Barbarismo, según el punto de vista normativo reflejado en el Diccionario de la lengua española (DLE) de la Real Academia Española (RAE), «es una incorrección que consiste en pronunciar o escribir mal las palabras, o en emplear vocablos impropios».[1] Este concepto de barbarismo incluye extranjerismos no incorporados totalmente al idioma.[2]
La palabra barbarismo también puede ser sinónimo de falta de cultura en el coloquio (véase Español coloquial),[3] como por ejemplo pronunciar la letra "g" como la letra "y" a imitación de su pronunciación en el idioma inglés.[cita requerida] Dónde termina el barbarismo y dónde comienza el extranjerismo es una línea muy delgada y depende mucho de la influencia los medios de comunicación de cada país.[cita requerida]
Los barbarismos pueden ser prosódicos, morfológicos y sintácticos, según afecten a la prosodia, morfología o sintaxis. Los barbarismos acaban a veces siendo aceptados por los órganos reguladores normativos, ya que su uso se generaliza a todos los registros e incluso a la literatura; p. ej.: control (del francés contrôle), hoy aceptado y antiguamente considerado barbarismo.[cita requerida]
Ejemplos de expresiones que pasan por barbarismos son:
Otros barbarismos serían los casos de palabras que deben escribirse separadas; por ejemplo, la expresión osea, que debe escribirse o sea.
También se consideran barbarismos decir más mejor o más peor porque "mejor" y "peor" son comparativos de "bueno" y "malo", respectivamente. Para enfatizar dichos comparativos deben emplearse los auxiliares mucho... o ...todavía. Aplica igualmente a los comparativos mayor y menor (de grande y pequeño respectivamente) y superior e inferior (de alto y bajo). En estos últimos el auxiliar mucho se sustituye por muy (muy superior o muy inferior).