Una almea (en árabe: عالمة) era una artista femenina de la alta sociedad de Oriente Medio, que danzaba y cantaba públicamente, y recitaba poesía clásica, improvisaba versos y entonaba discursos elocuentes, generalmente en celebraciones como bodas y otros eventos festivos. Sus actuaciones solían estar acompañadas de instrumentación masculina,[1] y entre sus pasos de baile se incluía la reconocida danza del vientre. A menudo eran contratadas también como asistentes de funerales a modo de plañideras.[1][2] A diferencia de las esclavas «quiyán» (قِيان), las almeas eran mujeres libres y cortesanas (de buena posición social).[3] También guardan relación con las «ghawazis», que eran bailarinas eróticas de la etnia gitana dom, cuyas actuaciones fueron vetadas en 1834, bajo el gobierno de Mehmet Alí. A raíz de la prohibición, muchas bailarinas ghawazi fingieron ser almeas.
Las almeas fueron populares en las cortes de Egipto, Arabia y partes del Imperio otomano antes de su desmembramiento conducido por la colonización europea, a principios del siglo xx. La imagen de la mujer almea se dio a conocer en la época del Orientalismo europeo del siglo XIX, cuando se dio un creciente interés, especialmente en Francia, por la cultura arábiga, siempre desde una visión exótica y romantizada. De hecho, la palabra «almea» se introduce al idioma español vía el francés, almée, no directamente del árabe.
Proviene del francés, almée, a su vez del árabe dialectal ʿālmeh (عَالْمَة), a su vez del árabe clásico ʿālimah (عَالِمَة), ‘entendida’. Del verbo عَلِمَ, ‘saber, conocer’.