen año, el campesino pudo pagar otra vez! Questenberg: Ja, wenn Sie von Herden / Und Weideplätzen reden, Herr Feldmarschall - ¡Sí, si usted se refiere a rebaños y pastos, señor mariscal de campo! - Isolani: Der Krieg ernährt den Krieg. Gehn Bauern drauf / Ei, so gewinnt der Kaiser mehr Soldaten. La guerra se alimenta de guerra. Los campesinos mueren, ¡ah! y de esta forma el emperador gana más soldados. Questenberg: Und wird um so viel Untertanen ärmer! ¡Y pierde más súbditos! Isolani: Pah! Seine Untertanen sind wir alle! ¡Bah! ¡Nosotros somos todos sus súbditos!
Antes de la Guerra de los Treinta Años, las leyes del Sacro Imperio Romano Germánico proveían de fondos a los ejércitos añadiendo impuestos especiales de guerra.[7] Los fondos necesarios para grandes ejércitos aumentaron superando los ingresos de los señores de la guerra, lo que les obligó a recurrir a medidas desfavorables como el préstamo de dinero y la depreciación de la moneda.[7] En el curso del conflicto, el principio de bellum se ipsum alet se aplicó en dos fases: en la primera, los víveres necesarios se obtenían directamente del territorio ocupado por el ejército;[7] más tarde, la retribución a los soldados se basó en el propio terreno, es decir, que se entregaban tierras a los soldados.[7]
En 1623, Johann Tserclaes, conde de Tilly y líder de las tropas de la Liga Católica, implementó la doctrina en el territorio arrebatado al enemigo en la Circunscripción de Alta Sajonia.[7] La circunscripción tuvo que crear un ejército para su defensa y dispersarlo por la zona,[7] que fue dividida en Kontributionsbezirke ("distritos de contribución"), cada uno de los cuales debía proporcionar una cantidad de alimentos para la soldadesca, así como caballos.[7] Los soldados eran acuartelados en las casas de la gente común, que tuvo que brindarles refugio, alimento y Servisgeld, una suma definida con la que el soldado compraba leña y sal.[7] Estas medidas eran acordadas por la nobleza, y las autoridades locales se encargaban de su aplicación.[7] En contraste, Tilly impuso medidas análogas el mismo año en el territorio que acababa de conquistar, Hersfeld.[7] Las contribuciones que demandaba eran excesivamente altas, y fueron aplicadas por la fuerza.[7]
En 1625, Albrecht von Wallenstein prometió al sacro emperador romano Fernando II levantar un ejército y financiarlo él mismo.[8] Fernando permitió a Wallenstein explotar los territorios ocupados[nota 1] con la advertencia de que no podría recaudar dinero por la fuerza sin su aprobación.[9] Esta condición fue sin embargo descuidada,[9] y las tropas se mantuvieron enteramente por los contribuidores y el botín.[8] Posteriormente, todos los ejércitos participantes en la guerra adoptaron el principio de bellum se ipsum alet.[9] Los recursos de las Kontributionsbezirke eran recogidos por las fuerzas armadas, y las autoridades locales forzadas a colaborar.[9] Los territorios afectados a menudo se arruinaban y se veían en la necesidad de pedir dinero prestado para satisfacer las demandas militares durante la Guerra de los Treinta Años, y por ello muchas comunidades alemanas permanecieron endeudadas hasta el siglo XVIII.[9]
En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi invadió la Unión Soviética. Las regiones invadidas no otorgaron a los nazis los recursos cuantiosos que esperaban debido al déficit previo de la economía planificada soviética y la devastación de la conquista.[10] Por lo tanto, el Reichsmarschall Hermann Wilhelm Göring impuso restricciones a la población local para evitar que al Reich y a la Wehrmacht les faltasen suministros de alimentos.[10] Consciente de las consecuencias de sus acciones, Göring anunció en septiembre de 1941 "la más grande hambruna desde la Guerra de los Treinta Años" en las zonas ocupadas.[nota 2][10] En 1942, describió la estrategia alemana en aquellos territorios como bellum se ipsum alet.[nota 3][10]