El balneario de Cestona, (Zestoa en euskera) provincia de Guipúzcoa del País Vasco (España) es un establecimiento fundado en el año 1804, siendo el primer balneario en el País Vasco, y el único que perdura en la actualidad.[1]
Balneario de Cestona | ||
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Localización | ||
País |
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Comunidad |
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Provincia |
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Información general | ||
Usos | Balneario | |
Inauguración | 1804 | |
Diseño y construcción | ||
Arquitecto | José Grases y Riera | |
Pertenece a esa primera generación de casas de baños que se fundaron en España en la segunda mitad del siglo XVIII y los inicios del XIX.[2]
Su origen lo encontramos en dos manantiales de los que se recogían aguas denominadas "guesalagas" (aguas saladas), declaradas de utilidad pública a finales del siglo XVIII.[3] La primera casa de baños fue construida en 1776 por Vicente de Lili, hombre ilustrado de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.[4]
El marqués de San Millán fue quien finalmente adquirió las aguas de Guesalaga y quien puso en marcha el balneario de Cestona, convirtiéndolo desde principios del siglo XIX en el más importante del País Vasco y uno de los más reputados de España.[5]
La hidrología, las aguas termales y los balnearios tuvieron un gran desarrollo en Europa, especialmente a partir del último cuarto del siglo XIX.
Guipúzcoa tuvo un gran desarrollo de establecimientos balnearios a lo largo del siglo XIX como en Mondragón (Santa Águeda), Alzola, Lizarza, Ataun, Ormaíztegui, Gaviria, Escoriaza y Arrechabaleta.[2]
Su clientela procedía de una clase social adinerada generalmente de Madrid, que con una combinación de agua, dieta, aire puro y descanso trataban de renovar la salud física y moral. Otras personas no tan adineradas, se hospedaban en casas particulares y tomaban las aguas medicinales en el balneario.[6]
En Cestona, sus aguas eran utilizadas para tratar diversas afecciones como artritis, gota, cálculos renales, disfunciones de hígado o dispepsias digestivas, entre otras.[7]
Los inicios del balneario de Cestona están ligados a la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, cuyos miembros ilustrados avalaron las cualidades químicas saludables de sus aguas a mediados del siglo XIX.[8]
La primera persona en establecer una casa de baños en el lugar fue Vicente de Lilli, quien formaba parte de la citada Sociedad.[9]
Posteriormente, ante la necesidad de realizar importantes inversiones que Lilli no podía afrontar, se hizo con el negocio el marqués de San Millan que fundó el balneario en 1804.[5]
El balneario recibió un notable impulso en julio de 1830, con la visita de Francisco de Paula Antonio, hermano de Fernando VII, acompañado de su esposa Carlota y sus seis hijos. [8]
De los siglos XIX y XX son las instalaciones creadas al amparo del balneario. El Gran Hotel del Balneario de Cestona, parcialmente conservado, se levantó en 1898 bajo la dirección del arquitecto José Grases y Riera en un estilo muy sobrio y con una total ausencia de elementos decorativos.[10]
A lo largo de su historia tuvo momentos críticos como fueron las guerras carlistas, la primera guerra mundial o las inundaciones de 1983, tras las que el establecimiento supo adaptarse y consolidarse. Por otro lado, a lo largo del siglo XX, el desarrollo otras especialidades médicas redujeron la hidrología a un lugar testimonial en la práctica médica.[11]
Actualmente, la medicina que se aplica en los balnearios está más relacionada con el bienestar integral o la medicina preventiva que con la terapeútica médica propiamente dicha.[12]
A partir de las graves inundaciones de 1983, el Balneario de Cestona acometió una profunda renovación de servicios e instalaciones, dotándose con modernas técnicas hidroterápicas y balnearias y disponiendo de 130 habitaciones rodeado de jardines.[13]
En definitiva, una de las características principales del Balneario de Cetona ha sido su adaptación a los tiempos manteniendo la tradición con la modernidad, lo que le hace ser un referente de los balnearios en España.