El adjetivo (del lat. adiectīvus[1] 'que se agrega') es una parte de la oración o clase de palabra que complementa un sustantivo para calificarlo; es decir, expresa características o propiedades atribuidas a un sustantivo, ya sean concretas (perceptible por los sentidos, como en el libro grande o the big book) o abstractas (cognoscible por la mente, como en el libro difícil). Estos adjetivos acompañan al sustantivo (libro, book) y cumplen la función de especificar o resaltar alguna de sus características.
En gramática tradicional se solía distinguir entre adjetivos calificativos y adjetivos determinativos; sin embargo actualmente estos últimos se suelen incluir dentro de los determinantes, mientras que la palabra adjetivo se reserva para los adjetivos calificativos.
Se distinguen dos funciones de un adjetivo respecto a un nombre: de unos se dice que lo determinan, pues, al añadir un adjetivo por ejemplo ya no se habla de cualquier libro, sino precisamente de un libro verde; estos son los adjetivos especificativos o restrictivos. Por otro lado el adjetivo puede utilizarse para describir al sustantivo pero sin distinguirlo de otros, por ejemplo la verde hierba (si no se contrasta con hierbas de otros colores); se habla en este caso de adjetivo explicativo o no restrictivo; este tipo es más común en literatura y poesía.
En las lenguas fusionantes, es común que el adjetivo tenga las mismas flexiones que el sustantivo, tales como género, número o caso; pero no siempre es así, por ejemplo en inglés el nombre tiene número (singular o plural) pero el adjetivo no.
El adjetivo es, en español, una clase de palabra que funciona ordinariamente como adyacente del nombre sustantivo, esto es, como complemento nominal adjunto que se sitúa delante o después del sustantivo al que se refiere, con el cual concuerda en género y número.
En cuanto a su morfología, el adjetivo posee un accidente de género y de número para concordar con el sustantivo del cual es adyacente. Existen adjetivos de una terminación (fuerte, falaz, hábil, débil...) que no experimentan variación de género, aunque sí de número, y de dos terminaciones (bueno/buena, malo/mala, etc.).
Dentro de los adjetivos de una terminación, el caso más común es el de los adjetivos finalizados en E, como grande, fuerte, triste, insomne, alegre, inmutable, etc. También existen adjetivos que terminan en L (débil, fácil, sutil, fútil, personal, frágil); en R (peor, mejor, ulterior, particular, singular); en Z (sagaz, veloz, atroz); pocos en N (común, ruin). Por último también existen adjetivos terminados en I (sefardí).
Los adjetivos del español son siempre palabras tónicas. Pertenecen a una clase abierta, ya que en cualquier momento puede aparecer un adjetivo nuevo, de modo que hay adjetivos recientemente introducidos en español, y otros que han quedado obsoletos. Toman prestados el género y el número de los sustantivos, con los cuales concuerdan.
Los adjetivos no aparecen acompañados de determinativos y si aparecen con ellos es porque están sustantivados; los adjetivos que por su significado admiten cuantificación se combinan con las formas apocopadas adverbiales tan, cuan, cuán y muy, y cuando aparecen con las formas plenas tanto, cuanto, cuánto y mucho es porque están sustantivados.
Los adjetivos que acaban en -s y no son agudos mantienen la misma forma para el singular que para el plural. [ejemplo requerido]
El apócope consiste en la eliminación de una vocal o de una sílaba al final de una palabra. En la posición antepuesta a un sustantivo algunos adjetivos se apocopan, por ejemplo:
La gramática tradicional clasificaba a los posesivos y otras clases de determinantes como adjetivos apocopados:
Sin embargo, muchos de estos elementos son incompatibles con el determinante en español moderno, aunque sí fueron compatibles con él en español medieval:
Eso apunta a que la gramática generativa del español moderno los trata como determinantes, dado que el núcleo del sintagma determinante solo puede tener un núcleo, se sigue que cuando estos elementos aparecen el artículo definido no pueda aparecer.
También se apocopa el numeral ciento/cien. Algunos adjetivos como tercero, grande o ciento también son usados sin su forma apocopada antes de un sustantivo, aunque generalmente la apócope es el uso más común.
En cuanto a su sintaxis, el adjetivo desempeña habitualmente seis funciones diferentes:
Se puede distinguir entre las siguientes funciones sintácticas:
Cuando acompaña a un sustantivo, un adjetivo puede tener dos valores distintos:
En español, lo más frecuente es que el adjetivo explicativo vaya delante del sustantivo y en cambio el especificativo detrás, pero no siempre ocurre así. Por ejemplo, en "Contempla la mar inmensa", el adjetivo inmensa va pospuesto al sustantivo y tiene un valor explicativo, ya que no diferencia unos mares de otros. Por contra, en "Hoy tienes un excelente humor", el adjetivo excelente va antepuesto al sustantivo y sin embargo tiene valor especificativo.
Los adjetivos calificativos se pueden dividir en dos tipos: los adjetivos relacionales (como escolar, nacional, histórico) y los adjetivos calificativos propiamente dichos (como azul, grande, gordo). Estos últimos admiten diferentes grados. Los principales son el grado comparativo (“este papel es más blanco que este otro”), y el superlativo.
Los adjetivos relacionales son aquellos que, pese a limitar la extensión del sustantivo al que acompañan como los calificativos, carecen de grado e informan a qué ámbito pertenece un sustantivo. Con lo cual se refiere a con qué contexto se relacionan. Algunos ejemplos son: estudiantil, académico, quirúrgico, artístico, religioso, profesional, musical, mexicano, político, histórico, etc. No pueden aparecer en grado comparativo ni superlativo: podemos decir, que un coche es "policial", pero no que es *muy policial o *policialísimo. Por tanto, adscriben al sustantivo dentro de una clase pero no lo califican en determinado grado. Siempre se colocan después del sustantivo al que modifican, por ejemplo, "El concurso de narrativa es para estudiantes universitarios".
La gramática tradicional considera a los determinantes, que en español preceden casi siempre al nombre al que determinan, como adjetivos determinativos.
Actualmente, algunos autores consideran que en un sintagma en el que existe un nombre determinado por un determinante, es este último el núcleo de un hipotético sintagma determinante. De acuerdo con este enfoque, los determinantes actualizan, presentan, cuantifican (miden) o preguntan por el sustantivo núcleo del sintagma nominal, generalmente, aunque no siempre, situándose en posición anterior a estos.
Existen tres clases de determinantes: los actualizadores, los cuantificadores y los interrogativos (que incluyen a los adjetivos indefinidos, numerales, demostrativos y posesivos). Sin embargo, las propiedades de sustitución del sintagma por un pronombre dependen más del tipo de determinante que del nombre. Por eso se considera que el núcleo es el determinante ya que es quien fija los rasgos en relación con la rección o régimen. De manera que los adjetivos no van con determinativos, a menos que estén sustantivados. Si un adjetivo aparece acompañado de un determinativo, en especial del artículo, es que ciertamente está sustantivado. Ejemplos: me gusta el rojo y no el azul; los buenos tendrán su recompensa. Por otra parte, hay que tener en cuenta que los determinativos pueden preceder a un adjetivo, pero sin que incidan sintácticamente sobre él y pueden hacerlo sobre el sustantivo con el que concuerda el adjetivo. Ejemplos: mi preciosa hija, los grandes autores. Además, todos los adjetivos pueden sustantivarse con el artículo neutro lo, excepto aquellos que significan cualidades solo aplicables a personas. Ejemplos: lo bueno, lo inteligente, lo pequeño, lo conveniente, etc. Finalmente, hay otras veces en la que la forma lo en la construcción lo seguido de un adjetivo y el relativo que, no funciona como sustantivador, sino como intensificador del adjetivo. En estos casos, el artículo forma con el relativo que, una unidad equivalente al exclamativo qué. Ejemplos: lo fuertes que son ~ qué fuertes son.
Los actualizadores presentan al sustantivo núcleo del sintagma nominal, esto es, lo transforman de desconocido en conocido, lo ubican en el espacio y en el tiempo. Los determinantes cuantificadores, por el contrario, miden al sustantivo núcleo del sintagma nominal. Los determinantes interrogativos o interrogadores preguntan por el sustantivo núcleo del sintagma nominal.
Los actualizadores son cuatro: el predeterminante todo/a(s), que puede preceder a los demás determinantes y delimita la integridad del sustantivo núcleo del sintagma nominal; el artículo, que presenta al sustantivo en un espacio y un tiempo concreto (el, la, lo, los, las); el posesivo, que señala la pertenencia del sustantivo a un elemento de la situación o contexto (mi, tu, su, nuestro, vuestro, su y sus femeninos y plurales); y el demostrativo, que sitúa al sustantivo en un lugar más o menos próximo o lejano (este, ese, aquel y sus femeninos y plurales).
Los cuantificadores se agrupan en dos grandes clases, los numerales, que miden de forma precisa el sustantivo núcleo del sintagma nominal, y los extensivos o indefinidos, que lo miden o evalúan de forma imprecisa.
Los numerales pueden ser cardinales, correspondientes a la serie de los números reales y que concretan el número de unidades: un, dos, tres, cuatro...); ordinales (que señalan precedencia o seguimiento en una lista e indican el orden de aparición concordando con el género y el número del sustantivo: primer, segundo, tercero, cuarto...); multiplicativos: doble, triple, cuádruple, quíntuple/quíntuplo, séxtuplo, séptuplo, óctuple, nónuple, décuplo, undécuplo...; divisores o partitivos: medio; y distributivos, que reparten el núcleo del sintagma nominal: ambos, sendos.
Son los que se emplean en la oración interrogativa o exclamativa, siempre se antepone al sustantivo y se acentúan. Los adjetivos interrogativos son: Cuál(es), cuánto(s), cuánta(s), qué, quién(es).
Las cualidades expresadas por los adjetivos son graduables, se pueden presentar siguiendo una intensidad. La gradación se refiere a la posibilidad de expresar grados en la cualidad. Los grados del adjetivo son los siguientes:
En español, un adjetivo puede ir tanto delante como detrás del núcleo al cual se refiere. Existen cuatro criterios para esta posición: criterio lógico, criterio psicológico, criterio rítmico y un criterio distribucional.