ATEM-25 De noviembre, o Asociación de Trabajo y Estudio sobre la Mujer (ATEM),o ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer), es una influyente agrupación feminista argentina, la primera, fundada en los años '80.[1][2][3][4][5]
Durante los años de la dictadura militar un grupo de mujeres de distintos partidos de izquierda comenzaron a reunirse en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, para estudiar feminismo y a fines de 1981 decidieron fundar una agrupación.[6] En 1982 fundaron ATEM-25 De noviembre. Esta agrupación formaba parte de la Multisectorial de la Mujer y destacaba por su compromiso político por los derechos humanos y por su proyección nacional en los años '80.[1][2][3] El 27 de abril de 1982 fue su primera reunión pública.[7] Su nombre rendía homenaje al 25 de noviembre, que fue elegido el Día Internacional contra la Violencia Social, Sexual y Política establecido por el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe.[8] En su primer boletín, publicaron que eran «mujeres de diferentes edades, estudios y posibilidades, unidas en una misma tarea: luchar contra la opresión y discriminación que configura nuestro mundo e impide nuestro desarrollo».[9]
ATEM fue pionera en Argentina al establecer una conexión entre la violencia política y la violencia sexual, investigando y denunciando la situación de las mujeres que sufrieron cautiverio durante la dictadura militar, y visibilizando la desaparición de mujeres como una forma de violencia de género.[8][10] En 1983, ATEM fundó, junto a la Organización Feminista Argentina (OFA), el Tribunal de Violencia Contra la Mujer Mabel Adriana Montoya, para denunciar la situación legal de las mujeres en relación con la violencia física y sexual.[11] También fue la primera agrupación argentina en apoyar e interesarse por las organizaciones de Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo y Familiares de detenidos-desaparecidos durante la dictadura.[8][10]
Muchas de sus integrantes habían militado en la izquierda. Algunas figuras destacadas fueron Magui Bellotti, Nélida Koifman, Marta Fontenla, Alicia Lombardi, Hesperia Berenguer, Adriana Rofman, Nélida Luna y Sara Torres.[12][11][13] En los '80, ATEM apoyaba al movimiento de derechos humanos y sus integrantes participaban de las marchas de derechos humanos, debatían sobre la represión y la lucha contra la dictadura y denunciaban la existencia de prostíbulos ilegales en Buenos Aires, la explotación sexual de adolescentes y la violencia de los "clientes prostituyentes".[11][14] Uno de los ejes en torno al cual organizaron sus acciones fue el de la violencia a través de la denuncia de casos, al sistema social y al silenciamiento.[9]
Durante décadas, ATEM fue una agrupación representativa de las pioneras feministas argentinas.[15] A partir de 1982, ATEM comenzó a organizar las Jornadas anuales donde las feministas se reunían en noviembre para debatir temas de mujeres y de derechos humanos.[12] Entre los temas que se debatían había talleres por la abolición del servicio militar obligatorio, la libre elección de la maternidad y la despenalización del aborto. En total se realizaron treinta Jornadas.[11]
En las Jornadas feministas de 1983 se resolvió la adhesión a las Madres de Plaza de Mayo y a las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en sus reclamos de “aparición con vida”.[12] Las Jornadas de ATEM, que se mantuvieron durante décadas, representaron un espacio feminista en la posdictadura y fueron la semilla de muchos eventos importantes en Argentina, entre ellos los Encuentros Nacionales de Mujeres.[12]
El 9 de abril de 1984, durante las primeras Jornadas feministas en democracia, ATEM organizó un homenaje a las Abuelas de Plaza de Mayo y a Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas.[12] ATEM también participaba de las solicitudes al gobierno democrático por la liberación de Hilda Nava de Cuesta, presa desde la dictadura.[12] Uno de los ejes en torno al cual organizaron sus acciones fue el de la violencia a través de la denuncia de casos, la violencia del sistema social contra las mujeres y su silenciamiento, incluyendo el terrorismo de Estado.[9]Participaron en la campaña por la patria potestad indistinta. Su propuesta organizativa era «la creación de estructuras no jerárquicas, democráticas e igualitarias. Pretendían contribuir a la creación de una sociedad democrática, de un mundo de iguales donde las diferencias entre los seres humanos no constituyan una excusa para la opresión sino la base del respeto a la pluralidad de la vida».[16]
En 1990, un poco antes del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, ATEM formó parte de la comisión organizadora que, junto con otras agrupaciones feministas, convocó a la primera Asamblea Nacional de Mujeres Feministas para conmemorar los 20 años del feminismo en la Argentina.[17]
Las feministas de ATEM (llamadas “atemas”) tienen una posición abolicionista de la prostitución porque consideran que «la mercantilización y cosificación de las personas prostituida es una cuestión política, que interesa a toda la sociedad y a las mujeres en particular, por la violencia simbólica y la amenaza de violencia real que significa que todas somos pasibles de ser prostituidas».[18][19] Según Juan Besse, «Las atemas consiguieron emplazar algunas bases para el establecimiento de un cierto sentido común feminista en la Argentina».[20]
En 1984, el grupo comenzó a publicar una revista feminista anual llamada Brujas. Comenzaron a publicarla bajo el eslogan la violencia contra las mujeres es una cuestión de derechos humanos.[8][10] Los temas de la revista eran la opresión, clase social de sexo, trabajo doméstico, maternidad social, la opresión de género, la reforma de la patria potestad,[21] la organización horizontal y la autonomía del movimiento de mujeres.[1][14][22] En total se editaron 38 números de la revista hasta 2012.[11] Brujas tenía artículos de opinión, artículos de teoría, comenatarios sobre eventos nacionales e internacionales, memorias, traducciones, poesía, volantes y documentos ligados a todo tipo de acciones feministas.[11][7]
La revista «recuperaba categorías centrales como opresión, clase social de sexo, trabajo doméstico, maternidad social y dio pie a una reformulación que enfatizaba los aspectos psico-sociales de la opresión sexista».[23]