Un acarinario es una estructura anatómica especializada que ha evolucionado para facilitar la retención de ácaros en el cuerpo del organismo huésped, comúnmente una abeja o avispa. El término fue introducido por Walter Karl Johann Roepke.[1]
El acarinario ha evolucionado para incrementar la relación mutualista entre ciertos ácaros y organismos hospedantes. Hay muchos casos de ácaros foréticos en que el organismo que los transporta se beneficia de la presencia de los ácaros; en ciertos casos, el cuerpo del huésped ha evolucionado para acomodar a los ácaros. Los ejemplos más conocidos existen en himenópteros apócritos, en especies que típicamente hacen nidos. Es posible que los ácaros se alimentan de hongos presentes en los nidos (protegiendo así las provisiones de las larvas), también es posible que se alimenten de parásitos u otros ácaros perniciosos para las larvas de la especie hospedante. Es de sañalar que los acarinarios suelen estar presentes solo en las hembras, ya que solo las hembras construyen y provisionan los nidos.[2] Existe evidencia fósil de abejas del género extinto Oligochlora con acarinarios en depósitos de ámbar dominicano de la isla La Española.[3]
La presencia o ausencia de esta estructura sirve como un rasgo taxonómico.[3][4]
Otros ejemplos incluyen: