La batalla de Velate o Belate (posiblemente el 7 de diciembre de 1512) consistió en una captura de armamento pesado producido en el puerto de Velate durante la Conquista de Navarra, entre las tropas forales guipuzcoanas que apoyaban a Fernando el Católico y las gasco-navarras que habían entrado en Navarra con la intención de recuperar el reino y reponer en el trono al rey de Navarra, Juan III de Albret, que había sido destronado por Fernando el Católico ese mismo año.
Batalla de Velate | ||||
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Conquista de Navarra | ||||
Fecha | 7 de diciembre de 1512 | |||
Lugar | Puerto de Velate (Navarra) | |||
Resultado | victoria española (por guipuzcoanos oñacinos) | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Los guipuzcoanos atacaron a la retaguardia franco-navarra cuando pasaba el puerto, poniéndola en fuga y apoderándose de su artillería. En una de las versiones se cuestiona el que existiera una verdadera batalla y no un mero enfrentamiento en la toma de los cañones.
Las tropas navarro-gasconas tras el fallido sitio y asalto de la ciudad de Pamplona y ante la llegada del invierno, procedieron a replegarse hacia el Baztán, hostigadas por las fuerzas castellanas al mando del capitán Charles de Góngora (beaumontés). Góngora capturó a unos centenares de los rezagados y volvió a Pamplona, donde arrastró las banderas de los vencidos.
A continuación se detallan distintas versiones de esta batalla, vista desde el bando de los vencedores.
Correa, cronísta del Duque de Alba, publicada en 1515:[1]
El Señor de Lizarza (Lizarza_buru), uno de los nobles guipuzcoanos que trataba de hostigar la retirada del ejército navarro-gascón con unos trescientos ballesteros, sorprendió en las estribaciones de Velate a un grupo de alemanes con parte de la artillería empleada días atrás para batir los muros de Pamplona. Los lansquenetes alemanes, creyéndose atacados, se dieron a la fuga, no sin dejar dos artilleros que cubrieron su retirada abriendo fuego contra los guipuzcoanos, quienes cuerpo a tierra evitaron los proyectiles. Al rato, se acercaron, y Lizarzaburu al ver las piezas abandonadas, gritó ¡España, España!
Poco después llegó otro noble guipuzcoano, el señor de Berástegui, a quien Lizarzaburu encomendó la artillería para perseguir a los que huían. Alcanzó a muchos, hambrientos y helados, matando a más de un millar de ellos.
Posteriormente llegó Diego López de Ayala, líder oñacino y alcaide de la fortaleza de Fuenterrabía, que mandó un mensaje al Duque de Alba para el envío de dos centenares de mulas para bajar las piezas artilleras a Pamplona.[1]
Mártir de Anguería, secretario de Fernando el Católico, habla de la participación de 3000 guipuzcoanos y alaveses, reclutados por el gobernador y capitán general Juan Silva, que avanzaban lentamente con intención de cerrar el paso al ejército que huía. Medio centenar se adelantaron a los desfiladeros, cuando el grueso del ejército navarro-gascón lo había atravesado. Aun así sorprendieron a un grupo de alemanes que, agotados por el frío, el hambre y el cansancio, se dispersaron sin ofrecer ninguna resistencia, abandonando diez cañones y arrojando una de las piezas más pesadas a un barranco.[1]
Pablo Gorosabel, historiador guipuzcoano del siglo XIX, narra lo siguiente:
En tanto el Rey Católico escribió a la provincia (de Guipúzcoa) desde Logroño en fecha 1.º de Diciembre del mismo año 1512 una carta en la que encargaba a estos naturales cortasen la retirada al enemigo o a lo menos le hiciesen todo el daño posible. No era posible reunir y arreglar tan repentinamente, como el caso lo exigía, todas las fuerzas de guipuzcoanos que se deseaban; muchos de estos se hallaban por otra parte sirviendo en las escuadras de su Majestad e inglesa. Acudieron no obstante al lance de que se trata 3500 hombres, entre los que se hallaba la compañía de Tolosa, cuyo contingente llegaba a unas 1500 plazas; y pasando por las villas de Lesaca y Vera, llegaron el 7 a las montañas de Belate y Elizondo, donde el día 13 derrotaron al ejército francés, apoderándose de 12 cañones que llevaba, matando e hiriendo a muchos. En tan gloriosa jornada la compañía de Tolosa estaba mandada por Alberto Pérez de Rexil, vecino de la misma villa...[2]
En 1518, los Parientes mayores de Guipúzcoa se atribuyen todo el mérito de la batalla:
...mismo en las guerras de Navarra en el campo de Velate contra don Juan de Labrit —que Dios aya— e su gente, cuando se le quitó la artillería, notoria cosa es quién tubo el esfuerzo de la delantera, porque toda la gente común quiso huir y dejar yr a los franceses con su artillería, pero algunos Parientes Mayores con sus aliados tuvieron esfuerzo de tomar la delantera y pasar adelante y tomar a afrenta e riesgo de muerte donde después se esforzó la gente común, e se les quitó la artillería a los dichos franceses, e se dio las armas (por) Sus Altezas primero a los Parientes Mayores que se conteçieron y después a la Provincia, como quiera que los dichos Parientes Mayores estan en suplicaçion por merecer las dichas armas primero que la Provincia;[3]
Como premio por esta victoria, en 1513 la reina Juana añadió los doce cañones apresados al escudo de Guipúzcoa.[4] En 1516, a la villa de Fuenterrabía se le otorgaron 112 000 maravedís en las alcabalas por los servicios prestados en el de 1512 en la batalla.[5]
Estos cañones fueron eliminados del escudo de Guipúzcoa en 1979 por las Juntas Generales de Guipúzcoa, aduciendo ir en contra de las buenas relaciones con Navarra.