Los aros de cebolla son una preparación culinaria consistente en rodajas de cebolla cortadas en forma de anillo, recubiertas con una mezcla de rebozado o empanado y fritas hasta resultar crujientes. Se consumen habitualmente como aperitivo o guarnición en países de tradición anglosajona, especialmente en Estados Unidos y el Reino Unido, donde forman parte de la oferta de restaurantes de carretera, diners y pubs.[1]
Aros de cebolla | ||
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![]() Unos aros de cebolla fritos | ||
Tipo | Aperitivo y acompañamiento | |
Consumo | ||
Origen |
![]() | |
Gastronomía | Gastronomía británica | |
Datos generales | ||
Ingredientes | Cebolla, rebozado y pan rallado | |
Su origen concreto es objeto de debate; existen recetas documentadas desde comienzos del siglo XIX —como la de John Mollard en 1802— y referencias a versiones domésticas y de restaurante en Estados Unidos a inicios del siglo XX.[2][3]
El cocinero británico John Mollard incluyó en su manual The Art of Cookery Made Easy and Refined (en español: El arte de la cocina simplificado y refinado) una receta titulada «Fried Onions with Parmezan Cheese» (en español: cebollas fritas con queso parmesano), que indicaba cortar cebollas en rodajas de media pulgada, rebozarlas en una mezcla con nata y queso parmesano y freírlas en manteca, sirviéndolas con mantequilla derretida y mostaza.[4]
A comienzos del siglo XX, periódicos y revistas estadounidenses ya recogían recetas de french fried onion rings y su presencia en menús; durante los años 1930 su difusión en restaurantes aumentó, favorecida por la estandarización de aceites y freidoras.[3]
En Estados Unidos, la cadena texana Kirby’s Pig Stand —considerada pionera del servicio en automóvil— popularizó el plato y sostiene haberlo introducido en la década de 1920, aunque esa atribución convive con evidencias anteriores de recetas y menús.[5][6][7]
Pueden prepararse con masas líquidas (batter) o mediante empanado (harina/almidón y, en ocasiones, pan rallado). En la literatura gastronómica contemporánea se describen variantes con cerveza o agua con gas para aportar ligereza, así como técnicas para mejorar la adherencia y la textura del recubrimiento.[1]
Estudios de divulgación culinaria han analizado problemas comunes —como que la cebolla se desprenda del rebozado— y proponen soluciones basadas en la eliminación de membranas internas o en el control del gluten de la masa para lograr un crujiente estable.[8]
En el servicio profesional, tras la Segunda Guerra Mundial se generalizó el uso de aros preempanados y congelados para reducir la mano de obra en cocina, lo que contribuyó a su expansión en cartas y menús en la segunda mitad del siglo XX.[3]
Se sirven con frecuencia como guarnición de hamburguesas y otros platos de restaurante informal; también pueden ofrecerse como aperitivo acompañados de salsas (por ejemplo, kétchup, mayonesa, salsa barbacoa o aderezos lácteos).
En el Reino Unido son una opción habitual en pubs y establecimientos de comida rápida, mientras que en Estados Unidos forman parte del repertorio clásico de diners y cadenas de comida rápida.[1] En algunas cartas existen variantes empanadas (breaded) de textura más firme frente a otras con masa de cerveza, además de formatos industriales deshidratados usados como cobertura crujiente en platos preparados.[9]
El contenido nutricional depende del método y la receta, pero bases de datos alimentarias estadounidenses estiman, para «fast foods, onion rings y breaded and fried», unas 405–480 kcal por ración de 100–117g, con predominio de hidratos de carbono y grasas y aportes variables de sodio y vitamina K.