La batalla de Fuentes de Ebro fue el ataque con tanques del Ejército Popular de la Segunda República española contra Fuentes de Ebro, cerca de Zaragoza, el 13 de octubre de 1937 durante la guerra civil española. Fue la primera experiencia de uso en combate de un asalto masivo de tanques.
Batalla de Fuentes de Ebro | ||||
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Guerra civil española Parte de guerra civil española | ||||
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Fecha | 13 de octubre de 1937 | |||
Lugar | Fuentes de Ebro, España | |||
Resultado | victoria de los nacionalistas | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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En septiembre de 1937 los nacionalistas iniciaron una ofensiva sobre Asturias, el último enclave republicano del Norte. Por ello, el ministro de Defensa de la República Española Indalecio Prieto ordenó reanudar la ofensiva en Aragón. La nueva ofensiva, iniciada el 4 de octubre por insistencia de Prieto, estaría encabezada por el coronel Segismundo Casado, nombrado comandante del XXI Cuerpo de Ejército.
Uno de los objetivos de la nueva ofensiva era la pequeña localidad de Fuentes de Ebro, situada en el valle del Ebro sobre la carretera principal hacia Zaragoza, a menos de 35 km de esta ciudad. Para el 13 de octubre, Fuentes era la zona más fortificada de los nacionalistas en la orilla sur del Ebro. El terreno era una llanura surcada por barrancos y canales de riego, en algunos lugares cubierta de vegetación.
El ataque a Fuentes fue confiado al general Walter. Además de su 35.ª División, compuesta por la 11.ª y la 15.ª Brigadas Internacionales, Walter recibió el apoyo de un regimiento de carros con 43 tanques BT-5, la única unidad de este tipo en el ejército republicano, cuyo comandante era Antonio Llanos, es decir, el coronel soviético S. I. Kondrátiev. La 15.ª Brigada Internacional de Ćopić, que debía avanzar tras los tanques, ocupaba posiciones de unos tres kilómetros y medio de frente, situadas a entre 400 y 800 metros de las fortificaciones enemigas. El plan de operaciones se elaboró con prisas, sin haberse realizado un reconocimiento previo. Se preveía que el asalto acorazado, que debía ejecutar el 24.º Batallón español, al romper las posiciones enemigas atacase por la retaguardia.
A las 10:00 de la mañana del 13 de octubre, dos baterías efectuaron una débil preparación artillera. Los tanques, que avanzaban desde la retaguardia y se habían detenido para repostar, aún no habían llegado. Alrededor del mediodía, 18 bombarderos ligeros realizaron un bombardeo impreciso desde gran altura sobre las posiciones nacionalistas.
Hacia las 14:00 horas se dio la orden de iniciar el ataque. Los tanques, con seis soldados españoles subidos en cada carro, se detuvieron brevemente en la posición de partida para disparar algunos tiros contra el enemigo y después se lanzaron, atravesando las trincheras de la 15.ª Brigada, hacia Fuentes. El ímpetu de la carga acorazada fue tal que algunos infantes fueron arrojados de los tanques y otros abatidos por el fuego enemigo. Los conductores de los carros desconocían el terreno y varios de ellos cayeron en canales de riego y barrancos.
La ofensiva republicana se estrelló contra siete compañías de infantería del teniente coronel Pascual Rey, formadas por legionarios, marroquíes y falangistas. Los nacionalistas abrieron fuego con piezas de artillería de campaña e incendiaron varios tanques.
Mientras los carros avanzaban, los brigadistas intentaron seguirles, pero los tanques se movían tan rápido que la infantería quedó rezagada y bajo el fuego enemigo. Unos lograron avanzar casi hasta la mitad del trayecto hacia las trincheras contrarias, donde se tumbaron y empezaron a cavar en el pedregoso terreno a campo descubierto; otros consiguieron acercarse más a las posiciones enemigas y entablar combate.
Algunos tanques lograron, tras superar las alambradas y las trincheras enemigas, entrar en el pueblo. Pero en las estrechas calles no había espacio para maniobrar y varios fueron destruidos con granadas y cócteles molotov. El resto se vio obligado a retroceder. Los soldados del 24.º Batallón, que habían alcanzado la «tierra de nadie» a lomos de los tanques, quedaron igualmente rodeados y aniquilados.
El resto del día la 15.ª Brigada permaneció «atrapada» entre las posiciones, sus soldados buscaban alguna cobertura o trataban de excavar pozos de tirador en el suelo endurecido. Solo con la llegada de la noche pudieron abandonar la «tierra de nadie» y retirarse a sus antiguas posiciones.
La 15.ª Brigada Internacional perdió 84 hombres muertos y unos 200 heridos. El regimiento de tanques perdió a 16 tripulaciones y entre 16 y 19 tanques quedaron destruidos de forma irreversible.