Alexis Muston (11 de febrero de 1810 - 6 de abril de 1888), pastor valdense y más tarde, de la Iglesia reformada de Francia en Bourdeaux, historiador e intelectual.[1]
Nació en Torre Pellice, el primero de seis hijos de Georges Muston, pastor de Bobbio Pellice, y Madeleine Jahier. Completó estudios teológicos en Lausana y en Estrasburgo (donde fue consagrado como pastor en diciembre de 1833) y completó su doctorado en 1834. Además de estudios de teología, asistió a cursos de ciencias naturales y medicina, obteniendo el derecho a ejercer como oficial de salud.
Alexis Muston se ve obligado a huir precipitadamente en Francia, en enero de 1835, cruzando los Alpes nevados en difíciles condiciones. Amigo de Michelet, Lamartine, Hugo, Büchner o Georges Sand, conoce una deslumbrante juventud de dandi, poeta y seductor. Lejos de la austeridad que implicaría su calidad pastoral, es devorado por tres pasiones: los Alpes, la historia, el amor. Desde 1825 hasta su muerte, escribió un Diario de unas 2000 páginas, de las cuales fue publicado el primer volumen. Descubrimos en el a un viajero, botánico, entomólogo, geólogo, acuarelista y delineante de primer orden, así como a un hombre que ama a las mujeres locamente.[2]
Fue miembro fundador de la "Societá di Studi Valdesi".
El joven pastor protestante en la cima de los Valles Valdenses, el italiano Alexis Muston se vio obligado a huir precipitadamente a Francia en enero de 1835, cruzando los Alpes cubiertos de nieve en condiciones increíbles.
Amigo de Michelet, Lamartine, Hugo, Büchner o Georges Sand, vive una asombrosa vida de joven de dandy, de poeta y de seductor. Muy alejada de la austeridad que implicaría su calidad pastoral, es devorado por tres pasiones: los Alpes, la historia, el amor. Desde 1825 hasta su muerte, escribió un diario de unas 2000 páginas, en las cuales se descubre un viajero, un botánico, un entomólogo, un geólogo, un acuarelista y un dibujante de primer orden, así como un hombre que ama con locura a las mujeres.
Sus escritos son tanto romances formativos, desgarradora historia de amor juvenil, viajes épicos, e introspecciones, su obra es una de las bellas sorpresas que todavía nos reserva el siglo XIX de los románticos, los historiadores y memorialistas.De la presentación de su diario, con prólogo de Patrick Cabanel