El absceso periamigdalino es una acumulación de material infectado alrededor de las amígdalas palatinas.[2][1] El absceso periamigdalino generalmente se debe a una infección por varios tipos de bacterias. A menudo sigue a una faringitis estreptocócica. Por lo general, no ocurren en personas que se han sometido a una amigdalectomía. El diagnóstico generalmente se basa en los síntomas. Se pueden realizar imágenes médicas para descartar complicaciones.
Absceso periamigdalino | ||
---|---|---|
![]() Absceso periamigdalar del lado derecho | ||
Especialidad | otorrinolaringología | |
Síntomas | Fiebre , dolor de garganta, dificultad para abrir la boca, cambio en la voz. | |
Complicaciones | Bloqueo de las vías respiratorias, neumonitis por aspiración. En raras ocasiones, neumonía o absceso pulmonar después de la aspiración de un absceso roto.[1] | |
Factores de riesgo | Faringitis estreptocócica | |
Diagnóstico diferencial |
Infecciones dentales, Epiglotitis, Mononucleosis infecciosa por VEB, Faringitis Absceso retrofaríngeo[1] | |
Tratamiento | Eliminar pus, antibióticos, líquidos, analgésicos, esteroides.[1] | |
Sinónimos | ||
| ||
El tratamiento consiste en eliminar el pus, antibióticos , suficientes líquidos y analgésicos. Los esteroides también pueden ser útiles. Generalmente no es necesario el ingreso en el hospital. Los adultos jóvenes son los más comúnmente afectados.[3]
El absceso de las amígdalas es una enfermedad que ocurre sobre todo en niños mayores, adolescentes y adultos jóvenes. Actualmente es muy poco común, desde la introducción del uso de antibióticos para tratar la amigdalitis.[4]
Es el resultado de una complicación de la amigdalitis y está causada por un tipo de bacterias llamadas estreptococos beta-hemolíticos del grupo A.[5]
Los síntomas y signos clínicos más frecuentes son odinofagia (dolor al tragar), disfagia (dificultad para comer), fiebre, ganglios de la mandíbula y garganta sensibles, hinchazón cervical o facial, cefalea (dolor de cabeza), o capacidad limitada y dolor al abrir la boca, entre otros.[6]
La infección se puede diseminar al paladar, al cuello y al tórax, incluyendo los pulmones. Los tejidos inflamados pueden obstruir las vías respiratorias, lo cual constituye una emergencia médica potencialmente mortal.
Las complicaciones son raras, pero incluyen:
Se suele descubrir al inspeccionar la orofaringe (garganta) presentando hinchazón en un lado y en el paladar. La úvula puede estar desplazada.[8]
Para confirmar el diagnóstico se pueden realizar pruebas complementarias:
Si la infección es bacteriana, se pueden suministrar antibióticos y analgésicos. También se debe drenar el absceso mediante cirugía. Además, se puede considerar la posibilidad de extirpar las amígdalas mediante cirugía (amigdalectomía).[9]