Baldomero Romero Ressendi (Sevilla, 20 de enero de 1922-Madrid, 11 de abril de 1977), fue un pintor expresionista español.
Baldomero Romero Ressendi | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
20 de enero de 1922 Sevilla (España) | |
Fallecimiento |
11 de abril de 1977 Madrid (España) | (55 años)|
Nacionalidad | Española | |
Educación | ||
Educado en | Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría | |
Información profesional | ||
Ocupación | Pintor | |
Se formó en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde destacó por su gran talento artístico, aunque fue considerado por algunos de sus profesores como extravagante por su tendencia a salirse de los moldes clásicos convencionales y por su carácter difícil y descarado. Coincidió durante su etapa formativa en Sevilla con el pintor natural de Marchena Eufemiano Sánchez, con quien mantuvo una gran amistad a lo largo de su vida.
A partir de 1946 fue adquiriendo fama de pintor escandaloso y algunas de sus obras fueron consideradas por la autoridad religiosa obscenas y faltas de respeto a la moral, aunque siempre gozó de protectores y amigos en la burguesía que le tuvieron en gran consideración, por lo que fue un pintor muy cotizado.[1]
Su estilo puede encuadrarse dentro del expresionismo; el único género que rehuyó fue el paisaje. Entre sus obras principales se pueden señalar: Las tentaciones de San Jerónimo (1946), El Octavo Círculo (1960), El entierro de Cristo o El locutorio de San Bernardo (1960).[2] [3][4] Su obra ha sido muy difundida porque, fuera de su indudable mérito, fue un pintor inspirado y muy fecundo. Muy dotado para el retrato, vuelve las escenas costumbristas del revés mostrando su profundo horror. Su pintura se caracteriza por ser muy expresiva y reflejar el lado no opulento de las cosas que pintaba.
No hay una biografía documentada sobre este extravagante, temperamental, bohemio y erudito pintor. Tuvo muchas mujeres, pero murió solo, en Madrid. "Se" le imputa haber tenido diecinueve hijos naturales. "Se" dice que fue invitado a pintar a Francisco Franco, militar y dictador de España. La anécdota cuenta que luego de presentarse el primer día, no volvió jamás, dejando al dictador plantado, tal vez porque no dejaron pasar a sus perros. Estudiaba cada día, historia del arte y anatomía; hacía yoga, coleccionaba minerales y fósiles; en su casa tenía muchos perros, así como cincuenta pájaros, cuyas jaulas limpiaba a diario. Empezaba a pintar en su taller a las siete de la mañana y salía a las doce, montaba a caballo y cuando iba a Casa Carreras a comprar pinturas volvía tres días después. Porque iba a juergas flamencas y se emborrachaba.[5]