Acevedo, es un municipio situado en el suroriente del departamento del Huila, Colombia. Se encuentra en la Cordillera Oriental y su ramal, la Serranía de la Ceja, en una región de gran riqueza natural y cultural. Es conocido como la "Avanzada Andaquí" y reconocido como "La Capital Cafetera Especial de Colombia" debido a su destacada producción de café de alta calidad, reconocido a nivel internacional por su exclusividad de tasa y su entorno propicio para el ecoturismo, lo que lo convierte en un punto de relevancia económica y turística.
Acevedo | ||||
---|---|---|---|---|
Municipio | ||||
![]() Parque central de Acevedo
| ||||
| ||||
Otros nombres: "La Capital Cafetera Especial de Colombia " y "Paraíso del café Especial del Mundo" | ||||
Localización de Acevedo en Colombia | ||||
Localización de Acevedo en Huila | ||||
![]() | ||||
Coordenadas | 1°48′17″N 75°53′23″O / 1.8047222222222, -75.889722222222 | |||
Entidad | Municipio | |||
• País | Colombia | |||
• Departamento | Huila | |||
• Subregión | Sur | |||
Alcalde | Edgar Prada Esterling | 2024 - 2027 | |||
Eventos históricos | ||||
• Fundación | 6 de agosto de 1756[1] | |||
• Erección | 25 de junio de 1898[1] | |||
Superficie | ||||
• Total | 700 km²[1] | |||
Altitud | ||||
• Media | 1.348 m s. n. m. | |||
Clima | 20 °C | |||
Población (2025) | ||||
• Total | 27 418 hab.[2] | |||
• Urbana | 4825 hab. | |||
Gentilicio | Aceveduno - a | |||
Huso horario | UTC - 5 | |||
Código postal | 417070 | |||
Sitio web oficial | ||||
El municipio cuenta con una población aproximada de 39.954 habitantes (2020), y su economía se sustenta principalmente en la producción de café especial, la agricultura y el turismo ecológico. Acevedo se destaca por albergar el Parque nacional natural Cueva de los Guácharos, el primer parque natural de Colombia, por donde fluye el río Suaza hasta desembocar en el río Magdalena. Este entorno natural ofrece oportunidades únicas para el ecoturismo de aventura, contribuyendo significativamente a la economía local.
Fundado el 6 de agosto de 1756, Acevedo tiene raíces indígenas de la nación Andakí, con presencia en la región desde el año 700. La historia del municipio está marcada por la influencia de misiones franciscanas desde 1660, cuando se estableció la misión de San Francisco Javier de la Ceja, en el lugar conocido hoy como Pueblo Viejo.
Acevedo limita al norte con Suaza, al sur con San José del Fragua (Caquetá) y Piamonte (Cauca), al oriente con Belén de los Andaquíes (Caquetá) y al occidente con Palestina y Timaná. Su ubicación en una región montañosa y su clima templado, con temperaturas promedio entre 17 °C y 25 °C, favorecen la agricultura, especialmente el cultivo del café especial, que es el motor económico del municipio y como el nuevo eje cafetero colombiano.
Como centro cultural y turístico, Acevedo celebra anualmente la Feria del Café Origen y las fiestas del Retorno, eventos que resalta la cultura cafetera local y atrae a visitantes interesados en conocer el proceso de producción del café, así como en disfrutar de la gastronomía , eventos de magnitud y artesanías regionales. Además, el Centro Cultural, Artesanal y Gastronómico "El Tribuno del Pueblo" se ha consolidado como un espacio para la promoción del arte, la cultura y la cocina típica de la región.
Acevedo es un referente en la producción de café especial y en la oferta de experiencias ecoturísticas en Colombia. Su combinación de tradición, naturaleza y desarrollo económico lo posiciona como un destino destacado.
La denominación del municipio de Acevedo refleja tanto la tradición religiosa de la época colonial y republicana, como la posterior intención de vincular la identidad local con los héroes de la Independencia de Colombia.
En sus orígenes, el poblado se conocía como San Francisco Javier de la Ceja de Andaquíes, denominación heredada de la labor misional franciscana en la región durante el siglo XVIII. El nombre hacía referencia al santo jesuita San Francisco Javier y a la expresión “Ceja de Andaquíes”, relacionada con la ubicación geográfica del asentamiento en la transición entre las montañas y el piedemonte habitado históricamente por comunidades indígenas andakí.
Con el paso del tiempo y tras múltiples transformaciones administrativas durante el siglo XIX, el poblado fue erigido como municipio en el año 1898, bajo el nombre de La Concepción. La creación se formalizó mediante la Ordenanza n.º 32 del 25 de junio de 1898 de la Asamblea del Tolima, promovida por don Santiago Motta. Este acto respondió a una práctica común de la época: conferir a los nuevos distritos nombres de inspiración religiosa, en este caso probablemente en alusión a la Inmaculada Concepción, devoción muy difundida en la tradición católica local y regional.
El nombre de La Concepción se mantuvo durante las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, en el contexto del fortalecimiento de las identidades nacionales y regionales, surgió la propuesta de renombrar el municipio para rendir homenaje a un prócer de la Independencia. Fue así como, en 1935, la Asamblea Departamental del Huila expidió la Ordenanza n.º 025, a iniciativa del diputado e historiador Joaquín García Borrero, mediante la cual se aprobó el cambio de nombre a Acevedo. El nuevo nombre recordaba a José Acevedo y Gómez (1773-1817), conocido como El Tribuno del Pueblo, quien jugó un papel crucial en los sucesos del 20 de julio de 1810 en Santafé de Bogotá, fecha considerada el inicio del proceso emancipador de Colombia.
El cambio de denominación no fue solo un acto formal, sino también un gesto simbólico de reivindicación histórica. Con él, la comunidad de Acevedo vinculó su identidad local a la memoria de la Independencia nacional, reconociendo en Acevedo y Gómez un modelo de liderazgo cívico y patriótico. Desde entonces, el nombre Acevedo se ha consolidado como emblema de pertenencia, orgullo y continuidad histórica, evocando tanto las raíces religiosas del municipio como su adhesión a los ideales de libertad que marcaron la historia del país.
La historia de Acevedo hunde sus raíces en tiempos precolombinos, mucho antes de la llegada de los europeos a América. Hacia el año 700 d. C., en las estribaciones de la Cordillera Oriental y el valle del río Suaza, comenzaron a consolidarse comunidades pertenecientes a la nación andakí (o Andaquí), un pueblo de tradición guerrera y agrícola que se convirtió en el principal habitante de estas montañas y selvas.
Los andakí ocuparon un vasto territorio que incluía las cabeceras de los ríos Fragua, Suaza, Pescado, Bodoquera, Orteguaza y Caquetá, extendiéndose hasta el piedemonte amazónico. Su ubicación era estratégica: controlaban el acceso a los pasos naturales entre los Andes y la Amazonía, lo que les daba dominio sobre rutas de intercambio y les permitía resistir con relativa eficacia a los intentos de invasión de pueblos vecinos y, más tarde, de los españoles.
Su modo de vida se caracterizaba por la agricultura itinerante. Practicaban la técnica de roza y quema, cultivando maíz, yuca, plátano, ají y fríjoles, en pequeñas parcelas que se rotaban periódicamente para permitir la regeneración del suelo. Complementaban esta base agrícola con la caza y pesca, aprovechando la biodiversidad de la región. Animales como el guatín, la danta, los peces de agua dulce y aves silvestres eran parte de su dieta cotidiana.
Pero los andakí no solo dependían de la selva para su sustento material, sino también para su cosmovisión espiritual. De la selva extraían plantas medicinales y alucinógenas, como el yagé, que eran utilizadas en rituales chamánicos de curación, predicción y cohesión comunitaria. Los chamanes cumplían un papel central como mediadores entre el mundo humano y el espiritual, reforzando la unidad del grupo frente a amenazas externas.
En el actual territorio de Acevedo aún se conservan testimonios arqueológicos de esta cultura, como los petroglifos de Tijiñá, Anayaco y Buenos Aires. Estas piedras grabadas con figuras geométricas, espirales, círculos concéntricos y representaciones antropomorfas y zoomorfas dan cuenta de una cosmovisión en la que los astros, los ciclos de la naturaleza y la fertilidad estaban profundamente entrelazados. Estos petroglifos no eran simples decoraciones, sino verdaderos textos de piedra, registros de un lenguaje simbólico que orientaba rituales agrícolas, religiosos y sociales.
Los andakí también se caracterizaban por su movilidad territorial. No eran pueblos sedentarios en el sentido estricto: sus asentamientos eran flexibles, y podían desplazarse según las estaciones, la disponibilidad de recursos o las presiones externas. Esta movilidad les daba una ventaja militar y les permitió sostener una prolongada resistencia contra la colonización española.
Cuando los conquistadores llegaron al sur del actual Huila, en la segunda mitad del siglo XVI, encontraron en los andakí uno de los pueblos más difíciles de someter. Desde las selvas del Suaza y el Caquetá, los andakí realizaban incursiones guerreras contra los colonos establecidos en el valle del Magdalena y contra las misiones asentadas en el oriente. Se especializaron en ataques sorpresa y en la destrucción de asentamientos, lo que generó en los cronistas coloniales una imagen de los andakí como indios belicosos y de guerra perpetua.
Las primeras expediciones españolas en el área del Suaza y la Ceja de los Andaquíes fueron recibidas con hostilidad. Las crónicas del siglo XVI y XVII narran cómo las avanzadas españolas, en busca de oro, esclavos y rutas hacia la Amazonía, eran emboscadas en los caminos estrechos de la montaña, donde los andakí usaban su conocimiento del terreno como arma estratégica.
Este contacto inicial fue también un choque epidemiológico devastador. Con la llegada de los europeos, los andakí sufrieron epidemias de viruela y sarampión, enfermedades desconocidas contra las que no tenían defensas. Aunque resistieron militarmente, las pérdidas demográficas fueron significativas y contribuyeron a su debilitamiento en los siglos posteriores.
La importancia de los andakí en este periodo no radica únicamente en su resistencia militar, sino en que su lucha definió los límites coloniales. Mientras en otras regiones los pueblos indígenas fueron rápidamente reducidos y evangelizados, en la Ceja de los Andaquíes la resistencia prolongada impidió la consolidación temprana de villas coloniales. Así, las montañas de lo que hoy es Acevedo se convirtieron en una frontera viva, donde la selva y sus habitantes lograban retrasar la expansión de la colonización.
En este contexto, Acevedo puede considerarse heredero de una doble herencia: la cultural y simbólica de los andakí, que dejaron su impronta en la memoria y en los vestigios arqueológicos, y la frontera colonial, que moldeó la identidad de un territorio en resistencia frente a las imposiciones externas.
El siglo XVII marcó una etapa de transición crucial para el territorio de Acevedo. Tras los primeros contactos violentos del siglo anterior, los andakí seguían siendo un pueblo indómito que representaba un desafío constante para los colonizadores. Su territorio, conocido como la Ceja de los Andaquíes, se convirtió en un límite geográfico y cultural entre la expansión colonial y la Amazonía.[3]
La resistencia armada de los andakí durante este siglo fue notable. Desde las cabeceras de los ríos Fragua, Suaza y Pescado realizaban ataques sorpresivos contra poblados españoles, destruyendo cultivos, interrumpiendo rutas comerciales y hostigando a encomenderos y misioneros. Estos actos, más que simples escaramuzas, formaban parte de una estrategia de defensa territorial que buscaba mantenerlos libres de control colonial.[4]
Los colonizadores, conscientes de la dificultad de someterlos por la fuerza, recurrieron a la conquista espiritual. Fue así como los franciscanos y dominicos recibieron autorización para establecer reducciones, pequeños pueblos donde se obligaba a los indígenas a vivir bajo vigilancia eclesiástica. El objetivo era doble: evangelizar y “civilizar” a los andakí, y al mismo tiempo consolidar el control político sobre un territorio de frontera.[5]
A principios del siglo, las reducciones se establecieron de forma dispersa, pero con resultados frágiles. Muchos poblados eran abandonados al poco tiempo, pues los indígenas preferían regresar a la selva antes que someterse a un régimen que restringía su movilidad y sus prácticas tradicionales. El abandono del poblado de San Antonio fue un ejemplo: aunque llegó a contar con convento, fue despoblado, lo que obligó a reorganizar los esfuerzos en torno a San Francisco Javier.[6]
La región era de gran interés para la Corona por su ubicación estratégica. Los caminos que atravesaban la Ceja de los Andaquíes permitían conectar el Alto Magdalena con la Amazonía, en una época en la que se temía el avance portugués desde Brasil. Controlar esta zona era esencial para evitar el contrabando y mantener la soberanía del imperio en la frontera oriental.[7]
Sin embargo, la evangelización no fue un proceso pacífico. Muchos andakí resistieron la conversión, defendiendo su cosmovisión ancestral. Los informes de misioneros describen enfrentamientos armados, huidas masivas hacia la selva y, en algunos casos, la destrucción de templos por parte de los indígenas.[8]
Un aspecto clave fue el traslado de comunidades aliadas. Para proteger a pueblos como los yaqua, algunos encomenderos los desplazaron hacia el valle del Magdalena, alejándolos de la influencia andakí. Estas reubicaciones alteraron la demografía de la región y contribuyeron al debilitamiento del tejido social indígena.[9]
A nivel cultural, el siglo XVII marcó el inicio de un proceso de mestizaje. Aunque los andakí mantuvieron muchas de sus prácticas, comenzaron a adoptar elementos del mundo colonial: herramientas metálicas, nuevos cultivos y formas de organización impuestas por los misioneros. La lengua original empezó a perder terreno frente al castellano, sobre todo en los asentamientos reducidos.[5]
La evangelización también buscaba cambiar la organización social y económica. Los franciscanos introdujeron cultivos como el trigo y nuevas técnicas de labranza, además de imponer el trabajo comunal para sostener las capillas y conventos. Esto significó una transformación profunda en la forma de vida andakí, que pasó de un sistema flexible de subsistencia a uno más rígido, condicionado por la lógica colonial.[10]
Pese a todo, los andakí lograron conservar elementos esenciales de su identidad. La selva siguió siendo su refugio y fuente espiritual, y las prácticas chamánicas sobrevivieron en paralelo a la evangelización. Este sincretismo cultural, la mezcla de creencias indígenas y cristianas, se convirtió en un rasgo característico de la identidad regional.[9]
Al finalizar el siglo XVII, la Ceja de los Andaquíes era un territorio ambiguo: oficialmente reducido y evangelizado, pero en la práctica aún marcado por la resistencia, la movilidad y la influencia de la selva. Este equilibrio precario preparó el terreno para el siglo XVIII, cuando las misiones franciscanas lograrían consolidar de manera definitiva el poblado de San Francisco Javier de los Andaquíes, antecedente directo del actual municipio de Acevedo.[8]
El siglo XVIII fue decisivo para el proceso de colonización y evangelización de lo que hoy es el municipio de Acevedo. Tras más de un siglo de resistencia indígena y de intentos fallidos de reducciones, los colonizadores lograron establecer poblados más estables en la región, bajo el liderazgo de los misioneros franciscanos de la Propaganda Fide de Popayán.[5]
En 1722, un episodio clave marcó un antes y un después: el capitán Pedro Jovel de Lazada, con autorización del obispo de Popayán, Juan Gómez de Frías, trasladó a siete familias andakí desde la selva hacia el valle del río Suaza. A estas familias se les otorgaron tierras en el sitio conocido como Guaduas Pintadas, acto que se considera la fundación oficial de San Francisco Javier de los Andaquíes. En aquel momento se levantaron las primeras casas de bahareque y palma, y una pequeña capilla, estableciendo un asentamiento permanente bajo supervisión eclesiástica.[11]
Los franciscanos entendieron que la única manera de sostener una reducción en la Ceja de los Andaquíes era mediante la organización territorial y la propiedad legal. Fue así como en 1756, doña Helena de Valderrama, vecina de la región y benefactora, donó formalmente tierras para la consolidación del pueblo. Este acto legal dio estabilidad al asentamiento, que pasó a conocerse como Pueblo Viejo, y aseguró la permanencia de la comunidad reducida.[7]
El nuevo poblado se organizó alrededor de la iglesia y la plaza central. Las casas de tapia pisada y techos de palma formaban calles rectilíneas, mientras que la agricultura se destinaba al autoabastecimiento: maíz, yuca, fríjol y plátano. Los franciscanos introdujeron también el trigo y el ganado menor, transformando gradualmente la economía local.[3]
La devoción a San Francisco Javier, patrono del pueblo, se convirtió en eje de cohesión. La fiesta del santo, celebrada cada 3 de diciembre, reunía a indígenas, colonos y misioneros en torno a procesiones, misas y mercados, y fue un factor que reforzó la identidad colectiva.[12]
Durante este siglo, la región adquirió gran importancia como escala de misiones hacia la Amazonía. Desde La Ceja partían expediciones hacia el río Pescado y de allí al Orteguaza y Caquetá, rutas esenciales para el comercio y la evangelización. Se trataba de una vía alterna a la de Pasto y Mocoa, cerrada por la Corona para evitar el contrabando con Brasil. La Ceja de los Andaquíes se convirtió, entonces, en punto de control de frontera.[10]
Los informes de la época, sin embargo, ofrecen un panorama menos idealizado. En 1773, un reporte de un misionero describe a La Ceja como un lugar “desolado”, habitado por aventureros, comerciantes itinerantes y algunos indígenas ya mestizados. Los andakí estaban en un proceso de pérdida de lengua y aculturación, adoptando prácticas coloniales pero resistiendo en lo profundo su cosmovisión tradicional.[8]
La vida religiosa estaba marcada por el sincretismo. Mientras los misioneros promovían la catequesis, los indígenas reinterpretaron los ritos, incorporando símbolos católicos en prácticas ancestrales. La imagen de San Francisco Javier convivía, en el imaginario popular, con la fuerza espiritual de los bosques, los ríos y las cuevas.[9]
Las tensiones sociales no desaparecieron. Los colonos españoles y criollos reclamaban más tierras fértiles, lo que generaba conflictos con los indígenas reducidos. Los misioneros mediaban, pero muchas veces en favor de los intereses coloniales. La explotación de mano de obra indígena para las labores agrícolas y de construcción era parte de la dinámica del pueblo.[5]
Pese a las dificultades, el siglo XVIII significó la consolidación definitiva de un núcleo poblacional en la Ceja de los Andaquíes. Lo que hasta entonces había sido un espacio de resistencia y frontera, se transformó en un pueblo organizado bajo el nombre de San Francisco Javier de los Andaquíes, con estructura urbana, vida religiosa estable y un papel clave en la estrategia colonial de control sobre la Amazonía.[7]
En este periodo también comenzó a forjarse una memoria cultural que sobreviviría hasta la actualidad: la idea de que la Ceja era un lugar de encuentro entre lo indígena y lo hispánico, entre la selva y los Andes, entre la resistencia y la evangelización. Esta memoria se proyectaría en los siglos siguientes, cuando la región adoptara nuevos nombres y nuevas identidades.[9]
El siglo XIX marcó una transición profunda en la historia de la Ceja de los Andaquíes, actual Acevedo. Fue una época de luchas políticas y militares por la independencia de Colombia, de intensos procesos de colonización y de un auge económico ligado al caucho que transformó la vida de la región. También fue el siglo en que se afianzaron las bases administrativas y culturales que darían lugar al municipio moderno.[3]
Uno de los episodios más significativos que vinculan directamente a Acevedo con la gesta independentista fue la muerte del prócer José Acevedo y Gómez (1773–1817), conocido como El Tribuno del Pueblo. Acevedo y Gómez había ganado renombre por su encendido discurso del 20 de julio de 1810, en el que arengó a la multitud en Santafé de Bogotá y selló el inicio del proceso emancipador. Su oratoria le valió el título de Tribuno, símbolo del poder de la palabra en tiempos de crisis.[13]
Tras la restauración del poder realista en 1816 y la persecución de los patriotas, Acevedo huyó hacia el sur del país. Documentos históricos registran que se refugió en las montañas andakíes, buscando protección entre selvas abruptas y comunidades solidarias con la causa revolucionaria. Fue en esta región, la misma que después adoptaría su apellido como identidad municipal, donde Acevedo y Gómez murió en 1817, enfermo y perseguido por tropas realistas.[14]
Durante los años de la guerra, la Ceja de los Andaquíes era aún un pequeño poblado fundado en torno a la misión franciscana. Sus habitantes, mayoritariamente campesinos, indígenas reducidos y colonos mestizos, sufrían el impacto del conflicto a través de levas forzadas, requisas de alimentos y el tránsito de tropas que buscaban asegurar los pasos hacia el Caquetá y la Amazonía. La geografía de selva y montaña convertía a la región en lugar estratégico para quienes escapaban o buscaban abrir rutas clandestinas hacia el oriente.[5]
Los registros parroquiales de la época muestran una caída en nacimientos y matrimonios, reflejo de la inestabilidad y la migración forzada. Sin embargo, la vida religiosa continuó bajo la guía de los frailes, quienes mantenían la parroquia de San Francisco Javier como centro espiritual y de cohesión en medio de la incertidumbre.[15]
Consolidada la República, el nuevo Estado buscó integrar las regiones periféricas como la Ceja de los Andaquíes. En las décadas de 1820 y 1830, el lugar aparece en los mapas como punto de paso en la ruta hacia el Caquetá, aunque con población reducida y economía de subsistencia. La organización administrativa lo vinculaba a Popayán y, más tarde, al naciente departamento del Tolima.[7]
El proceso de colonización se intensificó a mediados del siglo XIX. Familias campesinas procedentes del Valle de Neiva y del sur del Tolima llegaron atraídas por tierras fértiles. El resultado fue un avance sostenido de la frontera agrícola, que amplió el cultivo de maíz, yuca, plátano y caña panelera. Este proceso, sin embargo, no estuvo exento de tensiones con las comunidades indígenas que reclamaban derechos sobre sus resguardos.[9]
Hacia finales del siglo XIX, la región vivió un fenómeno económico que transformó sus dinámicas: la fiebre del caucho. El auge de este recurso en la Amazonía se extendió hasta la Ceja de los Andaquíes, donde comerciantes establecieron almacenes y casas de acopio. Familias como los hermanos Gutiérrez familias antioqueñas que fueron pioneras en este negocio, habilitando la trocha conocida como La Mene, que conectaba la Ceja con el río Pescado, afluente del Orteguaza.[13]
Las caravanas de mulas llevaban desde Neiva hasta la Ceja herramientas, textiles, aguardiente y armas como rifles Winchester y Mauser, que eran intercambiados en la selva por caucho y otros productos amazónicos. El retorno de las recuas traía el “oro negro” que luego se distribuía hacia los mercados nacionales e internacionales.[16]
Este comercio convirtió a la Ceja en punto neurálgico de tránsito y abastecimiento, atrayendo colonos, comerciantes y aventureros. Sin embargo, también propició abusos: explotación de mano de obra indígena, endeudamiento de familias caucheras y conflictos violentos por rutas y mercancías. El auge cauchero dejó una huella profunda en la estructura social y en la memoria local.[9]
En 1906, aunque ya entrado el siglo XX, el Concejo Municipal de La Concepción (antigua Ceja) aplicó la Ley de Resguardos de 1889 y adjudicó 70 hectáreas para ampliar el casco urbano. Esta decisión, aunque legal, generó tensiones con descendientes de comunidades indígenas que veían reducidas sus tierras. Este hecho tiene antecedentes en las disputas del siglo XIX, cuando colonos blancos y mestizos comenzaron a reclamar territorios ancestrales para agricultura y comercio.[17]
El siglo XIX fue, por tanto, un tiempo de transición de un modelo indígena-misional hacia una sociedad mestiza y colonizadora, en la que la tierra se convirtió en el recurso más disputado.[18]
La consolidación administrativa de la Ceja de los Andaquíes llegó en 1898, cuando la Asamblea del Tolima, mediante la Ordenanza n.º 32 del 25 de junio, erigió oficialmente el distrito bajo el nombre de La Concepción. Este nombre en honor a La Inmaculada Concepción. Esta decisión respondió a la necesidad de dar estructura política y fiscal a un territorio que, para entonces, había adquirido importancia económica por el caucho y por la agricultura de subsistencia.[14]
El nombre La Concepción se mantuvo hasta 1935, cuando, por iniciativa del historiador Joaquín García Borrero, fue cambiado a Acevedo en honor a José Acevedo y Gómez. Pero sus raíces como municipio se remontan claramente a este momento de finales del siglo XIX, en que dejó de ser misión periférica para convertirse en entidad reconocida dentro del orden administrativo colombiano.[18]
El inicio del siglo XX encontró a La Concepción en un proceso de afirmación institucional. Tras su creación en 1898, el cabildo comenzó a funcionar de manera más organizada: se establecieron jueces de paz, se aplicaron contribuciones locales y se fortaleció la autoridad civil. La plaza central, organizada en cuadrícula, se convirtió en epicentro de la vida social, política y económica.[13]
La economía seguía siendo campesina y de autoconsumo, basada en maíz, yuca, plátano y caña, pero lentamente se incorporaba el café como cultivo alternativo en las laderas de mayor altitud. Aunque en pequeña escala, el café comenzó a generar excedentes para el mercado regional, preparando el camino para la transformación económica de las décadas siguientes.[3]
En 1906, el Concejo Municipal aplicó la Ley de Resguardos de 1889 para adjudicar 70 hectáreas de tierra indígena al área urbana, medida que, aunque legal, modificó la dinámica territorial tradicional. Desde entonces, la estructura del municipio se configuró sobre la base de la propiedad privada, debilitando los sistemas de tierra comunal heredados del periodo colonial.[17]
En las primeras décadas del siglo, la Parroquia San Francisco Javier era el principal centro de cohesión social. La iglesia no solo organizaba la vida espiritual, sino que también administraba registros civiles, impartía enseñanzas básicas y mediaba en conflictos comunitarios.[19]
Las festividades religiosas, especialmente la del 3 de diciembre en honor a San Francisco Javier, reunían a campesinos de veredas lejanas que llegaban a caballo o a pie para participar en procesiones, ferias y mercados. Estas celebraciones reforzaban la identidad local y eran espacios de intercambio económico y cultural.[18]
En los años 30, La Concepción todavía era un pueblo pequeño, con casas de tapia y teja distribuidas en torno a la plaza. Los caminos eran escasos y el acceso desde Pitalito o Neiva seguía siendo difícil. Sin embargo, la consolidación del café como cultivo comercial comenzó a dinamizar la economía.[9]
En 1935, la Asamblea Departamental del Huila, por iniciativa del historiador Joaquín García Borrero, cambió el nombre del municipio a Acevedo, en honor al prócer José Acevedo y Gómez. Este cambio simbolizó la integración del municipio a la memoria nacional y reafirmó su vínculo con la Independencia.[14]
Durante la primera mitad del siglo XX se consolidó la construcción del templo neogótico republicano de San Francisco Javier, bajo dirección de los misioneros capuchinos. Su monumentalidad lo convirtió en el edificio más importante del municipio y en referente de toda la región del sur del Huila.[5]
El templo presentaba características distintivas: tres naves basilicales, fachada tripartita en arcos de medio punto, una torre campanario coronada por cúpula octogonal y ornamentación sobria con vitrales sencillos y altares en madera tallada. Era un hito urbano y símbolo de modernidad para el municipio.[18]
Contexto histórico y Arquitectónico Parroquia San Francisco Javier
La Parroquia San Francisco Javier de Acevedo fue fundada bajo la guía de los frailes misioneros capuchinos de San Francisco Javier, quienes impulsaron la construcción de su templo principal a comienzos del siglo XX. El edificio cumplió un papel central en la vida religiosa, social y cultural del municipio hasta su destrucción en el terremoto del 9 de febrero de 1967.
En la actualidad, la parroquia pertenece a la Diócesis de Garzón y hace parte de la Vicaría de San Andrés.
Características arquitectónicas
Características artísticas
Valor arquitectónico y cultural
El templo representaba un ejemplo significativo del neogótico republicano en el sur del Huila, destacándose por su monumentalidad en un contexto rural. Su construcción reflejaba la influencia de los misioneros capuchinos, quienes promovieron en la región edificaciones que unían simbolismo religioso y presencia arquitectónica.
La iglesia cumplió un papel central en la configuración del espacio público de Acevedo, constituyéndose en hito urbano y espiritual. Su pérdida en 1967 significó la desaparición de una obra representativa del patrimonio arquitectónico religioso del Huila.
En 1918, un incendio en la alcaldía de La Concepción destruyó los archivos históricos del municipio. Se perdieron actas de cabildo, registros de tierras y documentos de la época del caucho. Este hecho generó un vacío documental que dificulta la reconstrucción precisa de los procesos políticos y económicos de las primeras décadas del siglo XX.[20]
Entre 1940 y 1960, el café se consolidó como el principal cultivo de Acevedo. La caficultura campesina se expandió en veredas como San Adolfo, Palestina y San Marcos, integrando al municipio a la economía regional y nacional. Este auge permitió la construcción de viviendas en materiales más resistentes, el acceso a bienes importados y la aparición de cooperativas locales.[21]
La expansión cafetera exigió mejores vías de comunicación. Se ampliaron trochas hacia Pitalito y Timaná y se iniciaron gestiones para carreteras hacia Palestina y el occidente del Caquetá. Aunque rudimentarias, estas vías representaron un avance frente al histórico aislamiento del municipio.[22]
En 1960, el Estado colombiano declaró el Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos, primer parque nacional del país. Parte de su territorio se ubica en Acevedo, lo que convirtió al municipio en pionero de la conservación ambiental en Colombia.[23]
El parque protege ecosistemas de selva húmeda y andina, con especies como el guácharo (Steatornis caripensis), orquídeas, palmas de cera y fauna amazónica. Desde su creación, ha sido escenario de investigaciones científicas y visitas educativas, proyectando a Acevedo como territorio clave para la conservación y el turismo ecológico.[24]
El 9 de febrero de 1967, un terremoto de magnitud 7,2 sacudió el sur del Huila, con epicentro cercano a Neiva. Acevedo sufrió daños devastadores: más de la mitad de las viviendas de adobe colapsaron y la iglesia de San Francisco Javier quedó en ruinas.[25]
El sismo dejó más de 100 muertos en la región y miles de damnificados. En Acevedo, la destrucción del templo parroquial fue percibida como una pérdida cultural y espiritual. El campanario, que había sido símbolo de orgullo, cayó reducido a escombros.[18]
La reconstrucción posterior al terremoto movilizó a toda la comunidad. Familias enteras trabajaron para levantar nuevamente sus casas, esta vez con materiales más resistentes como ladrillo y cemento. El gobierno y organizaciones religiosas apoyaron con recursos, pero el peso principal recayó en el esfuerzo colectivo.[9]
La reconstrucción de la parroquia fue un proceso largo y simbólico. Aunque nunca se recuperó la monumentalidad del templo original, se levantó una nueva iglesia que se convirtió en emblema de la resiliencia comunitaria.[26]
En estas décadas se amplió la cobertura educativa. Se fundaron instituciones de secundaria en la cabecera y colegios rurales en veredas como San Adolfo, Palestina y El Paraíso. La alfabetización aumentó y más jóvenes pudieron acceder a estudios superiores en Pitalito y Neiva.[27]
La infraestructura de salud también mejoró con la creación de centros médicos básicos. La administración municipal implementó planes de acueducto y electrificación, aunque de manera desigual.[18]
El auge cafetero coincidió con la presencia de grupos armados ilegales en las montañas del Huila. Acevedo, por su ubicación estratégica entre el oriente y el sur, se vio afectado por el conflicto armado. Los campesinos sufrieron presiones, extorsiones y desplazamientos, aunque la comunidad encontró en la iglesia y las cooperativas cafeteras espacios de protección y resistencia.[28]
El siglo XX fue para Acevedo un período de consolidación y resistencia. Nació como municipio joven, se fortaleció con el café, se proyectó al país con el Parque Nacional Cueva de los Guácharos y enfrentó con valentía el terremoto de 1967. La comunidad mostró capacidad de organización y resiliencia, levantando nuevamente su templo y sus hogares.
Al terminar el siglo, Acevedo había pasado de ser un municipio agrícola aislado a convertirse en parte activa del desarrollo regional, con identidad cultural fuerte y memoria marcada por la fe, la naturaleza y la solidaridad.[18]
La primera década del siglo XXI marcó la finalización de un largo proceso de reducción del aislamiento físico y comunicacional de Acevedo. El acceso a telefonía móvil e internet, aunque lento y desigual en las veredas al inicio, permitió que la cabecera municipal acogiera cafés internet y centros de teletrabajo incipientes. Estos espacios se convirtieron en nodos claves para estudiantes, comerciantes y la administración municipal. Las herramientas digitales posibilitaron trámites más ágiles, comunicación rápida con Pitalito y Neiva, y primeros emprendimientos comerciales que utilizaron redes sociales para promoción.[29]
Entre 2010 y 2025 la Alcaldía de Acevedo impulsó varias obras de infraestructura pública:
El municipio gestionó proyectos de vivienda social para reducir el déficit habitacional. En 2019 se autorizó la licencia para 100 apartamentos VIP distribuidos en cinco torres de cinco pisos, vinculados a programas como Mi Casa Ya y estrategias departamentales de vivienda. Estas iniciativas beneficiaron a familias vulnerables y desplazadas.[31]
Se ejecutaron obras de pavimentación urbana, andenes y zonas peatonales, además de placa huella en veredas priorizadas. Surgieron edificaciones residenciales y municipales con lenguaje contemporáneo que modernizaron el centro urbano. También se ampliaron los programas de gasificación y electrificación rural, beneficiando a cientos de familias.[32]
La Diócesis de Garzón consolidó la estructura parroquial con la Parroquia San Francisco Javier, la Parroquia La Divina Misericordia y la Parroquia San Adolfo – Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Paralelamente, Acevedo experimentó la llegada de denominaciones evangélicas, pentecostales y adventistas, que fundaron centros comunitarios y redes pastorales, ampliando la pluralidad religiosa.[33]
Los empresarios locales promovieron turismo de origen con fincas cafeteras, alojamientos rurales y senderos para avistamiento de aves. El Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos, primer parque nacional del país (1960), fortaleció en el siglo XXI programas de ecoturismo, espeleología y educación ambiental, integrando conservación con ingresos para la comunidad.[34]
Acevedo consolidó su reputación en el mercado internacional de cafés especiales. Productores locales implementaron certificaciones orgánicas y de comercio justo, y lograron colocar microlotes en mercados europeos y norteamericanos. Ferias como Café de Origen Acevedo han reforzado esta identidad, atrayendo compradores, catadores y turistas.[35]
En la segunda década del siglo XXI se consolidó la formalización empresarial, con más registros en la Cámara de Comercio y la llegada de supermercados regionales. La digitalización permitió a pymes locales vender productos y servicios a través de marketplaces y plataformas turísticas.[36]
Se adelantaron proyectos de gasificación para más de 600 familias rurales, electrificación de veredas y obras de placa huella para conectar zonas rurales con la cabecera. Estos proyectos se financiaron con recursos del Sistema General de Regalías y programas departamentales como *Huila Crece*.[37]
Las asociaciones de cafeteros, juntas de acción comunal y cooperativas fortalecieron la gobernanza local y la capacidad de negociación de los pequeños productores. Tras la firma del Acuerdo de Paz (2016), Acevedo participó en programas de sustitución de economías ilícitas y proyectos productivos alternativos, con apoyo departamental y nacional.[38]
El municipio promovió la cultura local con escuelas de música y danza, y actividades de memoria andakí. Los convenios con instituciones de educación superior han permitido a jóvenes acceder a formación técnica y profesional en turismo, agroindustria y gestión ambiental.[29]
La cercanía al Parque de los Guácharos ha implicado acciones de conservación, manejo de cuencas y campañas de gestión de residuos (PGIRS). El municipio busca equilibrar el turismo con la preservación ambiental, implementando programas de educación ambiental en escuelas y comunidades.[39]
La combinación de café especial, turismo de origen y conservación ambiental ha proyectado a Acevedo como destino internacional. Hacia 2030, el municipio proyecta fortalecer tres líneas estratégicas: turismo sostenible, infraestructura urbana y rural, y valor agregado en café, mediante la articulación entre gobierno, asociaciones y empresarios locales.[40]
El municipio de Acevedo se encuentra ubicado en una posición estratégica en el departamento del Huila, rodeado por una impresionante geografía que define sus límites:
Norte: Limita con el municipio de Suaza, y esta frontera se traza desde el nacimiento de la quebrada Queso en el cerro de Mesa Alta. Desde allí, sigue aguas abajo hasta la desembocadura de esta en el río Suaza, y luego continúa hacia arriba por el río Suaza hasta su origen en la cordillera.
Sur: Su límite sur es compartido con los municipios de San José del Fragua en el departamento de Caquetá y Piamonte en el departamento de Cauca. Este límite sigue el filo de la cordillera oriental, pasando por los picos de la Fragua y el cerro Punta hasta encontrar el nacimiento del río Mandiyaco.
Oriente: Colinda con el municipio de Belén de los Andaquíes en el departamento de Caquetá. La frontera con Belén se extiende desde el nacimiento de la quebrada Anayaco, siguiendo una dirección suroeste a lo largo del filo de la cordillera oriental hasta los picos de la Fragua.
Occidente: Limita con los municipios de Palestina y Timaná. Desde el nacimiento del río Mandiyaco, la frontera se dirige hacia el norte hasta el punto conocido como el Alto de Riecito. Luego se conecta con el municipio de Timaná, extendiéndose desde este punto hasta el cerro de Mesa Alta.
Los límites de Acevedo no solo definen su territorio, sino que también encapsulan una vasta riqueza natural. Ríos, quebradas, picos montañosos y exuberante vegetación se entrelazan a lo largo de sus fronteras, creando un escenario de belleza natural. La geografía y la naturaleza de Acevedo se fundan con su territorio, proporcionando un entorno único y diverso para los visitantes y habitantes de este hermoso rincón del Huila.
El municipio de Acevedo, se encuentra enmarcado por la majestuosa Cordillera Oriental y su ramal conocido como la Serranía de la Ceja. Esta orografía influye de manera significativa en el paisaje y el entorno natural de la región, dotándola de una belleza escénica impresionante.
La Cordillera Oriental y la Serranía de la Ceja funcionan como límites naturales que orientan el municipio hacia el norte. Estas formaciones montañosas contribuyen a la geografía única de Acevedo y brindan oportunidades para la exploración y el ecoturismo.
Dentro del territorio municipal se encuentran varias elevaciones notables, que incluyen el Cerro Punta, que se extiende hacia el norte en forma de serranía. Bajo el Cerro Punta se encuentra la impresionante Cueva de Los Guácharos, un lugar de gran interés natural y turístico.
La Cueva de Los Guácharos es famosa por su biodiversidad única y sus formaciones rocosas subterráneas, lo que la convierte en una maravilla de la naturaleza.
Además del Cerro Punta y la Serranía de la Ceja, otras alturas destacadas en el municipio de Acevedo incluyen la Mesa Alta, ubicada en los límites con Suaza, y el filo del Frisol, que marca los límites con Timaná. Estas elevaciones contribuyen a la variada topografía del área y ofrecen oportunidades para actividades al aire libre y aventuras en la naturaleza.
La depresión de La Ceja, que se encuentra sobre la cordillera, es un punto de interés geográfico a una altitud de aproximadamente 2000 metros sobre el nivel del mar. Esta depresión es particularmente significativa porque representa la menor altitud que alcanza la Cordillera Oriental a lo largo de su extensión.
La orografía de Acevedo, está definida por la imponente Cordillera Oriental y la Serranía de la Ceja, así como por diversas elevaciones que aportan a la belleza y la diversidad natural de la región. Estas características geográficas hacen de Acevedo un lugar único para la exploración y el disfrute de la naturaleza.
El municipio de Acevedo desempeña un papel fundamental en la subcuenca del río Suaza, ya que es el lugar de nacimiento de este río. Representa el 40% del área total de la subcuenca y actúa como una importante zona de recarga hídrica. Además, alrededor del 70% del territorio municipal está cubierto de bosques, lo que garantiza la disponibilidad de agua para el consumo humano, actividades agrícolas y la generación de energía.
La subcuenca también incluye las quebradas La Queso y Anayaco, que son cruciales para la región. La quebrada La Queso tiene un caudal promedio de 5.8 litros por segundo y se utiliza para abastecer el acueducto de la vereda y riego en cultivos de habichuela y tomate. Por otro lado, la quebrada Anayaco tiene un caudal promedio de 7,3 litros por segundo y es utilizada para el consumo de familias del municipio de Acevedo, a través de acueductos individuales.
La hidrografía de Acevedo no solo es esencial para la disponibilidad de agua en la región, sino que también desempeña un papel vital en la vida de la comunidad y en la actividad agrícola de la zona.
La sostenibilidad ambiental en el municipio de Acevedo, Huila, se fundamenta en la protección y gestión de diversos ecosistemas clave que contribuyen a la conservación de la biodiversidad y al equilibrio ecológico de la región.
Serranía de la Ceja o Peñas Blancas
La Serranía de la Ceja, también conocida como Peñas Blancas, es una extensión de la Cordillera Oriental que delimita naturalmente a Acevedo de los municipios vecinos: Palestina, Pitalito y Timaná. Este ecosistema es vital para la región debido a su riqueza en recursos hídricos y su abundante cobertura forestal, incluyendo extensos bosques de roble negro. En 2016, se reconoció su importancia ecológica mediante la creación del Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) Serranía de Peñas Blancas, abarcando aproximadamente 32 793 hectáreas.
Parque Nacional Natural Serranía de los Churumbelos Auka-Wasi
Este parque nacional se extiende por varias regiones, incluyendo áreas dentro del municipio de Acevedo. Protege una vasta diversidad de flora y fauna, y desempeña un papel crucial en la conservación de los ecosistemas andinos y amazónicos.
Parque Natural Regional Corredor Biológico Guácharos-Puracé
Establecido en 2007 por la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), este corredor biológico se sitúa en el Macizo Colombiano y abarca territorios de los municipios de Acevedo, Pitalito y Palestina, entre otros. Con una extensión de 62 685 hectáreas, el corredor conecta importantes áreas protegidas como los parques nacionales naturales Puracé, Cueva de los Guácharos, Serranía de los Churumbelos y Alto Fragua Indi-Wasi, además de parques naturales municipales.
Esta interconexión de áreas protegidas facilita el flujo genético de especies y la preservación de hábitats críticos.
La gestión sostenible de estos espacios naturales refleja el compromiso de Acevedo con la conservación ambiental y el desarrollo sostenible, asegurando la protección de sus valiosos recursos naturales para las generaciones presentes y futuras.
El clima en Acevedo, se caracteriza por ser agradable y templado a lo largo del año. Con temperaturas promedio que varían entre los 17 °C y los 25 °C.
Durante el día, las temperaturas suelen ser suaves, con máximas en el rango de los 25 °C. Por la noche, las temperaturas pueden bajar ligeramente, llegando a alrededor de los 17 °C.
La variación estacional en Acevedo es relativamente moderada. La época de lluvias se concentra principalmente entre abril y noviembre. El clima es más seco durante los meses de diciembre a marzo, cuando las probabilidades de lluvia son menores.
El Escudo de Acevedo, adoptado oficialmente mediante el Acuerdo No. 004 del 19 de mayo de 1993, es una representación heráldica que encapsula la riqueza natural, histórica y cultural del municipio de Acevedo, Huila. Su diseño, cuidadosamente elaborado, integra elementos que simbolizan aspectos geográficos, históricos y socioeconómicos de la región.
El escudo presenta una estructura rectangular vertical con una proporción de diez unidades de largo por ocho de ancho, y vértices inferiores redondeados, siguiendo el estilo del modelo español. Está enmarcado por una bordura angrelada de color gules (rojo), que simboliza la vitalidad y la fuerza de los habitantes de Acevedo.
El escudo se divide en secciones que contienen inscripciones de gran significado histórico:
Estas inscripciones están ubicadas en dos divisiones superiores de color amarillo, tonalidad que simboliza la riqueza, nobleza y abundancia de la región.
El Escudo de Acevedo es más que un emblema; es una representación simbólica que integra los elementos naturales, históricos y culturales que han forjado la identidad del municipio. Cada componente del escudo ha sido seleccionado para destacar aspectos clave de la región, desde su geografía y biodiversidad hasta los valores y la historia de su gente, consolidándose como un símbolo de orgullo y pertenencia para todos los acevedunos.
La bandera del municipio de Acevedo, en el departamento del Huila, fue adoptada oficialmente el 19 de mayo de 1992, mediante el Acuerdo No. 015 de 1992, expedido por el Honorable Concejo Municipal. Su diseño fue creación del señor Gilberto Vargas Mota, quien logró plasmar en esta enseña los valores culturales, espirituales, económicos y sociales que identifican al pueblo aceveduno.
El pabellón está conformado por dos franjas horizontales de igual tamaño y un triángulo isósceles de color café que parte desde el asta hasta ocupar dos quintas partes del ancho de la bandera. La franja superior es amarilla y la inferior verde, colores que junto con el marrón otorgan al símbolo un profundo significado ligado a la historia, la tradición y el quehacer productivo de la región.
El Himno de Acevedo es una composición emblemática que enaltece la identidad, la historia y los valores del municipio de Acevedo, ubicado en el departamento del Huila, Colombia. Esta obra, escrita por el poeta y educador Ramón Luna Ramírez, refleja profundamente el orgullo y la esencia cultural de la comunidad aceveduna.
Ramón Luna Ramírez fue un destacado poeta y educador. Su vida estuvo dedicada al servicio de la educación y la cultura en su comunidad. A través de sus composiciones, incluyendo poesías, coplas, fábulas, himnos y villancicos, buscó resaltar el acontecer diario y las tradiciones de su pueblo. Su legado perdura como un testimonio del amor y compromiso hacia su tierra.
Coro
Gloria al pueblo de Acevedo,
Bello símbolo de paz,
De trabajo y armonía,
De virtud y libertad.
Estrofas
Acevedo presenta una organización político-administrativa estructurada en zonas urbanas y rurales, conformadas por barrios, veredas y centros poblados, conforme a las disposiciones normativas vigentes en la legislación colombiana. El municipio opera bajo un sistema democrático basado en la descentralización administrativa establecida por la Constitución Política de 1991, que define al municipio como “la entidad fundamental de la división político-administrativa del Estado” y le otorga autonomía para atender necesidades locales mediante órganos propios.
La Constitución de 1991 introdujo cambios decisivos para los municipios en Colombia. Entre sus novedades, estableció la elección popular del alcalde, concejo y personero, reguló las competencias municipales, y promovió la participación ciudadana y la corresponsabilidad en la prestación de los servicios públicos básicos. Cámara de Representantes+1 La Ley Orgánica Municipal, la Ley 136 de 1994, y la Ley 388 de 1997, entre otras, definieron funciones del municipio como ordenar el territorio, planear el desarrollo local, ejecutar políticas sociales y proveer servicios públicos domiciliarios. Normas CRA+1
La administración municipal se divide en una Administración Central, compuesta por dependencias que reportan directamente al alcalde, y entidades descentralizadas con autonomía administrativa y financiera parcial.
Algunas de las principales secretarías y funciones clave:
El municipio de Acevedo, Huila, cuenta con un conjunto de entidades descentralizadas y organismos de apoyo que garantizan la prestación de servicios públicos esenciales, en el marco de la normativa colombiana. Estas instituciones reflejan el modelo de descentralización administrativa consagrado en la Constitución Política de 1991, la cual reconoce al municipio como la entidad fundamental de la división político-administrativa del Estado, con autonomía para la gestión de sus intereses locales.
El régimen jurídico de las entidades descentralizadas en Colombia está sustentado en normas como:
EMPACEVEDO S.A.S. E.S.P. es la empresa descentralizada municipal encargada de la prestación de servicios públicos domiciliarios en Acevedo. Fue constituida bajo los parámetros de la Ley 142 de 1994, que regula el régimen de los servicios públicos en Colombia.
Empresas Públicas de Acevedo S.A.S. E.S.P. (EMPACEVEDO) se constituyó legalmente en el año 2008 como Sociedad por Acciones Simplificada (SAS), fecha en que se formalizó su papel como entidad encargada del servicio público de acueducto en la cabecera municipal de Acevedo.
Desde su creación, EMPACEVEDO asumió la responsabilidad de la captación, tratamiento y distribución del agua potable para los habitantes de la zona urbana de Acevedo, sistema que, según sus registros más recientes, atiende a más de 2.000 suscriptores.
El municipio, a través de sus planes de desarrollo, ha incluido a EMPACEVEDO en proyectos de expansión y mejora de infraestructura. Obras de alcantarillado urbano han sido reactivadas, modernización de redes y proyectos de tratamiento de aguas residuales se proyectan para mejorar cobertura y cumplimiento ambiental.
La empresa también participa en esquemas de pago y tarifas por estrato socioeconómico, lo cual evidencia su integración en las políticas nacionales de servicios públicos domiciliarios reguladas por la Ley 142 de 1994
Funciones principales
Compromisos
EMPACEVEDO cumple con los principios de continuidad, calidad, eficiencia y cobertura definidos en la Ley 142. Además, desarrolla labores complementarias como instalación y calibración de medidores, recuperación de zonas verdes, mantenimiento de redes y campañas educativas ambientales.
El Hospital San Francisco Javier es la principal institución de salud de Acevedo y tiene la categoría de Empresa Social del Estado (E.S.E.), figura creada por la Ley 100 de 1993. Goza de personería jurídica, autonomía administrativa y patrimonio propio.
La Empresa Social del Estado (E.S.E.) Hospital San Francisco Javier de Acevedo es la institución pública de salud de mayor referencia en el municipio de Acevedo (Huila). Funciona como entidad descentralizada del orden municipal, con personería jurídica y patrimonio autónomo, responsable de la prestación de servicios de salud en el primer nivel de atención y de la articulación de las rutas de referencia con la red hospitalaria regional. Su existencia y condiciones operativas se registran en las bases del Ministerio de Salud y en la documentación local del municipio.
Orígenes y evolución histórica
La prestación formal de salud en Acevedo estuvo ligada desde principios del siglo XX a iniciativas parroquiales y a prestaciones públicas limitadas. La creación de la Parroquia de San Francisco Javier (Decreto eclesiástico de 1916) y la construcción progresiva de infraestructura sanitaria en la cabecera marcaron los primeros esfuerzos organizados de atención. El hospital municipal fue consolidándose como punto de atención primaria a lo largo del siglo XX, incorporándose como E.S.E. bajo el marco de la reforma de salud de los años noventa (Ley 100 de 1993), lo que le otorgó personería jurídica y autonomía administrativa para operar los servicios locales dentro de la red pública.
Los diagnósticos sectoriales y planes municipales (Plan Sectorial de Turismo, Plan de Desarrollo y documentos ASIS/PGIRS) recogen que el hospital operó tradicionalmente como un centro de primer nivel con ampliaciones progresivas en consultorios, apoyo diagnóstico y ambulancias, y que ha funcionado como nodo de referencia con Pitalito, Garzón y Neiva para casos de mayor complejidad.
Cobertura, recursos y servicios
Los estudios y planes municipales indican la siguiente caracterización operativa del hospital (valores tomados de los documentos técnicos municipales y del ASIS local):
Como E.S.E., el Hospital San Francisco Javier se rige por la normativa del sector salud (Ley 100/1993 y decretos reglamentarios aplicables), participa en procesos de habilitación y registro ante la autoridad departamental y nacional, y articula rutas de referencia y contrarreferencia con los hospitales de segundo y tercer nivel de la región. En los últimos años ha sido señalado como centro de atención que resuelve la mayoría de las consultas de baja complejidad (aprox. 80–85% según reportes institucionales locales) y que requiere refuerzos en personal y equipamiento para reducir las remisiones.
Los planes de desarrollo municipales incluyen inversiones y proyectos de modernización del hospital (infraestructura, dotación de laboratorio y fortalecimiento de atención primaria), en línea con las políticas de mejoramiento de la calidad y ampliación de cobertura.
Hechos recientes: incendio y respuesta institucional (enero 2024)
El 26 de enero de 2024 un incendio estructural afectó instalaciones del Hospital San Francisco Javier. Los reportes de prensa y de la propia E.S.E. consignaron que el siniestro se produjo en áreas administrativas y de consulta —sobre todo en la segunda planta, donde funcionaban oficinas y la zona de citación y el sistema de vigilancia en salud pública (SIVIGILA)—; el incidente causó pérdidas materiales significativas y la afectación de equipos y archivos, pero no reportó víctimas fatales. Las primeras investigaciones apuntaron a una sobrecarga en el cableado eléctrico como posible origen del incendio. La cobertura mediática resaltó los daños y la necesidad de reconstrucción y apoyo institucional para recuperar servicios.
La situación generó movilización local y solicitudes de apoyo técnico y financiero para la reparación y modernización de la infraestructura. Posteriormente, las autoridades nacionales y departamentales han anunciado apoyo para la recuperación y remodelación del centro de salud. Informes y mensajes oficiales de la E.S.E. y la Alcaldía documentan las gestiones de atención inmediata y la articulación para garantizar la continuidad de servicios mínimos durante la fase de recuperación.
Innovaciones y proyectos recientes (2024–2025)
En 2024–2025 el hospital ha sido incluido en programas y noticias que reflejan iniciativas de fortalecimiento: desde remodelaciones potenciales hasta la participación en programas pilotos del Ministerio de Salud para modelos de financiamiento y subsidio por la oferta en salud. En abril de 2025, por ejemplo, se informó que el ministerio lanzó una estrategia piloto desde el hospital de Acevedo para modelos de subsidio a la oferta en salud, lo cual posiciona a la institución como escenario de innovación en la región.
Retos estructurales y prioridades de gestión
A partir del diagnóstico documental y de los eventos recientes, los retos más visibles del hospital son:
Funciones principales
Importancia regional
El hospital integra la red de servicios de salud del sur del Huila, articulándose con el Hospital Departamental San Antonio de Pitalito y el Hospital Universitario de Neiva, lo que le permite canalizar referencias de mayor complejidad.
El Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Acevedo es una corporación de derecho privado con funciones públicas delegadas, reconocida bajo la Ley 322 de 1996.
El Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Acevedo constituye la principal institución de atención y prevención de incendios y emergencias en el municipio. Su origen se inscribe dentro del proceso nacional de organización del servicio público de bomberos, regulado por la Ley 322 de 1996, que definió estos cuerpos como asociaciones civiles de utilidad común, y por la Ley 1575 de 2012, que estableció la obligatoriedad de los convenios con las administraciones locales para garantizar su sostenimiento y operación.
A lo largo de su trayectoria, los bomberos de Acevedo se han consolidado como actores fundamentales en la gestión del riesgo y la protección comunitaria. Su labor abarca desde la atención de incendios estructurales y forestales, hasta labores de rescate y asistencia en emergencias naturales, como inundaciones y crecientes súbitas de los ríos que atraviesan el municipio. La institución también ha desarrollado campañas de prevención y educación ciudadana, promoviendo una cultura de seguridad y manejo del riesgo entre la población.
Funciones principales
Relación institucional
Aunque actúa de manera autónoma, recibe apoyo financiero del Fondo Nacional de Bomberos y del municipio, además de coordinar acciones con la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD).
En el año 2025, Acevedo incorporó agentes de tránsito propios, fortaleciendo la capacidad local en la regulación de la movilidad.
La historia de la regulación del tránsito en Acevedo es reciente, pero significativa para la vida institucional del municipio. Durante gran parte del siglo XX y principios del XXI, la movilidad en Acevedo se resolvía de manera empírica, con apoyo esporádico de la Policía de Carreteras o de autoridades departamentales. La ausencia de un cuerpo local dedicado a la seguridad vial generaba limitaciones: congestiones en el casco urbano, parqueo desordenado, accidentes frecuentes con motociclistas y peatones, así como la falta de campañas pedagógicas permanentes.
El punto de quiebre se dio en julio de 2025, cuando la Alcaldía de Acevedo, en convenio con el Instituto de Transporte y Tránsito del Huila, anunció la llegada de los primeros agentes de tránsito municipales. El martes 22 de julio se oficializó el inicio de sus funciones, convirtiéndose en la primera vez que el municipio contaba con un cuerpo especializado en la regulación de la movilidad
Este paso se sustenta en la Constitución Política de 1991, que otorga autonomía administrativa a los municipios; en el Código Nacional de Tránsito (Ley 769 de 2002), que faculta a las autoridades locales para regular la movilidad dentro de su jurisdicción; y en la Ley 1383 de 2010, que reforzó el régimen sancionatorio en materia de tránsito. Además, el Código Nacional de Policía y Convivencia (Ley 1801 de 2016) estableció la seguridad vial como parte de la convivencia ciudadana, ampliando el marco de acción de los entes municipales.
El Departamento de Tránsito y Transporte de Acevedo tiene hoy funciones que combinan regulación, prevención y pedagogía. Entre ellas se destacan: el control del tráfico vehicular y peatonal, la regulación del parqueo en áreas críticas, la supervisión del cumplimiento de normas de tránsito, la instalación y mantenimiento de señalización vial y la ejecución de campañas educativas orientadas a motociclistas, peatones y conductores.
Los agentes de tránsito han sido concebidos no solo como una fuerza de control, sino como mediadores pedagógicos. Su labor inicial se centra en campañas de sensibilización ciudadana, buscando generar cultura vial en un municipio donde el parque automotor ha crecido aceleradamente, especialmente en motocicletas. Paralelamente, se han diseñado programas de instalación de señalización y demarcación urbana para prevenir accidentes y ordenar la movilidad.
El proyecto se articula además con los planes de desarrollo municipal, que contemplan la movilidad como un eje de calidad de vida, competitividad y turismo. En efecto, un sistema de tránsito ordenado impacta positivamente en la percepción de seguridad y en la capacidad del municipio para recibir visitantes, especialmente por su cercanía con el Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos y las rutas cafeteras de la región.
En perspectiva, la creación del cuerpo de tránsito en Acevedo simboliza el paso de una movilidad desregulada hacia un modelo de gobernanza vial moderna, ajustado a las exigencias de la normatividad nacional y a las expectativas de una población en crecimiento. Aunque su historia apenas comienza, su consolidación será clave para fortalecer la seguridad vial, la convivencia ciudadana y el desarrollo económico del municipio en los próximos años.
Marco normativo
Funciones
La Policía Nacional mantiene una estación en Acevedo, con funciones de seguridad ciudadana y orden público.
Marco legal
Funciones locales
Aunque no son entidades descentralizadas municipales, tienen presencia en Acevedo y cumplen funciones esenciales:
La organización descentralizada de Acevedo evidencia el esfuerzo por garantizar la prestación de servicios básicos y especializados en salud, agua potable, alcantarillado, aseo, seguridad, movilidad y gestión de emergencias. Estas entidades, creadas bajo normas nacionales específicas, funcionan como brazos operativos del municipio y reflejan el modelo de descentralización administrativa colombiano, que busca fortalecer la autonomía territorial y mejorar la calidad de vida de las comunidades locales.
La organización territorial de Acevedo refleja tanto la herencia histórica de su fundación como la expansión demográfica del municipio a lo largo de los siglos XX y XXI. Desde su creación oficial como municipio en 1898 (bajo el nombre de La Concepción) y el posterior cambio a Acevedo en 1935, la cabecera municipal fue consolidándose en torno a una serie de barrios fundacionales que aún hoy conservan sus nombres originales.[41][42]
Los primeros barrios, surgidos en paralelo a la constitución del municipio, fueron:
Estos barrios iniciales constituyeron la base urbana de Acevedo y fueron ampliándose con el crecimiento poblacional del siglo XX. Hoy, junto con ellos, existen otros barrios conformados en etapas posteriores, entre los que se incluyen:
Barrio San Francisco, Barrio Avenida Pastrana, Barrio La Paz, Barrio Sicandés, Barrio Girasoles, Barrio Cristo Rey, Barrio Villa Acevedo, Barrio Santa Catalina y Barrio Emmanuel.
Todos estos sectores se articulan al sistema urbano mediante vías principales y secundarias que garantizan la movilidad interna y la conexión con áreas rurales adyacentes.
En la periferia inmediata, Acevedo cuenta con veredas que cumplen funciones de transición entre lo urbano y lo rural. Entre ellas destacan: Anayaco, Carbona, Independencia, Las Mercedes, Mesa Alta y Mirador. Estas áreas combinan funciones agropecuarias con provisión de recursos para la cabecera municipal y preservación de tradiciones rurales huilenses.
Bajo la jurisdicción municipal existen varios centros poblados que cumplen funciones de servicio y articulación regional: El Carmen, Pueblo Viejo, San Adolfo, San Marcos y Marticas. En estos centros se ubican instituciones educativas, centros de salud y espacios comerciales, que permiten la integración comunitaria y el acceso de la población rural a servicios básicos. La inspección de San Adolfo destaca por ser sede de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, núcleo espiritual y cultural del corregimiento.
El área rural del municipio está organizada en un amplio conjunto de veredas que constituyen la unidad administrativa básica en el ámbito rural colombiano. Entre ellas se encuentran: Bateas, Bombonal, Buenavista, Olivos, Paraíso, El Cedral, El Recreo, San Antonio de las Minas, La Victoria, Brisas, La Marimba, La Unión, Buenos Aires, La Estrella, Berlín, Guaduales, Siberia, Santa Ana, Peñas Blancas, San Luis, Primavera, entre muchas otras.
La vida rural de Acevedo se centra en la producción agrícola —especialmente café, caña, frutales y ganadería— y en el mantenimiento de tradiciones culturales andakíes y campesinas.
Cada una de las unidades administrativas (barrios, veredas y centros poblados) cuenta con una Junta de Acción Comunal (JAC), encargada de representar los intereses de la comunidad ante la administración municipal. Las JAC son órganos de gestión comunitaria reconocidos por la legislación colombiana, responsables de la planeación y ejecución de proyectos locales.
La administración municipal coordina con estas juntas el desarrollo de obras de infraestructura, programas de educación, salud y servicios públicos, lo que garantiza un enfoque territorial integral en el desarrollo socioeconómico de Acevedo.
El municipio de Acevedo, en la pintoresca subregión de Huila, no sólo se destaca por su asombrosa belleza natural, sino también como un importante motor económico con diversas actividades que impulsan su desarrollo. Su renombrada posición como uno de los principales productores de café en Colombia ha dejado una huella significativa en su economía, siendo un punto de orgullo para la comunidad y un pilar fundamental de su prosperidad.
En el año 2006, Acevedo demostró su liderazgo en la producción de café al registrar una impresionante producción de 10 514.91 toneladas de este grano preciado. Con 9 054 hectáreas de tierra cultivada, los agricultores locales demuestran su dedicación a la producción de café de alta calidad, consolidando esta contribución como una parte esencial de la identidad económica de Acevedo.
Además del café, el municipio diversifica su producción agrícola con cultivos como plátano, fríjol tradicional y tecnificado, maíz tradicional, tomate de mesa, cacao, caña panelera, yuca, cebolla junca, así como diversas frutas como guayaba, granadilla, piña, lulo y mora. Aunque su participación pueda ser menor en comparación con el café, estas cosechas contribuyen a la variedad de la producción agrícola y fortalecen la seguridad alimentaria regional.
La ganadería, con unas 4.630 cabezas de ganado bovino y una destacada producción lechera de 1.067 vacas lecheras, también desempeña un papel crucial en la economía de Acevedo. Asociaciones como la Asociación de Ganaderos de Acevedo "ASOGANA" impulsan y respaldan esta actividad.
La economía de Acevedo no se limita a la agricultura y la ganadería, sino que se diversifica con actividades como la avicultura y la presencia de ganado porcino. La Asociación de Caballistas "ASOCACE" en el sector equino también ha contribuido al desarrollo económico de la región.
Además de su vibrante economía basada en la producción agrícola y ganadera, Acevedo se destaca como un destino turístico reconocido, especialmente gracias al Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos. El turismo, junto con el comercio que atrae tanto a empresarios nacionales como internacionales, agrega una dimensión adicional a la economía local.
Con comercios de cadena, tiendas nacionales, fábricas y productos de alta calidad, el comercio en Acevedo es un imán para inversores y empresarios. La Asociación de Comerciantes de Acevedo "ASOCORAC" desempeña un papel fundamental en la actualización y formalización de proyectos comerciales, respaldando el crecimiento acelerado del comercio aceveduno. Gracias a su ubicación estratégica, Acevedo se presenta como un atractivo eje para la inversión empresarial e industrial en la región surcolombiana. Con su combinación única de recursos naturales, producción agrícola destacada y potencial económico, Acevedo se proyecta como un lugar próspero para vivir, visitar y hacer negocios.
Acevedo se destaca como uno de los principales centros de producción de café en la reconocida zona cafetera colombiana. Su apodo La Capital Cafetera Especial de Colombia lo resalta a nivel mundial. Su café es altamente valorado a nivel internacional por su limpieza en taza y ha ganado reconocimiento por su calidad.
En agosto de 2006, el municipio de Acevedo, celebró sus 250 años de fundación. Para honrar esta destacada trayectoria histórica y resaltar la identidad cafetera local, la Federación Nacional de Cafeteros (a través de Procafecol, la empresa comercializadora de la marca Juan Valdez) lanzó una edición especial y limitada de café bajo la denominación “Café Acevedo 250 años”. Este producto buscaba rendir homenaje a la labor de los más de 4.000 pequeños productores del territorio, promoviendo su esfuerzo y arraigo cultural.
Diseño y carácter del empaque
El empaque del “Café Acevedo 250 años” se caracteriza por un diseño exclusivo en su formato y profundamente simbólico. Presenta:
Presencia en documentos institucionales y académicos
Desde el 16 de abril de 2013, el café de Acevedo cuenta con la distinción de 'Denominación de Origen', lo que resalta la calidad y características únicas de este producto. Se destaca por su impresión global equilibrada, con notas dulces, acidez y cuerpo medio/alto. Además, presenta fragancia y aroma intensos, con sensaciones frutales y acarameladas. En taza, se caracteriza por una fragancia y aroma a chocolate, buen dulzor y frutos rojos, notas frutales, flor de café, acidez media alta y un cuerpo medio equilibrado.
Este café especial no solo conmemoró una fecha histórica, sino que también visibilizó el esfuerzo de más de 4.000 familias cafeteras de la región. Se convirtió en un símbolo de identidad y en prueba del papel protagónico de Acevedo en el posicionamiento del Huila como el mayor productor de café de Colombia. Pero Acevedo no se limita a competir por ocupar un primer lugar: su grandeza está en la Calidad, Excelencia y el sabor único. Y lo ha demostrado con hechos. Hoy, Acevedo es reconocido como primero en calidad y Excelencia, y tanto los expertos en catación como quienes saben elegir un buen café lo prefieren sin dudar. Con cada grano, Acevedo reafirma que no solo hace parte de la historia cafetera experta, sino que marca la diferencia con excelencia y prestigio internacional.
Acevedo ofrece a sus visitantes una amplia oferta cafetera, con tiendas y fincas especializadas que permiten disfrutar de la experiencia del café local. El municipio también ha participado en diversas ferias y eventos de excelencia a nivel mundial en el sector cafetero, logrando recibir varios premios que destacan la calidad y el sabor de su café.
La historia y la artesanía del "Sombrero de iraca" en Acevedo, se destacan por su distinción y calidad, lo que ha llevado a obtener la prestigiosa declaración de Denominación de Origen "Colombia" el 3 de junio de 2015. Este sombrero, elaborado con palma de iraca cultivada en el Valle del Río Suaza, es una tradición arraigada en la región.
Este sombrero ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial del departamento del Huila por la Gobernación en 2013. Además, es el cuarto producto en Colombia en recibir la protección de Denominación de Origen, después del Sombrero Aguadeño, el Sombrero de Sandoná y la Tejeduría Zenú o sombrero Vueltiao.
La Cooperativa Multiactiva Valle del Sombrero Suaza, integrada por productores de Acevedo, Suaza y Guadalupe, administra la denominación de origen del "Sombrero de iraca". Este producto ha trascendido fronteras, siendo apreciado en Estados Unidos, República Dominicana, México, España, Holanda e Italia, entre otros lugares, por su calidad y prestigio.
El proceso de obtención de la Denominación de Origen involucró la participación y representación legítima de los artesanos, transformadores y tejedores de iraca en el Valle del Río Suaza. La calidad de las hebras utilizadas en el tejido del sombrero está vinculada al lugar de cultivo de la iraca, con condiciones especiales de suelo y temperatura en la región.
El "Sombrero de Iraca" se caracteriza por un tejido muy fino (tupido), de color blanco hueso, gran elasticidad y flexibilidad. Este artefacto ha sido parte de la economía colombiana desde el siglo XIX, representando un importante porcentaje de las exportaciones nacionales en 1858.
Celvina Ramírez, reconocida con la Medalla a la Maestría Artesanal en 2017, ha contribuido significativamente a la preservación de este oficio artesanal tradicional, destacando la importancia histórica y cultural del "Sombrero de Iraca" en la región y en Colombia.
La alfarería en Acevedo, se destaca como una de las técnicas más antiguas y arraigadas en el territorio, evidenciada por la rica diversidad de la producción prehispánica en barro. Un destacado artesano de esta tradición es Don Fidencio Cueltan, nacido en 1973 en el municipio de Acevedo, y discípulo de su padre, el maestro artesano Don Peregrino Cueltan Chapuesgal.
Fidencio ha dedicado más de 30 años a perfeccionar el arte del torneado de arcilla, siendo reconocido como uno de los artesanos más importantes de la alfarería regional. Su destreza se refleja en la creación de piezas utilitarias como pocillos tinteros, vasos mugs, tinajas, jarras, soperas, cazuelas, cacerolas, entre otras, todas elaboradas con esmero tanto en torno como a mano.
El aprendizaje de Fidencio inició en 1990, cuando, bajo la tutela de su padre, se sumergió en el torneado de arcilla. Desde entonces, ha participado en diversos certámenes feriales y culturales, llevando con orgullo el nombre de Acevedo. Además de su destacada participación en eventos nacionales e internacionales, ha compartido su conocimiento con sus cuatro hijos y artesanos de otras regiones, contribuyendo así a la preservación y difusión del arte popular.
Tras el fallecimiento de Don Peregrino Cueltan en 2005, Fidencio ha continuado el legado familiar, demostrando su dedicación y habilidad en la alfarería. Su contribución al arte ha sido tan significativa que el Honorable Concejo Municipal le otorgó un merecido reconocimiento por preservar el legado cultural de Acevedo y destacar la manifestación artística a través de la historia.
En cuanto a la educación superior, Acevedo cuenta con diversas instituciones estatales que brindan oportunidades de educación superior a sus residentes. La Biblioteca Pública Municipal, la Casa de la Cultura, la ESAP (Escuela Superior de Administración Pública) Universidad Surcolombiana y la Universidad Nacional son ejemplos de las instituciones que apoyan el acceso a la educación superior y la cultura en el municipio.
Instituciones del estado Educación Superior
El sector salud en Acevedo, al igual que en otros municipios de Colombia, está regulado y gestionado por el Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS), que busca garantizar el acceso a los servicios de salud de calidad para todos los ciudadanos.
La ESE Hospital San Francisco Javier es el primer punto de atención en la red de atención en salud a nivel local en el Municipio de Acevedo. Esta entidad es una Institución Prestadora de Servicios de Salud (IPS) habilitada y es la única de este tipo en el municipio. Se trata de una entidad pública descentralizada de orden municipal que posee personería jurídica, patrimonio propio y autonomía administrativa.
Con el propósito de garantizar la eficiente prestación de los servicios de salud, la ESE San Francisco Javier cuenta con varias sedes, que incluyen:
Sede Principal, Centro de Salud San Adolfo, Puesto de Salud San Marcos, Puesto de Salud Santo Domingo, Puesto de Salud San Isidro, Puesto de Salud El Carmen y el Puesto de Salud El Salado.
El Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Acevedo, es una institución comprometida con la gestión integral del riesgo, enfocándose en la prevención y atención de incendios, rescates y otras emergencias que afectan a la comunidad. Con un profundo sentido de responsabilidad social, su misión principal es proteger la vida y los bienes de los habitantes de Acevedo, actuando con valor, abnegación y lealtad.
Servicios y Actividades
Acevedo, un municipio cuenta con terminal de transportes que lo conecta con otros puntos clave de Colombia. Las empresas de transporte reconocidas como Coomotor, Cootranshuila, La Gaitana, Flota Huila, El Pony Express, Cootransmayo, Líneas Verdes, Cootranslaboyana, Cootranscol, Coomulsuaza y Coomotor Florencia operan en esta terminal.
En el ámbito local, Acevedo cuenta con líneas de transporte urbano y servicios de taxis proporcionados por Coostranscol y Mensaje Express.
Para opciones de transporte aéreo, Acevedo tiene proximidad a una serie de aeropuertos nacionales entre las que se encuentran el Aeropuerto Gustavo Artunduaga en Florencia, Caquetá, el Aeropuerto Contador en Pitalito, Huila, y el Aeropuerto Benito Salas en Neiva, Huila.
Servicio de Agua, Acueducto y Aseo
Servicio de Energía
Servicio de Gas
Acevedo, un municipio del departamento de Huila, dispone de una infraestructura de medios de comunicación que incluye emisoras de radio y servicios de telecomunicaciones, los cuales cumplen un papel esencial en la difusión de información, el entretenimiento y la conectividad de sus habitantes.
En Acevedo, las emisoras de radio se consolidan como el principal medio de comunicación masiva, ofreciendo programación variada que abarca música, entretenimiento y contenido comunitario. A continuación, se destacan las principales estaciones:
El municipio de Acevedo cuenta con una infraestructura en telecomunicaciones que garantiza el acceso a servicios de conectividad, fundamentales para el desarrollo socioeconómico de la región. Entre los principales proveedores se encuentran:
Acevedo, Se considera uno de los eventos importantes del departamento, se celebra la primera semana de Enero, Festival dedicado a los acevedunos, nacidos, adoptados y visitantes, en ella se destaca la forma cultural, artístico, religioso y gastronómico de Acevedo. Se realizan los siguientes eventos: conciertos con artistas internacionales y nacionales, Muestras culturales, exposiciones, desfiles, cabalgatas entre otros.
El Festival del Retorno de Acevedo, rinde homenaje a las raíces culturales y la identidad de esta encantadora región. El Festival del Retorno de Acevedo es una ocasión para reconectar con las raíces el encuentro y la cultura de la región, y para celebrar la vida comunitaria.
Los eventos incluyen desfiles con trajes tradicionales, alboradas, cabalgatas, conciertos en los que los participantes representan diferentes momentos de la región. La música y la danza son elementos esenciales del Festival del Retorno. Grupos locales y regionales se presentan en el escenario, ofreciendo una amplia gama de estilos musicales. La gastronomía local juega un papel importante en el festival. Los puestos de comida ofrecen una variedad de platos típicos del Huila.
Se Celebra finalizando Junio y comienzos de Julio. Se destaca por su impacto cultural de la región.
La celebración de los cumpleaños de Acevedo el 6 de agosto se erige como un vibrante tributo a la rica identidad y las contribuciones de sus habitantes.
La programación de los cumpleaños de Acevedo abarca una amplia gama de eventos, desde conciertos que llenan el aire con melodías festivas hasta actividades culturales que resaltan las tradiciones arraigadas en la historia del lugar. Muestras gastronómicas ofrecen un festín para los sentidos, revelando la deliciosa diversidad culinaria de la región.
Los desfiles y las cabalgatas dan vida a las calles, llenándolas de color y energía.
Acevedo es un destino turístico que atrae a viajeros con su rica cultura, belleza natural y eventos de renombre internacional. En el corazón de la región cafetera del Huila, Acevedo es conocido por su café de alta calidad y sus festivales dedicados a esta bebida amada. La Feria del Café Origen es un evento estelar que se celebra en agosto y es un testimonio de la pasión de la comunidad por su néctar dorado.
En la Feria del Café, los visitantes pueden sumergirse en el mundo del café, aprendiendo sobre su cultivo, cosecha y preparación. Las catas de café ofrecen una gama diversa de perfiles de sabor, desde notas frutales hasta matices terrosos. Los productos relacionados con el café, como chocolates y jabones artesanales, se exhiben y están disponibles para su compra. La feria también destaca la música y la danza local, creando un ambiente festivo que celebra la cultura del Huila.
El Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos es otra joya turística en Acevedo. Esta cueva misteriosa es el hogar de los guacharos, aves nocturnas que añaden un toque mágico a la experiencia con su espectáculo de luces intermitentes. Las formaciones geológicas dentro de la cueva, como estalactitas y estalagmitas, son impresionantes y crean un paisaje subterráneo surrealista.
En Acevedo también se encuentran los Petroglifos Andaki, un yacimiento arqueológico que alberga petroglifos precolombinos que narran historias ancestrales. La cultura e historia de la región se celebran en el Parque Central, un lugar de encuentro donde los visitantes pueden disfrutar de la vida cotidiana de la comunidad, asistir a eventos culturales y probar la deliciosa gastronomía local.
El Centro Cultural, Artesanal y Gastronómico "El Tribuno del Pueblo" es un lugar que combina arte, gastronomía y cultura local en un ambiente vibrante. Aquí, los visitantes pueden disfrutar de exposiciones de arte, esculturas, artesanías locales y una variada oferta culinaria.
Además de estos atractivos turísticos, Acevedo ofrece una experiencia única de la Ruta Cafetera especial, que permite a los visitantes conocer el proceso de producción de café desde el cultivo hasta la taza. Los balnearios naturales, los miradores y la gastronomía local completan la oferta turística de Acevedo.
El turismo sostenible es una prioridad en Acevedo, y las autoridades locales trabajan en la preservación de estos tesoros naturales y culturales para las generaciones futuras. Acevedo es un destino que combina lo mejor de la cultura cafetera, la naturaleza exuberante y la hospitalidad colombiana, ofreciendo a los viajeros una experiencia inolvidable llena de autenticidad y encanto.
En el corazón de la región cafetera de Huila, la Feria del Café de Acevedo emerge como un festín para los amantes del café y un tributo a la riqueza cultural de la zona. Se realiza en agosto, la feria ha superado todas las expectativas, convirtiéndose en un escaparate vibrante de la pasión y dedicación que los habitantes de Acevedo tienen por su néctar dorado: el café.
Los agricultores locales, orgullosos guardianes de sus cultivos, comparten sus conocimientos sobre el arte de cultivar y cosechar el café, transmitiendo generación tras generación la tradición que ha convertido a Acevedo, en un referente mundial en la producción de café de alta calidad.
Los visitantes tienen la oportunidad de participar en catas de café, explorando una gama diversa de perfiles de sabor que van desde notas frutales hasta matices terrosos. La Feria del Café de Acevedo es mucho más que una experiencia sensorial; es una inmersión en la historia y el meticuloso proceso que transforma los granos en la taza de café perfecta.
Los puestos de la feria ofrecen una variedad de productos relacionados con el café: desde granos seleccionados hasta productos artesanales elaborados con café, como chocolates, jabones y productos de belleza entre otros. Los visitantes pueden llevar consigo un pedazo de la experiencia única de Acevedo, disfrutando de la autenticidad y la calidad que solo esta región puede ofrecer.
La feria también destaca la música y la danza local, brindando a los asistentes la oportunidad de sumergirse completamente en la rica cultura del Huila. Eventos en vivo, desfiles y actividades interactivas crean un ambiente festivo que une a la comunidad y atrae a visitantes de todas partes.
la Feria del Café de Acevedo en 2023 ha sido un testimonio de la pasión de la comunidad por su café, ofreciendo a los visitantes una experiencia envolvente que celebra la tradición, la calidad y el espíritu acogedor de Acevedo. Un evento imperdible para cualquier amante del café y aquellos que buscan sumergirse en la autenticidad de la cultura cafetera colombiana.
En las profundidades de Acevedo, se encuentra un tesoro natural escondido que ha intrigado a aventureros y amantes de la naturaleza durante generaciones: la enigmática Cueva de los Guacharos. Esta maravilla subterránea, ubicada en un paisaje montañoso que rosa lo surrealista, ofrece una experiencia única para aquellos que buscan adentrarse en los misterios de la tierra.
El viaje hacia la cueva es en sí mismo una odisea, con senderos sinuosos que serpentean a través de bosques frondosos y ríos cristalinos que anticipan la maravilla que guarda en lo más profundo. Al llegar al sitio, la entrada de la cueva se revela como una abertura oscura, pero irresistible, invitando a los visitantes a sumergirse en la oscuridad.
Una vez dentro, la Cueva de los Guacharos despliega su magia única. El nombre, derivado de la lengua local, sugiere la presencia de una especie de luciérnaga que habita en la cueva, creando un espectáculo de luces que ilumina las paredes rocosas con destellos intermitentes. Estos guacharos, aves esplendorosas, añaden un toque mágico a la experiencia, convirtiendo la exploración en una travesía fuera de este mundo.
Las formaciones geológicas dentro de la cueva son otro punto culminante. Estalactitas y estalagmitas imponentes cuelgan del techo y emergen del suelo, creando una visión surrealista de la naturaleza en su estado más puro. Cada rincón revela una nueva maravilla, y los visitantes se encuentran sumidos en la asombrosa belleza de las creaciones subterráneas.
Es importante mencionar que la visita a la Cueva de los Guacharos debe realizarse con la debida precaución y respeto por el medio ambiente. Las autoridades locales han implementado medidas para preservar este tesoro natural, y se espera que los visitantes sigan las normativas para garantizar la conservación a largo plazo de este fascinante lugar.
la Cueva de los Guacharos, es una joya oculta que merece la atención de aquellos que buscan una experiencia única y mística en medio de la naturaleza. Este rincón mágico bajo tierra ofrece una conexión única con la geología y la biodiversidad de la región, dejando a los visitantes con recuerdos imborrables de su viaje a las profundidades de la tierra.
En el corazón de Acevedo, se encuentra un rincón especial que celebra la riqueza de la cultura local, el talento artístico y la deliciosa gastronomía de la región. El Centro Cultural, Artesanal y Gastronómico "El Tribuno del Pueblo" es un verdadero tesoro que combina lo mejor de Acevedo en un solo lugar.
El Tribuno del Pueblo es un espacio vibrante que promueve la identidad y el patrimonio de Acevedo. El momento en que entras, te encuentras inmerso en una atmósfera de creatividad y tradición. Exposiciones de arte, esculturas, flores y artesanías locales adornan las paredes y le espacios, mostrando el talento de los artistas de la región y su profundo amor por la cultura aceveduna.
La parte gastronómica es una experiencia para los sentidos. El Tribuno del Pueblo ofrece una selección de gastronomía para todos los gustos; preparados con ingredientes frescos y recetas tradicionales. Los visitantes pueden deleitarse con delicias culinarias.
Además de la exposición artística y la gastronomía, el centro a menudo alberga eventos culturales, como conciertos en vivo, representaciones teatrales, películas, muestras culturales y talleres artísticos. Estas actividades fomentan la participación activa de la comunidad y atraen a visitantes interesados en sumergirse en la vida cultural de Acevedo.
Acevedo | ||
---|---|---|
Departamento | Código DANE | Categoría municipal (2022) |
Huila | 41006 | Sexta |
El actual Personero municipal es x (2024-2027).
Constituido por x concejales por un periodo de 4 años. Actualmente se encuentra distribuido con los siguientes partidos para el periodo 2024 - 2027 de la siguiente forma:
x (Conservador), x (Liberal), x (Partido de la U), x (Fuerza de La Paz), x (ASI), x (Mais) y x (Cambio Radical).
El Alcalde se pronuncia mediante decretos y se desempeña como representante legal, judicial y extrajudicial del municipio. El actual Alcalde municipal es Edgar Prada (2024-2027), elegido por voto popular.